17/6/18

La Serpiente Cósmica (II)


En la antigüedad el nombre no era sólo la denominación de algo o alguien, era concebido como algo inherente a lo nombrado, representativo suyo e identificado con ello. En el caso del nombre, aplicado a la divinidad, era una especie de personalización de Dios y de su poder, así como a modo de una hipóstasis distinta de Dios mismo.

Por los testimonios conservados, sabemos que los iniciados en los misterios de Cibeles recibían el nombre de la diosa, así como el de su joven dios Atis. Análogamente, los adoradores de Sabos se llamaban saboi, grito reiterado también por las bacantes (Dioniso/Baco). 
Según la mitología griega, fue Cibeles/Rea quien inició a Dioniso en su culto misterioso. Se la consideraba la personificación de la fértil tierra, diosa de las cavernas y las montañas, murallas y fortalezas, de la Naturaleza y los animales.
Así puede explicarse el nombre Ophieis, usado en algunas tribus de Eolia, y el de Ophitai, atestiguado entre las poblaciones frigias. Eran aplicados a quienes rendían culto a la divinidad en forma de Serpiente (ophis en griego).
En el ritual, la Serpiente es epifanía y encarnación no de la diosa madre Tierra (religiosidad telúrica), sino del joven dios mistérico.
Tan importante era este rito, llamado “el dios a través/en el seno” que, según Clemente de Alejandría (Protrepticós 2, 16), era el rito iniciático de algunos misterios. Una serpiente viva fue realmente empleada en la iniciación de los misterios de Sabacio y en el baquismo macedonio, aunque posteriormente fue cambiada por otra de metal, la culebra de oro.

Al parecer eran también artificiales las serpientes empleadas en la procesión dionisiaca de Alejandría, este reptil se convirtió en elemento imprescindible en algunos misterios.
La omofagia o acto de despedazar y comer crudo un animal: serpiente, toro, macho cabrío, etc., constituía el momento cumbre de varios ritos mistéricos, sobre todo en el dionisismo. En su prehistoria era el centro de su culto. También posteriormente el espíritu orgiástico y el furor báquico, favorecidos por el vino, la música y las danzas excitantes, culminaban precisamente en este acto omófago, vigente todavía en su tiempo según algunos autores cristianos (Clemente de Alejandría, Fírmico Materno, etc.).

El rito telúrico-mistérico consiste en dormir sobre la tierra, casi siempre en un lugar sagrado, para obtener algo extraordinario: la curación de una enfermedad, la predicción del porvenir, las peticiones, etc. Así se hacía en los templos de Asclepio en Epidauro, etc., y era indispensable en las consultas oraculares hechas a Anfiarao. Ambos actuaron originariamente presentes en una Serpiente, que siguió a su lado cuando fueron representados con figura humana. 
La incubación buscaba el contacto con la tierra en cuanto numinosa (diosa madre Tierra) a fin de arrancar sus peculiares virtualidades, ya directamente o por medio de su epifanía, la Serpiente. Y más tarde de algún joven Dios. La incubación solía ir acompañada de alguna experiencia onírica, relacionada con la serpiente, por ejemplo, se curaba de la herida quien durante la incubación, soñaba que la serpiente lamía la parte afectada de su cuerpo.
Las huellas telúricas impresas en la historia sagrada de Israel, se deben siempre al contagio de la religiosidad de los pueblos vecinos (cananeos) y limítrofes. Son pisadas ajenas al Yahvismo e incompatibles con él.

Como en la lucha que tuvo lugar en el paraíso, Yahvé vence siempre a la serpiente, animal telúrico por excelencia. De ahí que el relato del pecado original (Génesis, cap. 3) lo presente como un enfrentamiento entre Yahvé Dios celeste y la serpiente, epifanía de la diosa Madre Tierra y de la Vegetación, de la religiosidad telúrica de los cananeos y que al mismo tiempo, sea una exhortación implícita a evitar cualquier pecado, especialmente el de idolatría, que no es sino una reproducción del original y de sus funestas consecuencias.
La victoria Yahvista solamente queda un tanto desdibujada en un período relativamente prolongado de la historia israelita, en el cual el yahvismo terminó por quedar confundido con un elemento tan descaradamente telúrico como la serpiente metálica, simbólica.

Fuente: Las Religiones (Manuel Guerra Gómez)

No hay comentarios:

Publicar un comentario