Contrariamente
a la interpretación cristiana ortodoxa de la serpiente como Satanás,
los Ofitas veían en la Serpiente una figura positiva, heroica;
mientras que al Dios del Antiguo Testamento lo identificaban con una
figura negativa (un demiurgo al que denominaban Yaldabaoth el
leontoeides “rostro de león“).
La
imposición de la doctrina cristiana ortodoxa a partir del siglo IV
implicó la destrucción de todos los textos de los Ofitas; con lo
que la mayor parte de la información acerca de estas sectas sólo
puede ser obtenida de aquello que decían de ellas sus enemigos:
Hipólito de Roma, Ireneo de Lyon, Orígenes y Epifanio de Salamis.
Algunos
textos Ofitas, sin embargo, han sido recuperados en descubrimientos
arqueológicos recientes, como los de Nag Hammadi: Evangelio apócrifo
de Juan, Hipóstasis de los Arcontes o Sobre el Origen del Mundo.
LOS
NAASENOS
Este
grupo es una variante de las sectas gnósticas en los siglos I y II,
toman su nombre de la palabra hebrea “Nahas” que significa
Serpiente. Los Naasenos tuvieron una considerable importancia en los
primeros siglos de nuestra Era, adoraban a la Serpiente y este fue el
motivo para que se los declarase heréticos. Fue una agrupación de
gentes muy versadas en las Ciencias y que poseyeron grandes e
intachables virtudes. Sostenían la creencia de que el líquido de
los Nagas (Serpientes), en su mayor parte venenoso, pudiera servir
para redimir a los hombres de la esclavitud del pecado.
En
los escritos de los Naasenos se describe al hombre de triple
naturaleza. Reconocían al demiurgo como entidad encargada de crear
los mundos o por lo menos, nuestro mundo. Eran Astrólogos y se
ponían en relación con los planetas y los signos del Zodíaco, así
como los siete centros internos de nuestro organismo.
Representaron
al dragón (reflexión del Logos) en la constelación de Draco. Este
dragón en su aspecto superior es el Prometeo griego o el Lucifer
cristiano; el mismo Logos, el “nacido por sí”. Todo Hierofante
(Maestro autorrealizado) es un verdadero Dragón de la Sabiduría.
Conocían
el poder del sonido y lo empleaban en la magia sacra. El antiquísimo
mantra “Kawlakaw-Sawlasaw-Zeesar” era pronunciado secretamente
(Kawlakaw hace vibrar el hombre espíritu, Sawlasaw hace vibrar la
humana personalidad y Zeesar hace vibrar el astral del hombre).
La
forma de su culto, la tomaron de los Egipcios,
representando
a Hermes con el título de “dador de la razón” ya que éste
comunicaba los misterios alquímicos.
Empédocles dice que los seres humanos fueron traídos a este mundo
de Adán, para que sirvieran al demiurgo Yaldabaoth que, con una vara
en la mano en la que florece una rosa, al aproximarla a los Hombres
los hacía dormir o los despertaba, según el deseo del demiurgo.
LOS
PERATAS
En
el culto de los Peratas, la Serpiente figuraba como símbolo
principal. Afirmaban que existían dos formas de Nacimientos. La de
la carne, originada por el coito, y otra distinta para lo que aquél
no era preciso. De la primera, salían hombres condenados a la
muerte, y de la segunda, de la concepción del Espíritu Santo,
salían ángeles. Había que evitar la concepción carnal y lograr la
espiritual. Al paso de un estado a otro le llamaban el paso del
pueblo de Israel por el Mar Rojo.
Dentro
de su simbolismo Religioso juega un gran papel el hecho de que
Moisés, en el desierto, mostrara a su pueblo la Serpiente sobre una
vara, diciendo que el que aprovechara los beneficios de esta
Serpiente no sería dañado durante el trayecto. El poder y la fuerza
que acompañaban a Moisés en su peregrinaje, fue la Serpiente sobre
la vara, que luego se convirtió en la vara misma. Ella fue la que
devoro a las demás serpientes y la que habló a Eva.
El
conocimiento que se tiene de los Peratas es a través de los
“Philosophumena” o “Refutación de todas las herejías”,
libros atribuidos a Hipólito, aunque suelen agruparse entre las
obras de Orígenes. En estos libros se explica que el nombre de
Peratas se debía a que eran los únicos que podían pasar “perasai”
a través de la corrupción de la época.
La
doctrina de los Peratas, leída en la “letra muerta”, resulta
algo caótico y fantástico por estar llena de simbolismos y mitos.
Por medio de autores como Krumm-Heller, sabemos que estos gnósticos
eran de una alta moral y conocían los grandes secretos de la
Naturaleza. Enseñaban a sus adeptos los Misterios de la Serpiente,
que ha de ascender por el canal medular de todo iniciado.
Su
doctrina se basaba en la división del mundo en un trío: la primera
parte de esa tríada es la Perfección o “Dios Causa”, la segunda
es el mundo Astral y la última el mundo físico o visible. Desde el
mundo superior se esparce toda semilla para que fructifique en el
mundo físico y entre ambos mundos existe un mediador, el Crestos,
por cuyo auxilio es posible llegar a la perfección.
LOS
SETIANOS
Los
Setianos fueron una secta del siglo II, las referencias más antiguas
de este grupo se encuentran en los escritos de Hipólito y Epifanio.
Rendían culto a la Sabiduría divina, y fueron, indudablemente, los
primeros Teósofos. Decían que Set era hijo de la Sabiduría. Su
triada estaba representada por Set, Caín, y Abel, siendo Caín la
carne y Abel el mediador. En cambio Set, era el Dios-Sabiduría.
Afirmaban que Cristo y Set eran lo mismo, puesto que ambos eran hijos
de la Sabiduría.
Los
setianos adoraban la Gran Luz. Decían que el Sol, en sus
emanaciones, era sustancia divina, cuya forma anidó en nosotros y
constituye la Serpiente. Ciertamente, el Cristo sin la serpiente nada
podría hacer, por ello el Señor de Perfección, el Logo íntimo de
cada cual, desciende de su elevada esfera y se hace hijo de la Divina
Madre Kundalini, la Serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes,
por obra y gracia del tercer Logos.
En
su doctrina, explicaban que el hombre sólo debía temer a la
Oscuridad y que la Luz, aprisionada por las Tinieblas, trata de
liberarse. Esta lucha entre la luz y las tinieblas es una constante
en las antiguas tradiciones gnósticas y podemos comprobar en
nuestras vidas, la necesidad que tenemos de liberar la Luz de la
Conciencia, embotellada en el Ego.
Esta
secta gnóstica tenía, como objeto sagrado, un cáliz (el Santo
Grial) en el cual bebían una mezcla de vino y agua. Tampoco faltaba
sobre el altar el símbolo sagrado de la serpiente, y “el discurso
de Set” era su libro sagrado.
Continuará...
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