Al
encontrarse el sarcófago de Set, la Iglesia Católica escondió el
Libro de los Muertos egipcio en el Vaticano. Los griegos dieron a
conocer los Misterios; los hebreos, las Escrituras y la Kábala; y
los Romanos comenzaron una nueva época de transformación.
El
Puente que da acceso del Antiguo al Nuevo Testamento lo forma el
Evangelio de San Mateo, que fue el único escrito en hebreo, todos
los demás lo fueron en griego. El griego y el hebreo son dos idiomas
completamente distintos, esto explica los numerosos errores en las
traducciones bíblicas.
Los
Gnósticos escribieron sus enseñanzas y las explicaron en griego.
Luego San Agustín, San Ambrosio y San Jerónimo, las escribieron en
latín, dando un tinte romano a la religión. La Sabiduría,
entonces, fue reemplazada por el dogma judío. Por ello nos
encontramos con dos interpretaciones distintas, la que mantuvieron
los griegos y la de los latinos. La que sostuvo la verdad es la que
proviene del griego, que es la que ha sido conservada hasta nuestros
días en algunas Sociedades Ocultas.
San
Jerónimo, que vivió cuarenta años en Belén, fue el verdadero
autor de la Vulgata Latina. Al encomendarle el Papa Dámaso que
hiciera su traducción, le encargo previamente que la encauzara hacia
el terreno que era del interés Católico. Luego, todas las demás
traducciones de la Biblia, incluida la Luterana, se han basado en los
trabajos de San Jerónimo.
Los
Antiguos iniciados, anteriores a los griegos, tenían tres clases de
escritura. La tercera sólo era utilizada por los Iniciados. Orígenes
nos habla también de las Palabras Mágicas que contiene la Biblia y
a él se deben los exorcismos que hoy emplea la Iglesia. Orígenes
también dice que la magia bíblica es un arte santo, y que las
Sagradas Escrituras y los Evangelios son letra muerta si no se tiene
la clave para leerlos.
Los
Naasenos y los Setianos tenían enseñanzas similares a la Teosofía.
En el Apocalipsis de Baruc se explica un cuento de Heródoto, en cuyo
simbolismo afirma que está el Misterio de la Creación.
Hércules
se hallaba de viaje, y una noche, atravesando el desierto y rendido
de cansancio, se durmió. Estando en el sueño, se escapó el caballo
que había montado durante el viaje. Pero, al despertar, halló a una
hermosa mujer que decía conocer el paradero del caballo. Interesado
Hércules porque le dijera el lugar donde se encontraba, ésta le
respondió que sus labios no pronunciarían palabra en tanto no
consintiera que ella fuera su amante y se realizara el coito. Trató
Hércules de repudiarla porque sólo su parte superior era de mujer
hermosa, los miembros inferiores pertenecían a una serpiente, pero
con tal de que le fuera devuelto su caballo, accedió.
Esta
Mujer Serpiente concibió de Hércules, y de ese connubio salieron
tres personas en una. Una figura de mujer dividida en tres partes:
mitad de cuerpo humano, mitad de serpiente, y en el centro, la parte
sexual de ambos.
Los
Nagas, los misteriosos dioses serpiente que moraron en la India en
épocas remotas, fueron llamados “sarpa” o serpientes. En sus
estudios sobre la religión hindú, la teósofa Helena Petrovna
Blavatsky, afirma que los Nagas o los sarpa de la India son los
seraphim judíos, que derivan de Serapi o sarpa, que significa
“serpiente”.
En
el Antiguo Testamento, las referencias explícitas a los antepasados
dioses serpiente han sido eliminadas a través de un largo proceso de
filtraje. Cuando se encuentran alusiones en las Escrituras, se
interpretan simplemente como alegorías.
Y
Jehová Dios dijo a la Serpiente:
“Por
cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre
todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo
comerás todos los días de tu vida”. (Génesis 3:14)
Continuará...
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