El
Periodo Formativo comienza en Mesoamérica con el desarrollo de la
Cultura Olmeca, a la que se atribuyen ofrendas masivas de arena de
diferentes colores, así como las cabezas monumentales de piedra en
San Lorenzo Tenochtitlán y Tres Zapotes, ambos sitios al Sur del
Estado de Veracruz.
Siglos
más tarde los Olmecas tienen un segundo apogeo, centrado en el sitio
de La Venta, Tabasco, que resulta simultáneo a los más antiguos
estratos de Izapa en Chiapas, y desde donde su influencia cultural
irradia hacia el Altiplano central mexicano y hasta los actuales
Estados de Morelos y Guerrero.
La
estela nº 5 de Izapa es una de las muchas estelas con relieves, que
datan aproximadamente del período comprendido entre el año 300 y el
50 a.C.
Este
monumento presenta interesantes imágenes iconográficas que
confirman algunos de los relatos migratorios transmitidos de
generación en generación por los antiguos mesoamericanos. En ella
podemos ver un grupo de hombres surcando las olas a bordo de una
embarcación.
La
investigación realizada por New World Archaeological Foundation,
apunta a que este asentamiento ha estado habitado ininterrumpidamente
desde el 1.500 a.C.
La
estela nº 5 incluye numerosos elementos glíficos comunes a otras
piezas preclásicas, entre ellos el jaguar, cascadas de agua,
montañas, aves, serpientes y peces además de otros motivos y dragos
(Dracaena draco) una especie vegetal típica de las Islas Canarias.
En la isla de la Palma, en Garafía, se encuentra la mayor
concentración de dragos del archipiélago.
Para
los guanches este árbol tenía propiedades mágicas. Su savia, que
se transforma en roja en contacto con el aire, se comercializaba
debido a sus propiedades medicinales y a su uso en tintes y barnices.
Esta
estela aporta además gran cantidad de elementos relacionados con las
tradiciones maya y mexicana. Algunos factores e ideas de los que no
se ha tratado en profundidad en relación con esta estela son
elementos vinculados a la religión Olmeca y las tradiciones
migratorias.
La
Estela 5 coincide con el Popol Vuh, dice que algunos de los ancestros
de los Quiché-Maya llegaron a América por mar.
El
Popol Vuh se refiere a los ancestros que llegaron del Este, la región
del Golfo de México.
En
el Libro del Consejo, se veía: “La Luz que vino del otro lado del
mar”, la narración de “Nuestro lugar entre las sombras”, y “El
nacimiento de la vida.” (Tedlock, 1992, pág.63).
“No
sabían a dónde se dirigían. Hicieron esto durante largo tiempo,
cuando estaban allá en las praderas: los hombres negros, los hombres
blancos, pueblos de muchos rostros, de muchas lenguas, vacilantes,
allá en el límite del cielo” (Tedlock, 1992, págs. 149-150).
Las
evidencias lingüísticas sugieren que un nuevo grupo humano que
hablaba una lengua diferente de la maya llegó a la región del Golfo
de México hacia el 1.200 a.C. Morris Swadesh ha presentado pruebas
de que, hace por lo menos 3.200 años, un grupo humano que no hablaba
lengua maya entre los huastecas y los mayas.
El
pueblo Olmeca era llamado Xi, hablaban una lengua de África
Occidental, que es la base de numerosas lenguas mexicanas. Se cree
que llegaron desde África subsahariana hace más de 3.200 años.
Llegaron en barcos, en doce olas migratorias, que se describen en la
estela de Izapa nº5. Estos Proto-Olmecas pertenecían a siete clanes
que sirvieron de base para las poblaciones Olmecas. Utilizaron una
escritura africana en sus monumentos y objetos, lo que demuestra
claramente que los africanos fueron una parte predominante de los
Olmecas.
Estos
construyeron las pirámides y los grandes monumentos esculpidos de
toneladas de peso. Los africanos Olmecas estaban conectados a la
civilización africana del Valle del Nilo (Dr. Diop, Naciones
negras y Cultura, p. 116, Presence Africaine, París, 1955).
Es
indiscutible que desde tiempos muy remotos, los mexicanos recuerdan a
un dios negro, Ixlilton, de cara negra.
Los descendientes de los Olmecas que vivieron en América en el momento de la llegada de Colón fueron los Wasschitaw Negros del Mississippi, los Mojaves Negros de California y los Jamassee de Georgia.
El
Dr. Wiercinski (1.972) apoya esta afirmación con pruebas óseas de
varios asentamientos Olmecas donde encontró esqueletos de negros
africanos. Esta evidencia esquelética explica el descubrimiento de
muchas tribus africanas en México y América Central, donde Colón
descubrió América.
(Wiercinski,
A.(1972). "Un estudio antropológico sobre el origen de los
olmecas'",Swiatowit, 33: 1972, pp 143-174.)
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