Hacia
el final del siglo XVIII, la población China aumentó a más de 300
millones. Una causa de este incremento demográfico fue la paz y la
estabilidad de la dinastía Qing.
Otra
causa fue la provisión de alimentos. Una variedad de arroz del
sureste de Asia, que crecía más de prisa, acrecentó la producción
alimentaria.
El
crecimiento demográfico también significó que había menos tierra
para cada familia. El emperador trató de liberar tierras limitando
la extensión que podían poseer los terratenientes acaudalados. Sin
embargo, para el siglo XIX casi toda la tierra cultivable se
explotaba.
Otro
cambio del periodo fue un incremento en el comercio y la manufactura.
Aumentó el comercio de seda, porcelana, artículos de algodón y
otros productos. No obstante, China no estableció el capitalismo
comercial que surgía en Europa (empresas privadas con afán de
lucro). En China, el comercio y la manufactura estaban bajo el
control del gobierno y se consideraban inferiores a la agricultura.
El gobierno cobraba impuestos pesados al comercio y la manufactura y
pocos impuestos a la agricultura.
La
sociedad china estaba organizada en torno de la familia. Todos los
integrantes tenían que sacrificar sus deseos individuales en
beneficio de la familia como un todo.
La
unidad ideal era la familia extendida. Hasta tres o cuatro
generaciones vivían bajo el mismo techo. Cuando los hijos se
casaban, llevaban a su esposa a vivir con ellos al hogar familiar.
Los chinos respetaban a los ancianos. Los padres envejecidos sabían
que serían cuidados por sus hijos. A continuación de la familia
extendida venía el clan, que constaba de docenas o incluso cientos
de familias emparentadas. El sistema de clanes hacía posible que las
familias ricas ayudaran a sus parientes pobres.
Las
mujeres eran consideradas inferiores. Solo los hombres podían tener
una educación formal y seguir una carrera en el gobierno o la
academia. Legalmente, una mujer no podía divorciarse de su marido ni
heredar propiedades. Por su parte, el esposo podía divorciarse de su
esposa si no procreaba hijos varones. También podía tomar una
segunda esposa. De la mitad a dos tercios de las chinas se vendaban
los pies, se hacía desde la infancia y era muy doloroso, pero el
vendaje de los pies era un símbolo de estatus, como no podían
caminar, las que trabajaban en los campos o en ocupaciones que
requerían moverse no se vendaban.
Entre
los años 1.839 y 1.842 China y Gran Bretaña mantuvieron el primer
conflicto de La Guerra del Opio, el desencadenante fue la
introducción en China de opio cultivado en la India y comercializado
por la compañía británica de las Indias Orientales, administradora
de la India.
El
comercio del opio fue rechazado y prohibido por el gobierno chino, la
abolición recayó sobre el comisionado imperial Lin Zexu. Los
emisarios enviados por los comerciantes británicos e indios
quejándose por el quebranto que esto causaba a sus intereses,
decidió a la Corona británica a enviar una flota de guerra que
finalmente derrotó a la China. Como consecuencia de este descalabro
el emperador chino tuvo que firmar el Tratado de Nanking, por el que
se obligaba a China al libre comercio (el opio incluido) con
Inglaterra, a través de cinco puertos (el más importante de ellos
Cantón) así como a la cesión de la isla de Hong Kong durante 150
años. Este conflicto y su resolución a favor de la potencia
imperialista británica facilitó la irrupción en el escenario de
otras potencias como Estados Unidos, Francia y Rusia que forzaron a
China a firmar diversos convenios llamados “Tratados Desiguales”.
Como consecuencia de ellos, en 1.860 China se vio apremiada a abrir
otros once puertos al comercio exterior con el correspondiente
menoscabo de su soberanía. La impotencia china para conservar su
independencia frente a las potencias imperialistas se acentuó aún
más tras la derrota frente a Japón (1894-1895), que le costó
importantes pérdidas territoriales.
Continuará...
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