24/11/20

Altar de la Serpiente (Patara)

En Turquía un grupo de arqueólogos anunció el descubrimiento de un altar tallado en mármol y con una figura de serpiente que data más de 2.000 años de antigüedad, según las primeras estimaciones.

El hallazgo se produjo durante excavaciones en la ciudad de Patara, provincia de Antalya, informaba el medio turco Yeni Safak.

Es la primera vez que un altar de esa naturaleza, en el que la serpiente tallada parece enrollarse en torno a la piedra, es encontrado en la llamada “cuna de las civilizaciones”, como se conoce también a la antigua ciudad de Patara debido a los muchos y florecientes asentamientos que albergó.

El objeto, que además tiene inscripciones en griego, fue descubierto en un área cercana a los baños y muros de la época romana. Se han encontraron altares similares en algunas ciudades antiguas en el suroeste de la provincia de Muğla, pero nunca habíamos visto un ejemplo así en Patara.

Este altar da muestra de las relaciones de la gente de Patara con el mundo exterior, explicó Mustafa Koçak, académico del Departamento de Arqueología de la Universidad de Antalya Bilim y vicepresidente del equipo de excavación que hizo el descubrimiento. Koçak agregó que los antiguos habitantes de la zona eran politeístas y solían hacer ofrendas para apaciguar a los dioses del inframundo, con los cuales se cree que está relacionada la figura de la serpiente en el altar recientemente hallado. El objeto ritual será exhibido en el Museo Demre.

Fuente:https://www.anabad.org/encuentran-en-turquia-un-altar-de-2-000-anos-al-que-enrolla-una-serpiente-de-piedra/

18/11/20

Columna de las Serpientes (Turquía)


La Columna de las Serpientes (en turco: Yilanli Sütun), también conocida como Trípode de Delfos y Trípode de Platea, es una antigua columna de bronce situada en el antiguo Hipódromo de Constantinopla, actualmente Plaza Sultán Ahmet de Estambul (Turquía), el lugar fue conocido como Plaza de los caballos durante el período otomano.

La columna, que forma parte de un trípode de sacrificios de la Antigua Grecia, originariamente se encontraba en Delfos y fue trasladada a Constantinopla por Constantino I el Grande en el año 324.

La columna, de ocho metros de alto, contaba con tres cabezas de serpientes que permanecieron intactas hasta fines del siglo XVII. Una de ellas se exhibe actualmente en el cercano Museo arqueológico de Estambul.

La Columna de las Serpientes es de los tres objetos de la Grecia y Roma antiguas (su origen se remonta a hace unos 2.480 años) que se mencionan más extensamente en la literatura y que aún perduran en la actualidad. Junto con el trípode de sacrificios y el cuenco de oro originales (ambos desaparecidos hace tiempo), formaba parte de un trofeo u ofrenda dedicada a Apolo en Delfos. Dicha ofrenda se realizó en la primavera del año 478 a.C., varios meses después de la derrota del ejército aqueménida en la batalla de Platea (agosto de 479 a.C.) a manos de las ciudades estado griegas, que se habían aliado para repeler la invasión persa a la Grecia continental.

Entre los escritores antiguos que hacen alusión a la Columna se puede encontrar a Heródoto, Tucídides, el pseudo-Demóstenes, Diodoro Sículo, Pausanias, Cornelio Nepote y Plutarco.

Tras la batalla de Platea, el último combate correspondiente a las Guerras Médicas, los griegos construyeron una columna de bronce con tres serpientes entrelazadas (en griego: Τρικάρηνος Όφις Serpiente de tres cabezas), cuyos cuerpos formaban la columna, para conmemorar la participación de las 31 ciudades estado griegas en la batalla.

Según Heródoto, la columna de bronce se construyó utilizando armas persas fundidas. Dichas armas también se emplearon para construir un trípode de oro. El monumento se dedicó en su totalidad a Apolo y se situó junto al altar del dios en Delfos, sobre una base de piedra (un capitel bizantino invertido).

Tras describir la victoria griega en 479 a.C. en Platea, Heródoto hace un recuento del botín conseguido, que efectúan los hilotas (siervos espartanos), quienes habían tomado parte en la batalla, y posteriormente registra la decisión griega de dedicarle una ofrenda a Apolo en Delfos:

Una vez reunido el botín, una décima parte fue apartada para el dios de Delfos y, para acoger la ofrenda, se fabricó el trípode dorado que se alza sobre la serpiente de tres cabezas más cercana al altar”.

En el mismo capítulo, Heródoto cuenta que se efectuaron otras ofrendas a Zeus en Olimpia y a Poseidón en el istmo de Corinto. Resulta significativo que se diera preferencia a Apolo en Delfos, a pesar de la ambigüedad de las respuestas del oráculo sobre el resultado de la guerra y de la sospecha de medismo de Delfos.

En su Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano (1776-89), Edward Gibbon menciona la Columna de las Serpientes en los capítulos 17 (sobre la fundación de Constantinopla) y 68 (sobre la entrada triunfal de Mehmed II, quien conquistó la ciudad el 29 de mayo de 1453):

El Circo o Hipódromo era un edificio majestuoso de unos 400 pasos de largo y 100 de ancho. El espacio entre ambas metas u objetivos se hallaba cubierto de estatuas y obeliscos; y sin embargo podemos destacar una pieza antigua muy particular: los cuerpos de tres serpientes retorcidos en forma de un pilar de metal. Las tres cabezas sostuvieron alguna vez el trípode de oro que, tras la derrota de Jerjes, fue consagrado en el templo de Apolo en Delfos por los griegos victoriosos”. (cap. 17)

A partir de la primera hora del memorable 29 de mayo, los disturbios y saqueos reinaron en Constantinopla, hasta la octava hora del mismo día, cuando el mismísimo Sultán cruzó triunfante la puerta de San Romano. Era asistido por sus visires, bajás y guardias, cada uno de los cuales (según un historiador bizantino) era tan robusto como Hércules, hábil como Apolo, e igual en batalla a diez hombres de la raza de comunes mortales. El conquistador miró largamente, satisfecho, y se maravilló de la extraña aunque espléndida apariencia de los domos y palacios, tan disímiles del estilo arquitectónico oriental. En el Hipódromo, la columna retorcida de las tres serpientes atrajo su mirada y, como prueba de su propia fortaleza, hizo añicos con su mazo de hierro o hacha de batalla una de las mandíbulas inferiores de los tres monstruos, que según los turcos eran ídolos o talismanes de la ciudad”. (Gibbon, cap. 68)

La accidentada historia del monumento tras su traslado a Constantinopla puede reunirse a partir de varias fuentes. Según W. W. How y J. Wells, un emperador posterior la convirtió en una fuente de tres bocas, a partir de 1.422 la vieron y describieron varios viajeros, y fue derribada en 1.700, momento en que se rompieron las cabezas de las serpientes.

Marcus N. Tod afirma que en 1.630 se elevó el nivel del suelo, por lo que la inscripción del monumento quedó oculta.

En 1.855 se excavó la base de la columna bajo la supervisión de C. T. Newton, revelándose quince anillos de las serpientes que estaban enterrados y la inscripción, que comienza en el anillo trece y termina en el tres.

El mensaje fue descifrado por C. Frick en 1.856, por Fabricius en 1.886, y por otros con posterioridad. En el anillo trece de la inscripción lacónica figura «Aquellos quienes hicieron la guerra», seguida en los anillos doce a tres por los nombres de treinta y un ciudades estado. La lista incluye ocho ciudades que Heródoto (Libro 9.28) no menciona como presentes en la batalla de Platea, y excluye a Pale, en Cefalonia, a la que el historiador sí había incluido.

El geógrafo Pausanias enumera los nombres en la ofrenda a Zeus en Olimpo, donde se excluyen cuatro de las ciudades grabadas en la Columna de las Serpientes. Tal vez esto se deba a un simple descuido por parte de algún escriba. Pese a que los nombres de las ciudades grabados en la columna no incluyen a otros mencionados por Heródoto como partícipes de la guerra, queda claro que el monumento está relacionado con las Guerras Médicas como un todo, y no sólo con la batalla de Platea. Los anillos doce y trece fueron marcados y abollados por golpes de sable, lo que hizo que la inscripción fuera difícil de descifrar.

La dedicación que Diodoro afirma fue compuesta por Simónides no ha sido hallada. Una de las cabezas de serpiente, a la que le falta la mandíbula inferior, se encuentra en el Museo arqueológico de Estambul.

Pausanias señaló que, aproximadamente un siglo después, los focidios utilizaron el trípode de oro para financiar a la milicia durante la guerra sagrada que involucró al Oráculo de Delfos.

Constantino I trasladó la Columna de las Serpientes a Constantinopla para decorar la parte central del Hipódromo, lugar donde aún se encuentra en la actualidad.

La parte superior de la columna estaba adornada con un cuenco de oro, sostenido por las tres cabezas. El cuenco fue destruido o robado durante la Cuarta Cruzada. Muchas miniaturas otomananas muestran que las cabezas estaban intactas en las primeras décadas posteriores a la conquista turca de la ciudad.

Ahmed Bican, de Galípoli, produjo una pequeña descripción de la Columna en su Dürr-i Meknûn, escrito en tiempos de la caída de Constantinopla. Allí afirma que es un adorno hueco, de bronce, con serpientes entrelazadas, de tres cabezas, y que para los ciudadanos era un talismán que protegía de las mordeduras de serpientes.

De cincuenta a cien años después de la conquista turca de Constantinopla, se documenta que la mandíbula de una de las serpientes estaba perdida. Pese a la leyenda de que Mehmed II, tras ingresar en la ciudad tras conquistarla, habría destrozado parte del monumento, dicha historia es apócrifa. El Nusretname (El libro de las victorias), de Silahdar Findiklili Mehmed Aga, señala que las cabezas se cayeron durante la noche del 20 de octubre de 1.700. Algunas partes de las cabezas recuperadas actualmente se exhiben en el Museo arqueológico de Estambul.

Miniatura otomana perteneciente al Surname-ı Vehbi. En la misma puede apreciarse la Columna con sus tres cabezas de serpiente durante una celebración en el Hipódromo en 1.582.

Fuente:https://es.m.wikipedia.org/wiki/Columna_de_las_Serpientes

15/11/20

Shahmeran (Reina de las Serpientes)

 

En la mitología de Anatolia, Shahmeran es una diosa de la sabiduría y la guardiana de los secretos. Una figura antropomorfa con cabeza de mujer y cuerpo de serpiente. Su historia puede trazarse desde Oriente Medio a la India con diferentes ficciones, una variación se encuentra en el cuento de Las Mil y una Noches con la historia de Jemlia, el sultán del mundo subterráneo.

La representación de Shahmeran es la de un personaje que trata y cura a los enfermos. Shahmeran que posee el secreto de la vida larga y eterna ha sido aceptada como auspiciosa, debido a su compasión, sacrificio y bondad absoluta como se menciona en su leyenda. Por eso su imagen se cuelga en la pared del dormitorio de las niñas y chicas jóvenes, especialmente en la zona oriental y sudoriental de Anatolia.

Asimismo, en la región del mar Egeo, es muy común entre las novias usar un pañuelo, para cubrir la cabeza, bordado con Shahmeran. El uso del "Shahmeran", collar de plata con cuentas en forma de serpiente, también es bastante común entre las novias de Anatolia. Aparte de los pañuelos que generalmente cubren el cabello utilizan bordados de Shahmeran en la tela de los fardos de novia y de cortinas.

LA LEYENDA DE SHAHMERAN

Camsap cae en un pozo y llega accidentalmente a una cueva subterránea dirigido por un escorpión, y ahí encuentra a Shahmeran, Reina de las Serpientes. Shahmeran carece totalmente de defensa ante las ambiciones y codicia de los humanos, a pesar de saber todo tipo de secretos, y tiene que esconderse. Cuando Camsap quiere volver a la tierra, al principio ella se niega, pero luego le libera bajo una condición: que no mencionará a nadie de su existencia. Pero Camsap no cumple con su promesa, y menciona la ubicación de la cueva al diabólico visir de un sultán persa, que tiene una enfermedad mortal. Según cuenta la leyenda, el tratamiento sólo es posible si el sultán come carne de Shahmeran. Shahmeran le dice a Camsap que cuando hierva su carne debe dejar al visir que beba el primer caldo, mientras que el sultán debe tomar el segundo. Camsap debe ser paciente y esperar a tomar el tercero.

El visir impaciente y ambicioso bebe el primer caldo y es envenenado. El sultán bebe el segundo y se cura completamente. Camsap bebe el resto convirtiéndose en un visir sabio y sofisticado. Dr. Nese Yildiran (Encyclopedia Mythica)

OTRA VERSIÓN DE LA LEYENDA

Al comienzo de la historia, un leñador llamado Djansah, desciende a un pozo para recoger miel de una colmena y descubre la entrada al mundo subterráneo habitado por Shahmeran, Reina de las Serpientes. Las serpientes le aprehenden y se lo llevan a su reina. Djansab le cuenta su vida y Shahmeran, a su vez, confiando en el joven le revela todos sus secretos. Al no querer que el leñador revele estos secretos al mundo exterior, Shahmeran decide mantener al joven en su guarida. Pasan los años, durante los cuales Djansab trata de sobrevivir como puede en ese lugar. Al no poder resistir más sus ruegos, Shahmeran toma un día la decisión de liberarle. Ella le aconseja que no divulgue los secretos que ha aprendido bajo tierra, y sobre todo de no ir al hamam/baño, donde su piel cambiaría instantáneamente en escamas de serpiente, revelando de esta manera que es el hombre que ha visto a Shahmeran.

Por lo tanto Djansab volvió al mundo de los hombres y no habló con nadie sobre lo que había experimentado. Pero el sultán de su país cayó enfermo y el único remedio capaz de curarle era el cuerpo de Shahmeran. Los soldados comenzaron a buscar por todo el país una persona que hubiera estado en contacto con la Reina de las Serpientes. Sabiendo que la piel de ese hombre se convertiría en piel de serpiente al contacto con el agua, obligaron a todos los habitantes a ir de uno en uno al hamam. Djansab logró escapar de los hombres del sultán, hasta que finalmente un día fue capturado y llevado a la fuerza al baño. El acto de lavarse inmediatamente reveló su secreto cuando su cuerpo se cubrió de escamas. Bajo tortura, se vio obligado a revelar dónde vivía Shahmeran. Por consiguiente la reina fue capturada, matada en el baño/hamam Shahmeran y cortada en tres pedazos que llevaron al sultán. El sultán se curó y recompensó a Djansab nombrándole visir.

Según la leyenda, las serpientes no son aún conscientes de la traición involuntaria de Djansah, y atacarán a todos los hombres el día que se enteren.

Fuente: Ministerio de Cultura y Turismo (Texto de Serap Şahin)


11/11/20

Reyes Nagas (India)

El dios Krisna baila sobre las cabezas del naga Kalíia, mientras las esposas del naga le oran.

En la mitología hinduísta, los nagas son un tipo de semidioses inferiores con forma de serpiente. La palabra sánscrita naga, posiblemente es un autogentilicio en el idioma de la etnia naga

En el gran texto épico Majabhárata (siglo III a.C.), la representación de los nagas tiende a ser negativa. Se los trata como las víctimas que merecían la muerte en el sarpa iagñá (el sacrificio de serpientes).

El texto los llama “perseguidores de todas las criaturas” y dice que las serpientes tenían veneno virulento, gran poder y exceso de fuerza y siempre intentaban morder a otras criaturas.

Al mismo tiempo, los nagas juegan un papel importante en las leyendas narradas en el texto, frecuentemente no más malvados que los demás protagonistas, incluso a veces del lado de los "buenos". Generalmente en el texto aparecen con forma de humanos y serpientes. Por ejemplo, la historia de cómo el príncipe naga Shesha terminó sosteniendo al mundo sobre sus capuchas comienza con la escena en que él aparece como un dedicado asceta humano, el cabello recogido con un rodete, la ropa hecha jirones, y su carne y piel seca debido a las austeridades que estaba practicando. El dios Brahma queda complacido con Shesha, y le encarga sostener el mundo sobre su cabeza. En este punto, Shesha aparece con los atributos de una serpiente. Entra por un agujero en la Tierra y se desliza hasta el fondo, donde carga la Tierra sobre su cabeza.

El gran némesis de los nagas en el Majabhárata es el gigantesco hombre-pájaro Garudá.

El sabio Kashiapa tuvo dos esposas, Kadru y Vinata. La primera quería tener muchos hijos, y la segunda quería tener pocos pero muy poderosos. El sabio cumplió sus deseos, Kadru puso mil huevos (de los que nacieron serpientes) y Vinata puso dos huevos de los que nacieron Aruna (el auriga de Suriá) y Garudá.

Por una apuesta, Vinata y Garudá se convirtieron en esclavos de Kadru y tuvieron que cumplir las órdenes de las serpientes. Aunque Garudá cumplía todos los caprichos de los nagas, se generó en él un rencor al que nunca renunciaría. Cuando le preguntó a las serpientes lo que tendría que hacer para ser liberado de su cautiverio, le dijeron que tendría que llevarles el amrita, el elixir de la inmortalidad. Garudá robó el elixir de los dioses y se lo llevó a las serpientes, con lo que cumplió la orden, pero mediante una trampa evitó que lo repartieran y obtuvieran la inmortalidad. Desde ese momento, él las consideró enemigos y comida. 

Matali, el auriga del dios Indra, quería casar a su hija Gunakeshi. Se acercó al naga Ariaka y le propuso casarla con su hermoso nieto Sumukha. Ariaka replicó que Garudá había declarado su decisión de devorar a ese nieto, tal como ya había comido a su hijo. Matali persuadió entonces a Indra y a Visnú para que le dieran a Sumukha un trago de amrita (el elixir de la inmortalidad). Sumukha tomó la poción y pudo casarse felizmente con Gunakeshí.

Dice el Majabhárata que Kadru, la madre ancestral de las serpientes, hizo una apuesta con su hermana Vinata, cuya prenda era que la perdedora sería esclava para siempre de la ganadora. Ansiosa por asegurarse la victoria, Kadru les pidió ayuda a sus hijos. Ellos se negaron, por lo que Kadru se enojó y los maldijo para que murieran en un ”sacrificio de serpientes” que realizaría un rey Yanam Eyaiá, hijo de Majarash Paríkshit, a principios de la era Kali Yuga (para la que faltaban unos 4 millones de años), nieto de Abhimaniu y bisnieto de Aryuna.

Vasuki (rey de las serpientes nagas) supo de esta maldición. Entonces fue a buscar al asceta Yárat Karu (vieja acción) para ofrecerle en matrimonio a su hermana, que quedó registrada en la leyenda como Yárat Karu Priiá (amada de Yáratkaru), Bhaguiní Yárat Karu (esposa de Yáratkaru), Yárat Karu Bhaga (la vulva que utilizaba Yáratkaru).

De la unión del humano con la serpiente nació un niño con la piel estriada y brillante. El hijo se llamó Astika.

Cuando el rey Yanam Eyaiá finalmente hizo el sacrificio de serpientes para matar a Taksaka (hermano de Vasuki), comenzó a atraer hacia el fuego a todas las serpientes del mundo. Entonces el sabio Astika se acercó al rey, elogió el sacrificio en términos tan elocuentes que el rey le ofreció cualquier favor que quisiera. Astika inmediatamente le pidió que acabara con el sacrificio. Aunque primero se arrepintió de su oferta, finalmente Yanam Eyaiá cumplió su palabra e interrumpió el sacrificio.

Cuenta el Majabhárata que Vasuki (uno de los tres reyes de los nagas, siendo sus hermanos Shesha y Taksaka) ayudó a los devas (dioses) y a los asuras (demonios) a extraer el amrita (el elixir de la inmortalidad) del océano de leche (uno de los océanos concéntricos que rodearían la India, según los hinduistas) siendo utilizado como cuerda, enroscado en el monte Mandara para batir las profundidades del océano. 

Varuna, el dios védico de las tormentas, es considerado el rey de los nagas que viven en los Patala, el séptimo planeta del inframundo. Son hijos de Kashiapa y Kadru. Entre los más importantes se cuentan Manasá, Shesha Naga, Vasuki y Taksaka. En el norte de la India, hay comunidades que se hacen llamar naga vanshi (linaje de los nagas) porque se consideran sus descendientes. Según una tradición, los hindúes creen que el gramático Patanyali era una encarnación de la serpiente divina Adi-Sesha Naga.

El Nilamata-purana, del siglo VII menciona que el valle de Cachemira está habitado por dos tribus: los nagas y los pisachas.

A los pisachas les gusta la oscuridad y tradicionalmente frecuentaban lugares de cremación, junto con otros monstruos como los bhutas y los vetalas. Los pisachas tienen el poder de asumir diferentes formas a voluntad, y también pueden llegar a ser invisibles. Se alimentan de las energías humanas. A veces, poseen a los seres humanos y alteran sus pensamientos, y las víctimas son afectadas por una variedad de enfermedades y anomalías como la locura. Se supone que ciertos mantras pueden ahuyentar al pisacha que posee a esa persona en particular, lo que cura la enfermedad. Con el fin de mantener alejados a los pisachas, se les da una parte de las ofrendas durante ciertas funciones religiosas y festivales.

Lugares donde donde viven los nagas:

    -Patala (o Nagaloka), el séptimo de los planetas infernales del inframundo. Su capital se llama Bhoga Vatī.

    -Lago Mana Sarovara, lago de los grandes nagas Monte Sumeru.

    -Nagalandia, en el noreste de la India, habitado actualmente por tribus nagas.

    -Kacha Naga, tribus nagas que viven fuera de Nagalandia.

    -Naggar, pueblo en la cordillera de los Himalayas (en el Tíbet), que deriva del nombre de las tribus nagas.

    -Nagpur, ciudad india cuyo nombre deriva de Naga Pura (ciudad de nagas).

    -Océano Pacífico, según un mito camboyano.

    -El pozo de Shesna, en Benarés (a orillas del río Ganges), que se dice que es la entrada a los Patalas (infiernos).

    -Nagadaa, sitio en Pakistán donde se cree que se llevó a cabo el genocidio de los nagas (naga iagñá ‘el sacrificio de las serpientes’).

    -Río Mekong, que cruza Tíbet, China, Birmania, Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam.

    Fuente: Wikipedia