27/2/16

El Oro de Hispania -Las Médulas-

El "Ruina Montium" era el proceso que los romanos usaban para sacar el oro de las Médulas.
Las Médulas es el entorno paisajístico resultante de la antigua explotación minera de oro. Este entorno está situado en la comarca de El Bierzo (León), la mayor mina de oro a cielo abierto de todo el Imperio romano, explotada durante dos siglos.

Los romanos llegaron a Las Médulas de la mano de Octavio Augusto entre el 26 y 19 a.C. y aunque los indígenas prerromanos ya habían explotado el yacimiento, fueron los romanos los que convirtieron la zona en la mayor mina de oro a cielo abierto del Imperio. Plinio el Viejo fue en su juventud administrador de las minas, y gracias a él sabemos que se extraían al año 20.000 libras de oro, teniendo en cuenta los 250 años de explotación, daría 5.000.000 de libras de oro, es decir, 1.635.000 Kgs. La fuerza de trabajo también era enorme, Plinio habla de 60.000 obreros en tal lamentable condición de trabajo que el propio Plinio dice: “es menos temerario buscar perlas y púrpura en el fondo del mar que sacar oro de estas tierras”.

Gracias a que el entorno proveía de todo lo necesario, los romanos canalizaron el agua de los riachuelos, embalsándola en la parte superior de la explotación. Luego, horadaban la montaña con galerías de gran pendiente, y soltaban el agua a través de ellas. La fuerza del agua deshacía la montaña y arrastraba las tierras auríferas hasta los lavaderos.
Uno de los ingeniosos métodos romanos de captación de agua, partía desde la falda noreste del monte Teleno, nada menos que desde una altitud de 2.000 metros. Allí los romanos acumulaban la nieve que más tarde, ya convertida en agua, llegaba al río Cabo, que a su vez alimentaba los siete canales que, bordeando la montaña, llegaban a los estanques de la explotación. Estos canales, cuya longitud se estima en unos 300 kilómetros, tienen una pendiente de entre el 0.6 y el 1%. El ancho es de 1.28 metros, excepto en las curvas, de 1.60, y su profundidad es de 90 centímetros. La construcción de estos canales, que en algunos tramos discurren bajo la roca en forma de túnel, fue con diferencia, la obra más difícil y costosa de la explotación, y se puede decir que el sistema hidráulico de las Médulas, es el más espectacular de los conocidos, por la cantidad de agua utilizada y la longitud y el gran número de ramificaciones de sus canales.

Los trabajos de explotación romanos para la extracción del mineral de oro, supusieron una tremenda alteración del medio ambiente de la zona, y dejaron un paisaje de arenas rojizas, que se cubrió con verde vegetación de castaños y robles con el paso del tiempo, hasta el punto que hoy en día tiene la consideración de “Paisaje Cultural”, siendo declarado “Bien de Interés Cultural” en 1996 por su interés arqueológico y “Monumento Natural” en 2002, así como Patrimonio de la Humanidad (Unesco 1997).

El origen del paisaje de las Médulas.



24/2/16

Hispania Romana

Vencida Cartago, Roma descubre su auténtica faz e inicia la conquista de la península Ibérica. Los hispanos, muy inferiores en potencial de guerra al ejército romano, se resisten. Y sobre los pedestales de su tragedia se edifica el mito que durante siglos alimentará una parte de la historiografía española, la de los recuerdos de un carácter indómito, la de la melancolía de una identidad perdida, la del sacrificio y la espada antes que cualquier rendición: Viriato, Numancia... Tras la victoria de Roma, el territorio peninsular ibérico se encuentra sometido a una misma autoridad política, a unas mismas normas jurídicas, incluso a un mismo sistema económico.
El proceso de adaptación resultará duro para buena parte de los habitantes de Hispania que tienen que renunciar a muchas de sus costumbres, asumir la supremacía de los dioses de los vencedores, someterse a un nuevo orden jurídico y aceptar una nueva civilización basada en la concentración de la población en grandes urbes. Excelentes obras públicas, puentes, calzadas, acueductos, se multiplican por el suelo hispano.


14/2/16

Lupercalia - Orígenes de San Valentín

Las Lupercales (en latín Lupercalia), era la fiesta romana que se celebraba “ante diem XV Kalendas Martias”, que equivale al 15 de febrero
Su nombre deriva supuestamente de lupus lobo, animal que representa a Fauno Luperco e hircus (el macho cabrío). Instituída por Evandro el arcadio, en honor a Pan Liceo (también llamado Fauno Luperco), el que protegía al lobo, y contra Februo, o también Plutón.
Fauno “el favorecedor”, en la mitología romana una de las divinidades más populares y antiguas los di indigetes, era identificado con el griego Pan debido a la similitud de sus atributos.

Un cuerpo especial de sacerdotes, los Lupercos o Luperci (Sodales Luperci o amigos del lobo) eran elegidos anualmente entre los ciudadanos más ilustres de la ciudad que debían ser en su origen adolescentes que sobrevivían de la caza y el merodeo en el bosque durante el tiempo de su iniciación en la edad adulta, lo que por aquel entonces era un tiempo sagrado y transitorio en que se comportaban como lobos humanos. Se reunían el 15 de febrero en la gruta del Lupercal (más tarde llamada Ruminal en honor a Rómulo y Remo) en el monte Palatino. Según la tradición fue en este lugar donde Fauno Luperco, tomando la forma de una loba Luperca, había amamantado a los gemelos Rómulo y Remo, y en cuyo honor se hacía la fiesta.

La tradición cuenta que allí había una higuera cuyas raíces habían detenido la cesta en cuyo interior se encontraban los gemelos Rómulo y Remo. Bajo la sombra de esta venerable higuera celebraban el sacrificio de un perro y de un macho cabrío, animales que eran considerados impuros. Después se tocaba la frente de los luperci con el cuchillo teñido con la sangre del sacrificio y a continuación se borraba la mancha con un mechón de lana impregnada en leche de cabra. Éste era el momento en que los lupercos prorrumpían en una carcajada ritual. Luego cortaban la piel de los animales sacrificados en tiras, llamadas februa, que junto con la deidad sabina Februo, y el sobrenombre de Juno, Februalis (la que purifica), son los posibles candidatos a darle nombre al mes de Febrero. Con este aspecto y casi desnudos, sólo tapados con unas tiras de cuero, salían alrededor del monte Palatino donde golpeaban a todos los que encontraban a su paso. El ser azotado por las tiras de cuero de los luperci equivalía a un acto de purificación, y era llamado februatio.

Este acto de purificación comenzó en el reinado de Rómulo y Remo, cuando las mujeres romanas se hicieron estériles. Después de consultar el oráculo de la diosa Juno, en el bosque Esquilo, ésta respondió: "Madres del Lacio, que os fecunde un macho cabrío velludo". Y es ésta la razón por la que los luperci van desnudos uncidos en sangre de animales impuros (como si vinieran de caza) con pieles de lobo, golpeando con el látigo como si fuera un miembro viril.
Para las mujeres, este rito aumentaba su fertilidad poniéndole las carnes de color púrpura. Este color representaba a las prostitutas de la época, en particular las que ejercían la prostitución sagrada con los lupercos en el Ara Máxima, también llamadas lupas o lobas.

Esta celebración la adoptó el emperador Justiniano I en el imperio de Oriente el año 542, como remedio para una peste que ya había asolado Egipto y Constantinopla y amenazaba el resto del imperio.
Con el paso del tiempo el Papa Gelasio I prohibió y condenó la celebración pagana de las Lupercales. Quiso cristianizar esta festividad y la sustituyó por el 14 de febrero, fecha en la cual murió martirizado un cristiano llamado Valentín, en el año 270 d.C.
Lupercalia (pórtico Piazzale dei Corporazioni en Ostia Antica)

 

13/2/16

La Ola de Frío de 1.956

El invierno de 1956 transcurría de un modo muy similar al de 2015-2016 con un tiempo primaveral. Cuentan las informaciones de la época, que el mes de diciembre se podía salir a la calle en mangas de camisa. El mes de enero comenzó de la misma manera y nada hacía pensar que en febrero la situación iba a cambiar de forma tan radical, la ola de frío registró -32ºC en España.
En Europa se contabilizaron 1.000 víctimas mortales. Entre el 4 y el 17 de febrero cuando la ola de frío alcanzó su punto más álgido 650 personas fallecieron. Desde entonces, no ha vuelto a registrarse un episodio similar ni por su alcance ni por su intensidad en un invierno europeo.
Tan impresionante fue el giro de aquel invierno que se alcanzaron muchos de los registros mínimos absolutos de los últimos tiempos, marcas que no han vuelto a igualarse o superarse.

En realidad podríamos hablar de tres olas de frío consecutivas o de una gran ola de frío en tres episodios que dejaron la Península Ibérica y Baleares congeladas, quedándose al margen tan solo las Islas Canarias. Asimismo, desde el punto de vista informativo, la Meteorología pasó a las portadas de la prensa por lo inusitado y generalizado de la ola de frío de febrero de 1956.
En apenas 24 ó 48 horas, la primera bolsa de aire glacial se extendió rápidamente por toda la Península entre los días 1 y 2 de febrero. Procedente de Siberia alcanzó los -15ºC a 1.500 metros de altitud lo que nos permite hacernos una idea del tremendo desplome de las temperaturas. Los termómetros cayeron en picado en toda la Península, pero en las cumbres de los Pirineos se rozaron valores de entre -40ºC y -50ºC.
Oficialmente, la mínima histórica se marcó en aquellos días. Son los -32ºC del lago Estany Gento (Lleida). Barcelona descendió hasta los -6’7ºC; en Castellón la mínima cayó a -7’6ºC y en Alicante a -4’6ºC. Madrid registró su temperatura mínima más baja con -9’1ºC y Pamplona marcó -15,2ºC. Los valores bajo cero se extendieron por todo el país, también por buena parte del resto de Europa con -11ºC en París o -20ºC en Turín.

Lejos de ser un episodio anecdótico de aquel invierno, la ola de frío dio un respiro en torno al 6 de febrero. Sin embargo, durante estos días las heladas no desaparecieron, simplemente fueron más débiles y no tan severas como jornadas anteriores. En torno al 10 de febrero, una nueva bolsa de aire frío siberiano volvió a invadir la Península y las temperaturas se desplomaron por segunda vez en aquel mes.
Las nevadas cobraron protagonismo en la tercera invasión de aire frío, que pondría el colofón a un mes extraordinariamente gélido. En torno al día 17 y hasta el 21, la Península nuevamente se vio envuelta en otra masa de aire muy frío, pero los vientos ya no procedían directamente de Siberia sino de latitudes árticas y en consecuencia, con mayor aporte de humedad, por lo que si bien las temperaturas no llegaron a ser tan bajas como a principios de febrero, la nieve cayó de forma más generalizada.
A ello hay que sumar, posteriormente, las mínimas bajo cero que siguieron registrándose durante los últimos días de febrero y el mes de marzo. La nieve acumulada y los cielos despejados favorecieron que las temperaturas siguieran desplomándose y en algunos observatorios permaneció la nieve congelada hasta bien entrado el mes de mayo.

Ni que decir tiene que esta ola de frío tuvo un coste económico muy elevado en pérdidas, especialmente en la agricultura por la muerte masiva de olivos, naranjos y otros cultivos del sur y del Mediterráneo, que sucumbieron a un frío solo comparable al invierno más frío (documentado) de la historia en España.

12/2/16

Orígenes del Carnaval

Según la mitología griega, Momo es hijo del sueño y de la noche; es el dios de la burla, el sarcasmo y la ironía. Se conocía a Momo como el protector de quienes se entregaban a la locura, al escándalo, a los vicios y a los excesos. Era representado como un bufón, con un gorro con cascabeles, un cetro y una máscara. También era el dios de los escritores y poetas, un espíritu de inculpación malintencionada y crítica injusta. Actualmente, Momo es la figura central de los carnavales.
En los carnavales de Cádiz, la quema de Momo anuncia el fin de la Fiesta antes de la celebración del miércoles de Ceniza, cuando se inicia oficialmente la Cuaresma. 

Hesíodo contaba que Momo era un hijo de Nix, la noche (Teogonía, 214). En el diálogo ampliado Hermotimus, 20 se burló de Hefesto por haber fabricado a los hombres sin puertas en sus pechos a través de las cuales se pudiera conocer si sus pensamientos y sentimientos eran verdaderos. Incluso se burló de Afrodita, aunque todo lo que pudo hallar fue que era parlanchina y llevaba sandalias chirriantes (Filostrato, Epístolas). Debido a sus constantes críticas, fue exiliado del Monte Olimpo.
Orígenes del Carnaval.
Los primeros registros que se conocen acerca de esta festividad datan de 5.000 años atrás, en Babilonia, donde se veneraba a Marduk (dios pagano que según la leyenda fundó la ciudad). Otros datos apuntan a que era una celebración en homenaje a la diosa Isis o al Toro Apis en Egipto.
También se dice que el carnaval se originó en Roma, con las celebraciones Saturnales (en honor a Saturno), Bacanales (en honor a Baco) y Lupercales (en honor a Pan). Las fiestas "Lupercaliae", el 15 de febrero, en honor a Pan, dios de los pastores. Se celebraban en la cueva Lupercal, en la falda del monte Palatino, donde una loba amamantó a Rómulo y Remo. Esta cueva es símbolo de la fecundidad por la abundante leche con que dicha loba amantó a los hermanos. Los Lupercos, hombres nobles de la ciudad, iban cubiertos tan solo con máscara y taparrabos y danzaban y cantaban totalmente ebrios. 

En Grecia se realizaba un festejo en honor a Dionisio. En Olimpia, Creta y otras poblaciones de Grecia, se sacrificaba anualmente a un hombre que representaba a Cronos, el equivalente a Saturno de Roma, desde donde se expandió la costumbre por Europa, siendo llevado a América por los navegantes españoles y portugueses a partir del siglo XV. Los etnólogos encuentran en el carnaval elementos supervivientes de antiguas culturas, como las fiestas andinas prehispánicas y las culturas afroamericanas.

En sus inicios, probablemente con un cierto sentido del pudor propio de la religión, el Carnaval era un desfile en que los participantes vestían disfraces y usaban máscaras.
La gran fiesta del Carnaval tiene un origen religioso y fue por mucho tiempo como el último día en que se comía carne antes de entrar en el tiempo de penitencia y de conversión que era la Cuaresma.
A comienzos de la Edad Media la Iglesia Católica propuso una etimología de carnaval: del latín vulgar carnem-levare, que significa “abandonar la carne” (lo cual justamente era la prescripción obligatoria para todo el pueblo durante todos los viernes de la Cuaresma)

Durante el Renacimiento, las fiestas de Carnavales se fueron introduciendo también en las cortes europeas. Esto supuso un refinamiento en la celebración, ligada más al teatro, la danza y la música. La fiesta de Carnaval llega a su máximo esplendor en el siglo XVI en Italia, en la Florencia de los Medici, con danzas, largos desfiles, carros alegóricos y espectaculares vestidos.

El martedì grasso, el último día de Carnaval, se celebraba un banquete desenfrenado y la carne precisamente era un símbolo de estos excesos previo al período de ayunos y abstinencias de la Cuaresma, un tiempo de purificación y penitencia que culmina en la Pascua.