24/4/17

Las Puertas de Jerusalem


La muralla y las puertas de Jerusalén cuentan la historia de esta ciudad al tiempo que contribuyen a construir su presente formando parte del día a día de sus habitantes. Ocho puertas abren paso a la vieja ciudad amurallada.

Puerta Dorada.
También conocida como Puerta de la Misericordia o de la Vida Eterna, se trata sin duda de la más interesante de las ocho puertas de Jerusalén. Es la única que permanece cerrada desde que en 1.541, Solimán el Magnífico la mandó sellar para impedir el acceso al Mesías, que según la tradición debe entrar por ella el Día del Juicio Final. Para dificultar todavía más las cosas, en su exterior se encuentra un cementerio musulmán.

Puerta de Jaffa.
También llamada Puerta de la Torre de David por su cercanía a esta ciudadela hoy convertida en museo, la Puerta de Jaffa es una de las más transitadas al servir de acceso directo a los barrios cristiano y judío. Situada en la parte occidental de la ciudad, de ella partía la carretera que comunicaba Jerusalén con el puerto de Jaffa, en el Mediterráneo, por lo que era la puerta de entrada de los peregrinos judíos y cristianos que llegaban de Europa.

Puerta de los Leones.
Recibe este nombre de los dos bajorelieves de leones que la flanquean, aunque también es conocida como Puerta de San Esteban porque, según se dice, el santo fue martirizado no muy lejos de ella. Mientras la Puerta Dorada permanece cerrada, se trata del único acceso a la ciudad por su parte Este.

Puerta de Damasco.
La Puerta de Damasco se encuentra en la pared norte de la muralla, apuntando hacia la capital de Siria. Es la más imponente de las ocho puertas de Jerusalén. Además de su belleza, impresiona el bullicio que la envuelve, al servir de acceso directo al animado zoco del barrio musulmán.

Puerta de Herodes.
El verdadero nombre de esta puerta en árabe y hebreo es “Puerta de las Flores” debido a los motivos con forma de rosetas que la adornan. Se encuentra en la misma muralla que la Puerta de Damasco y da acceso al barrio musulmán.

Puerta de Sión.
Situada en la muralla Sur, es la última de las cuatro puertas principales de la ciudad vieja de Jerusalén. Llamada así por el Monte Sión que se encuentra justo enfrente, es conocida por los árabes como Puerta de David al creerse que la tumba del profeta está cerca. Por ella se accede a los barrios armenio y judío.

Puerta de Dung.
Del Estiercol, de la Basura, o de los Desperdicios. Su desafortunado nombre se debe a que en sus orígenes era la puerta que servía para sacar la basura de la ciudad. Aunque no destaque por su tamaño ni por su belleza, se ve muy transitada al ser la forma más rápida de llegar al Muro de las Lamentaciones y a la Explanada de las Mezquitas.

Puerta Nueva.
Mientras todas las puertas anteriormente nombradas datan del siglo XVI, la Puerta Nueva fué construida en 1887 para facilitar el acceso a los peregrinos que acudían al barrio cristiano. Con el inicio de la guerra árabe-israelí de 1948 la puerta fue sellada y no se abrió de nuevo hasta 1967, cuando Israel ocupó Jerusalén Este.

17/4/17

Jerusalem (II)

Unesco borra la historia de Jerusalem.
Una resolución propuesta por Palestina y apoyada por las naciones árabes, consideró al Monte del Templo lugar único del Islam.

La resolución propuesta, apoyada por Egipto, Argelia, Marruecos, el Líbano, Omán, Qatar y Sudán, incluye una enérgica condena a Israel por la gestión de lugares sagrados en Jerusalén.

El Consejo Ejecutivo de la Unesco, compuesto por 58 países, adoptó en 2.016 la resolución en la que se niega todo vínculo entre el judaísmo y el Muro de los Lamentos, ubicado dentro del Monte del Templo de Jerusalén, limitándose a considerarlo un lugar de culto musulmán. El texto, se refiere al Monte del Templo solamente como la mezquita de Al Aqsa, calificándolo de lugar único del Islam, y condena a Israel por la gestión de lugares sagrados en Jerusalén. Benjamín Netanyahu respondió que, con esta decisión, el organismo “perdió la poca legitimidad que le quedaba”.

El texto, recibido con mucho desagrado por la delegación israelí en la organización, tuvo 6 votos en contra, 26 países se abstuvieron y dos estuvieron ausentes. Se aprobó por el respaldo de 24 países. En contra votaron Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania, Holanda, Lituania y Estonia, mientras que Francia y España, se abstuvieron.

El plan sistemático impulsado por las naciones árabes tiende a erradicar cualquier huella de la presencia judía en Tierra Santa en los últimos 3.000 años. "Quieren que se crea que los judíos llegaron a Tierra Santa en 1.948", indicó uno de los técnicos que participó en la discusión.

15/4/17

Jerusalem (I)


La ciudad de Jerusalem, se alza sobre la meseta calcárea de los Montes de Judá, a 800 metros sobre el nivel del Mediterráneo.
El topónimo deriva del término hebreo “Yerusalaim” que procede de la palabra cananea “Urusalim” que significa “bajo la protección de Salem”, o literalmente “fundación de Salem”.
El vocablo “Salem” identifica al dios cananeo que personificaba el crepúsculo vespertino, su santuario estaba en lo alto de la colina de Sión; es decir, sobre una de las colinas sobre las que se asienta actualmente la Ciudad Santa. Jerusalem tiene un sentido religioso pues la ciudad se construyó bajo la advocación del dios Salem.

La arqueología constata el desarrollo de la ciudad hacia el año 4.000 gracias al agua de la fuente de Guijón, con la que se hacía posible regar los campos y abrevar los ganados. La referencia más antigua a “Urusalim”, aparece en los archivos reales descubiertos en la Ciudad de Ebla (actual Siria) destruida en 2.250 a.C.
También es mencionada en algunos textos egipcios del siglo XIX a.C., sobre todo en la correspondencia entre el príncipe de Jerusalén, Abdí-Jipá, y la corte del faraón Amenofis IV (Akenaton) en el siglo XIV a.C.
Más tarde y en fecha incierta, figura en los registros asirios bajo el nombre de “Urusilimmu”. Durante el período de los Jueces (XII a.C.) se denominó “Jebus” (Jue 19,10-11), pero al conquistarla David (2Sam 5,6-7) devino la capital del Israel y pasó a llamarse “Ciudad de David”.
El Génesis menciona a Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo que bendijo a Abrán (Gen. 15,18); y Salem, es identificada con Jerusalén, que en una lectura poética puede entenderse como “Ciudad de Paz”.

Jerusalén fue incluido como uno de los “Estados cruzados” y como tal se convirtió en un reino cristiano después de la Primera Cruzada promovida por el papa Urbano II, con el propósito de conquistar los sitios sagrados como Jerusalén (donde murió Jesús de Nazaret), y tras la conquista del lugar por el francés Godofredo de Bouillón.
El propio Godofredo fue su primer gobernante (aunque no rey), pero después de su fallecimiento un año más tarde (1.100) el trono y control pasó a su hermano Balduino I y posteriormente el título fue recayendo de un descendiente a otro, pasó a Balduino II y a Melisenda de Jerusalén (1.105-1.161).

Melisenda era la mayor de las cuatro hijas del rey Balduino II de Jerusalén y Morfia de Melitene. Estaba destinada a gobernar los Santos Lugares, tarea para la que su propio padre la preparó. A pesar de ser una mujer capacitada para ser reina, necesitaba a un rey a su lado que protegiera su posición dominante. Así, Balduino envió a sus hombres a Francia en busca de un noble digno de ser rey. El elegido fue Fulco V de Anjou, hijo del conde de Anjou y de Bertrada de Montfort (famosa por su adulterio con el rey de Felipe I).

En 1.130 nació su primer hijo, el futuro Balduino III. A la muerte de Balduino II en 1.131, obtuvo la corona, Fulco se esmeró para reducir el poder de su mujer excluyéndola de las actividades de gobierno, a pesar de haber recibido el reino como gobernantes conjuntos. La estrecha relación entre Melisenda y su primo Hugo le Puiset, conde de Jaffa, fue la excusa para que Fulco la acusara de adulterio. El rey no se conformó con eso sino que el conde sufrió un intento de asesinato. Melisenda reaccionó creando una situación de amenazas y terror entre los seguidores de Fulco. Este miedo hizo que Fulco rectificara e hiciera concesiones a la reina en materia política como permitirle ser miembro del consejo. A partir de ese momento, Fulco vería como su poder se iba reduciendo en favor de su esposa y sus partidarios.
En 1.136, Fulco y Melisenda se reconciliaban y tenían a su segundo hijo, Amalarico. En 1.143 moría Fulco en un accidente de caza.
Durante dos años Melisenda reinó en solitario en Jerusalén como regente de su hijo. Pero en 1.145 Balduino llegaba a la mayoría de edad y debía ser coronado rey. El joven rey sin corona aguantó su situación hasta 1.152 cuando pidió al patriarca de Jerusalén que le coronase como único rey legítimo. La negativa llevó a Balduino a hacerse coronar en secreto, lo que provocó la ira de su madre.
Antes de provocar una guerra civil entre las facciones de madre e hijo, se tomó una decisión salomónica. Balduino III gobernaría en los territorios del norte y Melisenda controlaría Judea, Samaría y Jerusalén. La situación de tensa paz no aguantó demasiado porque Balduino invadió los reinos de su madre.
Melisenda huía con su segundo hijo Amalarico. Sólo la mediación de la Iglesia evitó un desastre mayor, Balduino III aceptó que Melisenda gobernara Nablús de por vida a cambio de un juramento de paz perpetua. Hasta el momento de su muerte en 1.161, Melisenda mantuvo una importante influencia en la corte y el gobierno del reino de Jerusalén.

En el año 1.277, María de Antioquia, nieta de Isabel I (reina de Jerusalén) y pretendiente al trono, decidió vender el título (con la bendición y aprobación papal) a Carlos de Anjou, rey de Nápoles, aunque existían disputas por el título con Hugo III, rey de Chipre.
A pesar de que en el año 1.291 el Reino de Jerusalén dejó de existir como tal, el título al trono siguió vinculado al de Nápoles.
El nombramiento en 1.504 de Fernando el Católico como rey de Nápoles, trajo hacia España el título al trono del reino de Jerusalén y desde entonces la Corona Española ostenta dicho cargo con D. Juan Carlos de Borbón (Juan Carlos I), y su heredero D. Felipe de Borbón y Grecia (Felipe VI), además de rey de España también es rey de Jerusalén.

Continuará...

13/4/17

Cosmogonía Hebrea (II)


Para interpretar el relato escrito sacerdotal (Gen. 1-2.1) sobre la creación, actualmente se prescinde cada vez más partir de imágenes y nociones mitológicas de las religiones vecinas a Israel.
La palabra hebrea para indicar el océano primordial, Tehom, está emparentada con Tiamat, dragón babilónico del Caos; pero tan sólo es un préstamo lingüístico. No se acepta en la actualidad, como se supuso durante mucho tiempo, que el autor del relato sacerdotal empleara imágenes semíticas para aclarar el estado primigenio del caos.
Los conceptos expresados son tópicos cosmológicos. La creación es un producto de la voluntad personal de Dios, no es un reflejo de la naturaleza divina, Dios crea mediante la palabra.
Esta concepción está emparentada con creencias mágicas que Israel fue purificando a lo largo de los siglos, prescindiendo de todo planteamiento mágico.

El día es luz primigenia, la noche es la oscuridad caótica. El firmamento se representa como una masa gigantesca en forma de campana, concepción que aparece en otros libros bíblicos (Sal 19, 2; Job 37, 18).
Las aguas que se hallaban bajo la bóveda celeste fueron reunidas, y se les asignó el mar. Este límite permite la aparición de la tierra bajo el cielo, que reposa sobre las aguas primordiales. Las aguas del océano celeste se encuentran sobre el firmamento.
En muchas mitologías, de Egipto, Sumer y Fenicia, el océano, el mar primigenio, es origen de la vida.
A continuación, la palabra creadora de Dios hace aparecer el mundo vegetal sobre la tierra. De hecho podía haber ideas arcaicas sobre la madre-tierra en esta concepción.
En la creación de los astros se documenta un Pathos antimítico. Son criaturas de la voluntad de Dios. Ellos no crean la luz. El texto rechaza el poder de los astros de carácter divino. El autor sacerdotal del relato de la creación rehúsa dar honores divinos a los astros, cuyo culto penetró en la religión israelita a final de la monarquía (2 Re 23, 11), en tiempos de la reforma de Josías (641-609 a.C.).

Los primeros seres vivos creados son los seres míticos, los monstruos marinos y, después, los peces y las aves. Sigue la creación de los animales que viven sobre la tierra. Finalmente creó Dios la humanidad semejante a él.
La concepción de que Yahveh forma al hombre de la tierra tiene paralelos en las mitologías de Mesopotamia y de Egipto.
En varios mitos antiguos orientales un dios forma a un hombre o a otros dioses a semejanza suya. En Egipto, el faraón era imagen viviente de Dios en la tierra. Esta semejanza en la Biblia no excluye el aspecto corporal, lo espiritual y lo somático, pues todo el hombre ha sido creado a imagen de Dios. Este texto bíblico, entre las mitologías antiguas, es el único que habla de la semejanza del hombre con Dios.

El Salmo 8, afirma que el hombre fue hecho poco menos que los ángeles, Elohim. Este texto sostiene que Yahveh está rodeado de seres celestes, de ahí el uso del plural, idea que se afirma en otros pasajes bíblicos (1 Re 22, 19-20; Job 1; Is 6).
Estos Elohim son sabios (2 Sm 14, 17-20) y buenos (1 Sm 29,9). En la semejanza del hombre con Dios se halla una concepción antropomórfica de Yahveh.
El hombre fue creado semejante a Dios para dominar la tierra. En los mitos de la creación de Sumer y de Babilonia el hombre es creado para trabajar para los dioses.
Dios creó no solo al hombre, sino también a la mujer. Este relato no se vincula con mitos, especulaciones gnósticas, divinización del sexo, o con el ascetismo. En la religión cananea el hombre participaba de lo divino mediante la prostitución sagrada.

Después de la creación Yahveh descansó. En la epopeya babilónica de la creación del mundo, Marduk, que es el dios creador, es glorificado por los dioses superiores, recitando sus cincuenta nombres.
La narración bíblica es totalmente diferente en el final del relato. Con este descanso Dios instituye el sábado. Este relato es único dentro de las cosmologías orientales. Data de la época del destierro de Babilonia, pero sus raíces son mucho más antiguas. Sólo se puede hablar de la dependencia de este relato respecto a otros mitos de religiones del Oriente en un sentido restringidísimo, al no describirse lo que es el acto creador, aunque queda un eco del pensamiento cosmológico del Oriente Antiguo.

En la narración bíblica no aparece ningún combate entre dos principios cósmicos primordiales personificados, ni enemistad contra Dios. El caos no tiene fuerza propia. Ningún texto de Ugarit se parece nada al relato bíblico. La fe en Yahveh impedía al autor hablar en tono mitológico de combate de dioses, o divinizar la naturaleza.
Se ha eliminado de este relato toda representación dualista de la lucha entre Dios y los monstruos del caos. Es mítica en dicha narración la idea de un tiempo primordial, de un origen del mundo, que lo contiene en todos sus elementos.

La historia de la creación ha perdido así la posibilidad de insertarse en el culto. Queda reducida a un suceso pasado. Solo es la base de la historia posterior. Se ha abandonado la posibilidad de ritualizarla en el culto como suceso del origen. Es simplemente una historización del mito.
Un segundo relato de la creación puede leerse en Génesis 2. Es de tipo mesopotámico, posiblemente filtrado a través de la religión cananea.

Fuente:La mitología entre los hebreos y otros pueblos del Antiguo Oriente- José María Blázquez Martínez.

10/4/17

Cosmogonía Hebrea (I)


El monoteísmo religioso de los hebreos impuesto por los grandes profetas de Israel, no admite mitos auténticos, ya que los actores de los mitos son los dioses. El elemento fundamental de los mitos se refiere a los fundamentos puestos en el tiempo primordial. Israel, al no aceptar las leyendas de la mitología antigua de Egipto, de Babilonia y de Canaán, transforma la estructura del mito.

No se puede descartar totalmente, la posibilidad de la formación de mitos específicamente hebreos.
En la Biblia no se detectan mitos de carácter politeísta frecuentes en la mitología del Oriente, pero esto no descarta que no existiera la idea de un tiempo primordial.
A comienzos del presente siglo la escuela de historia de las religiones ha intentado demostrar en que medida la mitología de Babilonia ha formado parte, quizás, del patrimonio cultural de Israel. Se ha subrayado la influencia mítica babilónica en los himnos y profecías de Israel.

La Biblia hebrea comienza con los relatos de la creación, del paraíso, del diluvio universal, de la torre de Babel y de los Gigantes, que se refieren a la historia de los orígenes y son la introducción a la vocación de Abraham.
Los dos relatos de la creación son muy reservados en la dimensión mítica de su contenido.

El escrito sacerdotal (Gen. 1-2.1) sobre la creación es el siguiente:
1- Al principio creó Elohim los cielos y la tierra.
2- Ahora bien, la tierra era yermo y vacío, y las tinieblas cubrían la superficie del Océano, mientras el espíritu de Elohim se cernía sobre la haz de las aguas.
3- Y dijo Elohim: «Haya luz», y hubo luz.
4- Vio Elohim que la luz era buena y estableció Elohim separación entre la luz y las tinieblas.
5- Elohim llamó a la luz día y a las tinieblas llamó noche. Y atardeció y luego amaneció: día uno.
6- Dijo después Elohim: «Haya un firmamento en medio de las aguas y separe unas aguas de otras».
7- Hizo pues, Elohim el firmamento, puso separación entre las aguas que había debajo del firmamento y las aguas que había por encima de éste. Y así fue.
8- Llamó Elohim al firmamento cielos. Y atardeció y amaneció: día segundo.
9- Dijo Elohim después: «Reúnanse las aguas de debajo de los cielos en un solo lugar y aparezca lo seco». Y así fue. 10- Elohim llamó a lo seco tierra y a la reunión de las aguas llamó mares. Y vio Elohim que estaba bien.
11- Luego dijo Elohim: «Brote la tierra verdín, hierba germinadora de simiente y árboles frutales generadores de fruto conforme a su especie en que se contenga su semilla,
sobre la tierra». Y así fue.
12- Brotó, en efecto, la tierra verdín, hierba germinadora de simiente conforme a su especie y árboles generadores de fruto en que se contiene su semilla con arreglo a su especie. Y vio Elohim que estaban bien.
13- Y atardeció y luego amaneció: día tercero.
14-Dijo Elohim después: «Haya lumbreras en el firmamento de los cielos para poner separación entre el día de la noche y que sirvan de señales para estaciones, días y años.
15- Sean también a modo de lumbreras en el firmamento del cielo para lucir sobre la tierra». Y así fue.
16- Hizo pues, Elohim los dos grandes luminares, el luminar mayor como regidor del día y el luminar menor como regidor de la noche, y las estrellas.
17- Elohim los puso en el firmamento celeste para lucir sobre la tierra,
18- para regir el día y la noche y poner separación entre la luz y las tinieblas. Y vio Elohim que estaba bien.
19- Y atardeció y luego amaneció: día cuarto.
20- Dijo Elohim después: «Pululen las aguas en el pulular de animales vivientes y vuelen los volátiles sobre la tierra, por la superficie del firmamento de los cielos».
21- Creó pues, Elohim los grandes cetáceos, y todo animal viviente que bulle de que pululan las aguas, conforme a su especie, y todo volátil alado, según su especie. Y vio Elohim que estaba bien.
22- Elohim los bendijo, diciendo: «Procread y multiplicaos y henchid las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra».
23- Y atardeció y luego amaneció: día quinto.
24- Dijo Elohim después: «Produzca la tierra animales vivientes conforme a su especie: ganado, reptiles y bestias salvajes con arreglo a su especie». Y así fue.
25- Hizo, pues, Elohim las bestias salvajes conforme a su especie, los ganados con arreglo a su especie y todos los reptiles del campo según su especie. Y vio Elohim que estaba bien.
26- Entonces dijo Elohim: «Hagamos al hombre a imagen nuestra, a nuestra semejanza, para que dominen en los peces del mar, y en las aves del cielo, y en los ganados, y en todas las bestias salvajes y en todos los reptiles que reptan sobre la tierra».
27- Creó pues, Elohim al hombre a imagen suya, a imagen de Elohim creóle, macho y hembra los creó.
28- Luego Elohim los bendijo y díjoles Elohim: «Procread y multiplicaos y henchid la tierra y sojuzga, y dominad en los peces del mar, y en las aves del cielo y en todo animal que bulle sobre la tierra».
29- Dijo también Elohim: «He aquí que os doy toda planta seminífera que existe sobre la haz la tierra entera, y todo árbol que contenga en sí fruto de árbol seminífero, os servirá de alimento;
30- y a toda bestia salvaje, toda ave del cielo y todo cuanto serpea sobre la tierra, cuanto encierra en sí espíritu vital, por alimento toda hierba verde». Y así fue.
31- Elohim vio todo cuanto había hecho, y he aquí que estaba muy bien. Y atardeció y luego amaneció; día sexto. “Quedaron, pues, acabados los cielos, la tierra y todo su cortejo astral”.

Este texto es una doctrina enriquecida a lo largo de los siglos. No se encuentra en él ninguna huella semi mitológica. El lenguaje es totalmente analítico. Fe e imagen científica del mundo, tal como entonces se entendían, se entrelazan sin ningún problema. Dios libremente ha creado el cielo y la tierra. El texto describe el estado caótico origen de la tierra.

Continuará...

9/4/17

Cosmogonía Fenicia (II)

Relieve del Pozo Moro (Albacete-España)

Los dioses lucharon por la soberanía del mundo, lucha que terminaría con la victoria de Cronos (Baal Hamón), la muerte y la divinización de Urano, y la división de las ciudades fenicias entre los aliados de Cronos.
Se trata, en definitiva, de una descripción física del origen del mundo, sus sucesivas creaciones y la narración de las leyendas de Urano y de Cronos. El autor aplica la interpretación de Evémero, que vivió en el siglo IV a.C., a los Titanes, a Pothos y a Eros.

Filón no menciona a Tiro, sino al dios Melkart. El rey de los dioses es Adodos (identificado con Demarous), es decir, Hadad. Baalat es la señora de Biblos. La divinización de los restos mortales del mar por Poseidón y los Cabiros, recuerda el triunfo de Baal sobre Yammu, y el texto podía interpretarse en el sentido de que los dioses de Berio domesticaron el furor del mar.
En la narración de Filón se entremezclan materiales del mito cosmológico con elementos del mito teogónico, fiel reflejo de las teogonías griegas. La primera y más famosa es la de Hesíodo, que hoy se cree de origen oriental.
Filón puntualiza que las narraciones de Sanjuniatón y de Hesíodo presentan puntos de contacto, y que Hesíodo copió a los fenicios; si no a los fenicios, sí a los orientales.
Filón, cuenta que los fenicios siguieron a Ferécides de Siros, filósofo del s. VI a.C., y uno de los siete sabios de Grecia, famoso por su teoría sobre la existencia de un dios supremo llamado Serpiente.

El escritor cristiano de la escuela de Alejandría, Orígenes (Contra Cels. VI 42-43), escribe que Ferécides en su cosmología presenta a Cronos guiando un ejército contra Ofión. Es el mito de la lucha contra el caos primordial, según Damascio, en su obra titulada Dudas y Soluciones sobre los primeros principios. Dicho autor varió parcialmente esta cosmología, siguiendo al legendario Moco, en la que en origen desempeñan un papel importante el Éter y el Aire; en su obra recoge diferentes teogonías. Damascio recuerda la obra demiúrgica de Cronos y el huevo cósmico.
Eudemos de Rodas atribuía a los fenicios la tesis de que Cronos, Anhelo y Niebla, eran el origen de todas las cosas, y que de la unión de los dos últimos nacieron Aire y Aurora.

El mito fenicio, equivalente al de Saturno, del dios que se come a sus hijos, del que habla Filón de Biblos, está representado en el 500 a.C., o poco después, en uno de los relieves de Pozo Moro (Albacete), donde dos niños están dentro de calderos. Los personajes con cabeza de animales son típicos del Norte de Siria, tierra de arameos, que intervinieron en la colonización fenicia en Occidente, como se ha demostrado.
Otro mito fenicio transportado a Occidente podría ser el de Habis. En un relieve de Tiro con el nacimiento de Melkart se representa a un niño entre las patas de un gamo o cáprido. El hispanista Tsirkin relaciona este relieve publicado por H. Seyring en 1971 y por E. Will en 1995 con el mito de Habis.

Existen muchas analogías entre los mitos sumerios y algunos de los de la Biblia, cuyo conocimiento debió llegar a los hebreos a través de los fenicios, en opinión de Kramer, que cita en este sentido el poema mítico sumerio titulado Enki y Ninhursag, poema de 278 líneas, que trata del Paraíso, no del bíblico, sino del paraíso que prepararon los dioses para ellos en la tierra de Dilmun.
La leyenda bíblica del nacimiento de Eva de una costilla de Adán, comparada con el mito del paraíso sumerio, proporciona la explicación de uno de los enigmas más embarazosos de la Biblia, donde Yahveh crea a la primera mujer de la costilla de Adán.
En el poema de Dilmun una de las partes enfermas de Enki es la costilla, que en lengua sumeria es ti. La diosa que sana la costilla de Enki es Ninti, "la dama de la costilla"; ti significa en sumerio "hacer vivir". El texto sumerio que identifica a "la dama de la costilla" con "la dama que hace vivir", pasó a la Biblia.

Fuentes:
- José María Blázquez Martínez, La mitología entre los hebreos y otros pueblos del Antiguo Oriente, versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia.
- D. Armand, Mitología y religión del Oriente Antiguo II/2 Semitas occidentales (Emar, Ugarit, hebreos, fenicios, árameos y árabes), G. del Olmo Lete, ed., Barcelona 1995
- A. Baumgarten, The Phoenician History of Philo of Byblos, Leiden 1981.
- Mitos y leyendas de Canaán según la tradición de Ugarit, G. del Olmo Lete, Madrid 1981.
Ver Pozo Moro

7/4/17

Cosmogonía Fenicia (I)


Eusebio de Cesarea, historiador eclesiástico del siglo IV, recogió en su Praeparatio Evangélica, una mitología Fenicia de Filón de Biblos, autor que vivió entre los siglos I-II y que había traducido del fenicio al griego la Historia fenicia de Sanjuniatón.
Aunque el valor de esta fuente es muy discutible, es la única Mitología Fenicia que nos ha llegado, y se presta a muy variadas interpretaciones.
El hecho de que Porfirio, discípulo de Plotino (205-270), hombre cultísimo y serio, aceptase la existencia de Sanjuniatón, es una prueba de gran valor a favor de la veracidad de su testimonio.

El texto de Eusebio es un centón literario descriptivo, que por razones de espacio no podemos exponer en su totalidad. Comienza de la forma siguiente:
Después de hacer estas aclaraciones en el preámbulo, Filón aborda la traducción de Sanjuniatón, exponiendo de la manera siguiente la teología de los fenicios (capítulo 10):
Sitúa en el origen del universo un aire opaco y ventoso o un soplo de aire opaco, y el caos fangoso, tenebroso. Estos elementos eran infinitos y permanecieron sin límite durante largo tiempo. Pero cuando el soplo se enamoró de sus propios principios y se produjo una mezcla, se llamó a esta combinación “el deseo”. Aquí está el principio de la creación de todas las cosas. Pero el mismo no conocía su propia creación. De la unión del soplo consigo mismo nació Mot.
Según unos, es el limo; según otros, la putrefacción de una mezcla acuosa. De aquí procede toda semilla de creación y la génesis del universo. Había animales desprovistos de sentimiento, de los que nacieron seres dotados de espíritu, y fueron llamados Zophasemin, esto es contempladores del cielo. Fueron hechos a imagen de un huevo y Mot lanzó sus fuegos, así como el Sol, la Luna, las estrellas y los grandes astros.

He aquí más o menos su cosmogonía, preludio manifiesto del ateísmo. Veremos cómo, según Filón, tuvo lugar la generación de los animales. Se expresa así:
"Y estando el cielo en llamas, abrazando la tierra y el mar, provocó vientos, nubes, caídas y derramamientos considerables de aguas celestes. Una vez que, a causa del calor solar, estos elementos hubieron sido separados, alejados de su propio emplazamiento, y de nuevo unidos en el aire y entrechocados, entonces se produjeron truenos y relámpagos y, al retumbo del trueno, los animales dotados de inteligencia y de los que se ha hablado, se despertaron; fueron espantados por el estruendo y machos contra hembras, comenzaron a moverse sobre la tierra y en el mar...”

La cosmología fenicia de Filón de Biblos, expuesta en términos mitológicos, trata del origen del cosmos, del origen de la cultura, de la genealogía de los dioses, de la repartición de la tierra entre éstos, y de la serpiente primordial.

Filón ofrece dos relatos de la Creación:
Eliun es un dios creador, identificable con El-Elyon (Gen. 14), con Elohim (Sal. 57, 3; 68, 58) y con Yahveh-Elyon (Sal. 7, 18; 48, 3).
Eliun y Berut son los fundadores de Berito al comienzo del mundo. Esta pareja divina habitaba también en las proximidades de Biblos, la primera ciudad del mundo fundada por El-Cronos. Allí se halló la base de un altar dedicado a "Zeus muy alto", representado en un busto colocado de frente con sus atributos, el cetro y el rayo.
En Biblos se tributaba culto a Eloim, citado en una inscripción (s. XI-X a.C.) que menciona a Baal-Shamin, a Baal Gebal y "a la totalidad de los demás dioses santos de Biblos".
La ciudad contaba con un templo consagrado a Eliun. De la unión de éste y de Berut nació Epigeios, que más tarde se llamó Urano. En la mitología de Ugarit, El era tenido por el padre del hombre, y Asherat por la madre.
El cielo y la tierra era hijos de Eliun y Berut, mito que encuentra correspondencia en Génesis 2,1.

Este relato de la creación es propio de un medio cananeo, no ugarítico ni hebreo, y debe ser muy antiguo:
El dios El engendra a Ulomos, el mundo, y de éste procede Chusor, inventor del hierro y de la actividad artesanal, que conocería el arte de la magia y los dichos sapienciales. El arte de la construcción, la agricultura, el cuidado del ganado, la escritura y la navegación siguen a los primitivos inventos.
El dios El, "el muy alto", murió luchando contra bestias feroces, y sus hijos le divinizaron y le ofrecieron libaciones y sacrificios.
Los dioses de Fenicia eran hombres divinizados, pero el texto que en este caso no transcribe literalmente el original, sino que es una interpretación de Filón de Biblos, se presenta aquí como el mito de un dios que muere y resucita, es decir, Adonis.

En la mitología ugarítica, Aliyan Baal fue muerto por las fieras contra las que luchaba. El dios tuvo tres hijas y un hijo. Después de Anat, engendró un búfalo. Muerto Baal, la diosa le ofreció un sacrificio de ciervos, corderos, bueyes, cabras montesas y asnos, sacrificio que Filón de Biblos ha cambiado por libaciones y sacrificios.
El autor confundiría a Aliyan Baal, que en la época en que escribe se había convertido en Hadad dios joven y batallador, con Eliun, dios padre.
Filón se basa en una cuestión de nombre, pues en Ugarit a Aliyan Baal se le nombra "el Alto", y de este nombre se pasa fácilmente a Eliun, "el muy alto". Nuestro autor, pues, ha utilizado seguramente documentación muy antigua en este mito.

Filón recoge también otro episodio de la Creación:
De la unión del viento (Colpias) y de la noche (Baau) nacieron Aión y Protógonos, que eran hombres mortales. 
Este relato se cree inspirado en el libro del Génesis. Viento es traducción del término hebreo "espíritu", Dios, y Baau transcripción de "cosa informe" de Génesis 1-2, la tierra antes de su creación, es decir, el Caos.

En los orígenes del universo había un viento fuerte y un caos oscuro, en lo que coincide parcialmente, con las cosmogonías judía y mesopotámica. Del huevo cósmico resultan los astros y la separación del agua del cielo. La cosmogonía fenicia sigue el llamado Poema babilónico de la Creación.
Para el autor del Génesis, antes de la creación el mundo estaba compuesto por un núcleo de tierra cubierta de agua salobre. En el Génesis 1,2 se menciona el océano primordial. De la mencionada pareja Colpias y Baau nacieron Aión y Protógonos, hombres mortales.

La expresión de Filón de Biblos en el sentido de que Aión inventó el alimentarse de los frutos de los árboles, se encuentra equivalente en Génesis 3,2.
En el mosaico de Cahba-Philippolis, que es una interpretación griega de la Creación, se encuentra la misma oposición que en Génesis 2,4 y que en Filón de Biblos. De un lado, el universo; de otro, el hombre. Aión y Protógonos serían llamados "generación y generación" por Filón, que en el Antiguo Testamento (Sal. 89, 90, 91) indicaría la sucesión de los años.
En este texto de Filón se tendría un relato de la Creación de inspiración bíblica tocado de evemerismo (Evémero).
Avanzando en la narración se menciona a Agros y Agrotes, que completaron las casas. De ellos descienden campesinos y cazadores. Se les llama Atetes y Titanes... Más adelante Filón de Biblos afirma que Sitón es Dagón, inventor del trigo y el arado, llamado Zeus Arotrios, Zeus protector de la agricultura. A Dagón se le menciona en compañía de El-Cronos, dios padre, Ashrath-Betilo, diosa madre, Dagón, dios hijo, a los que se suma Ishtar.
Agrotes recuerda al dios Aliyan Baal, que en época de Filón era Júpiter Heliopolitano (muy venerado, como puntualiza el propio autor), que conservó hasta finales de la antigüedad su carácter de dios del trigo, con el que se le representa en las gemas. Filón llama a Agrotes "el más grande de los dioses para los habitantes de Biblos". Adad (Hadad) es calificado por Filón como "el rey de los reyes, el más grande de los dioses". Se sospecha que en este último relato el autor ha utilizado textos de época helenística y romana relativos a Dagón y a Hadad.

Continuará...

6/4/17

Tesoros de Canaán (El Tanawa)

Dibujo de un Tanawa encontrado en las Cuevas de los Navegantes, en la bahía de McCluer cerca de Sosora, Nueva Guinea.

Los egipcios llegaron al Sur de América, al menos 200 años a.C., sabían calcular la longitud con un ingenioso instrumento utilizado para medir las coordenadas eclípticas sin necesidad de cálculos a partir de otras coordenadas. El Tanawa podía medir la distancia lunar y de otros cuerpos celestes y con la ayuda de tablas astronómicas calcular la longitud del lugar.

El proyecto de dar la vuelta al mundo fue ordenado y financiado por Ptolomeo III, en el 232 a.C. Eratóstenes, el entonces jefe de bibliotecarios de la Biblioteca de Alejandría, no sólo había demostrado que la tierra era redonda, también había calculado su circunferencia en 40.000 kms. (la medición actual es de 40.047 kms). Eratóstenes realizó sus medidas comparando la sombra de dos palos, colocados en lugares diferentes del mundo el mismo día y a la misma hora, toda una proeza matemática.

Ptolomeo III buscaba una ruta desde Alejandría hasta la India por el Este, para establecer líneas comerciales más seguras, ya que las rutas del Atlántico estaban bajo el dominio de sus enemigos Cartagineses.

Para llevar a cabo dicha expedición, fueron designados dos destacados navegantes, el capitán Rata y el científico Maui (Mawi), y usaban el más avanzado material técnico de navegación de la época. El “tanawa” (que posteriormente sería llamado “torquetum” por los portugueses), es un aparato con el que se podía medir la diferencia angular entre la Luna y la estrella Altair (constelación del Águila).
La dificultad a la hora de calcular estos datos reside en que si ambos cuerpos celestes no se encuentran sobre un meridiano, debemos calcular las rectas como curvas, suponiendo un gran problema para realizar las mediciones incluso con una calculadora. El tanawa tenía 23,5 grados de inclinación, lo que corregía automáticamente estas deformaciones debidas a la posición de los astros en relación a la Tierra.

Según los historiadores que han recopilado los datos, la expedición de Rata y Maui fue todo un éxito, y culminó su viaje en Nueva Guinea oriental. Una inscripción encontrada en la costa de Irian Jaya traducida por Barry Fell, un respetado epigrafista, dice lo siguiente:
La tierra está inclinada. Por lo tanto los signos de la mitad eclíptica atienden al sur, la otra mitad crece en el horizonte. Esta es la calculadora de Maui”.
A continuación de estas palabras había un dibujo de un aparato (tanawa), reproducido en el libro de Barry Fell “America B.C.”, y que sirvió para que Richard Sanders construyese una copia en madera.

Estas inscripciones, halladas en las llamadas “cuevas de los navegantes” se encuentran en la bahía de McCluer, y junto a ellas se encontró tallado en roca un pequeño resumen en jeroglíficos que nos habla de una expedición de 6 barcos comandada por el capitán Rata. Hay quienes afirman que Rata y Maui continuaron su viaje hacia el Este, llegando a las costas del ignoto continente americano, debido al hallazgo por parte de Karl Stolp de otras inscripciones similares en Tiguiririca (Chile).

Inscripción principal en la gruta de Tinguiririca que pertenecía a la misma expedición que recaló en Nueva Guinea:
Límite sur de la costa alcanzada por Mawi. Esta región es el límite sur de la tierra montañosa que el comandante reclama mediante proclamación escrita en esta tierra triunfante. A este límite sur llegó la flotilla de barcos. El navegante reclama esta tierra para el rey de Egipto, para su reina y para su noble hijo, comprendiendo un curso de 4.000 millas escarpado, poderoso, levantado en lo alto. Agosto, día 5 del año 16 del Rey”.
En aquella fecha, el faraón era Ptolomeo III Evergetes, la reina se llamaba Berenice y el hijo el futuro faraón Ptolomeo IV Philopator. La lengua era la de Libia, emparentada con el egipcio y el maorí antiguo; la escritura libia se utilizó en Nueva Zelanda hasta el siglo XV.

Sin embargo el autor Paul Gallez, discrepa en el trayecto que suponen de ida al Este a lo largo del Ecuador. Las corrientes los harían ir al E. entre 35º S. y 45º S., y después subir al Norte por la corriente Humboldt a lo largo de Chile y Perú.
Todo indica que Paul Gallez está acertado y puede comprobarse en el mapa de las principales corrientes de los océanos. En realidad, la flotilla egipcia debió zarpar del E. ó S.E. de Australia aprovechando las corrientes East Australian y Southern Ocean y remontar la costa sudamericana del Pacífico favorecidos por la corriente de Humboldt. De este modo se explica que encontraran inscripciones egipcias en Tiguiririca.
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Fuentes:
Predescubrimientos de América, Paul Gallez, Bahía Blanca (Argentina) 2001
America B.C. Barry Fell, New York, Simon & Schuster, 1976