26/2/17

Tesoros de Canaán (Navegación II)

No cabe duda sobre la capacidad de las naves fenicias para realizar el viaje transpacífico utilizando las corrientes marinas y los vientos regulares, estuvieran al servicio de los hebreos, de los egipcios o de los persas.

Los Fenicios formaban las tripulaciones de las flotas egipcias y asumían su dirección técnica. Enterados por sus jefes egipcios y hebreos de los problemas y de los beneficios de la navegación al Extremo Oriente (Asia), era muy natural que organizaran sus expediciones también por cuenta propia.

Se puede preguntar cómo sus flotas tenían acceso al Mar Rojo y al Océano Índico, cuando su país sólo ocupaba una pequeña franja del litoral mediterráneo. Las respuestas son varias. Los fenicios ocupaban el Golfo Pérsico, de donde llegaron al actual Líbano, sus primeras expediciones pueden haber tenido lugar antes de esta migración. También se agruparon en las tierras de Somalia. En el siglo VI, Fenicia fue incorporada a la Persia de Ciro, y ellos podían salir por el Golfo Pérsico en flotas oficialmente persas pero de hecho fenicias. Durante más de un milenio y bajo varias denominaciones, las flotas fenicias cruzaron el Mediterráneo, el Atlántico, el Mar Rojo y el Océano Indico. Sus marineros podían muy bien haber dejado inscripciones fenicias en los países que visitaban, aún cuando realizaban las expediciones por cuenta de un rey no fenicio.

Las naves egipcias podían desplazar 6.500 toneladas, como la de Ptolomeo IV Philopator (222-205 a.C.); de hecho, el historiador hebreo Flavio Josefo habla de barcos que, además de su tripulación, llevaban 600 pasajeros y mercancías.
(Paul Herman: Las aventuras de los primeros descubrimientos, Barcelona, Labor 1967; Jacques de Mahieu: La agonía del dios-sol, Buenos Aires, Hacchette, 1977).

Ibarra Grasso ha comparado los navíos de comercio del Mediterráneo oriental del siglo III a.C. con las naves pintadas en la alfarería mochica al norte del Perú. Estos barcos son prácticamente idénticos y se caracterizan principalmente por un puente continuo de proa a popa cargado de jarras llenas de vino, de aceite, etc. Es de destacar que este tipo de naves sigue circulando en el Mar Egeo y en Indochina, pero jamás se han reconocido en el Perú. A un protohistoriador actual le tocó descubrirlo en las pinturas mochicas y darle su explicación.
(Dick Edgar Ibarra Grasso: La representación de América en mapas romanos de tiempos de Cristo, Buenos Aires, 1970; Al-Masudi: Kitab al tanbih wa’l-Israf en Michael Jan de Goeje: Bibliotheca Geographorum, t. 8. Leiden, Brill 1870- 1889).

Los barcos egipcios o fenicios que salían del Mar Rojo habían de seguir el itinerario tradicional por Malabar, Taprobana (Ceilán) y el Chryse Chersonesos (Península de Malaca) hasta Zabai en Borneo, y desde allí aprovechar la corriente del Pacífico Sur hasta Kattigara, que para fines de cálculo situaremos en el Perú; la vuelta se haría por la corriente ecuatorial hasta Borneo y desde allí por el mismo camino que el de ida. La longitud de estos trayectos sería de unos 39.000 km. (21.058 millas) de ida y de 34.000 km. (18.358 millas) de vuelta. En total, 73.000 km. (39.416 millas náuticas).

Herodoto de Alicarnasso (Los nueve libros de la Historia IV; G.E. Gerini: Early Geography of Indo-China. Journal of the Royal Asiatic Society 1897), escribe que las naves de su época solían navegar 70.000 orguías (brazas) con la luz del día y otras 60.000 de noche; en total, 130.000 orguías en una singladura, cada veinticuatro horas, y utiliza este dato para calcular la anchura del Mar Negro.

El autor Paul Gallez utilizó el mismo método para estimar la duración de los viajes a Kattigara. Las 130.000 orguías equivalen a 240 km., que Hennig reduce a 200 km. para dejar un margen a las eventualidades de la navegación. Sobre esta base, el viaje de los 73.000 km. supone 365 días de navegación efectiva.
(Richard Hennig: Terra Incognitae I, 4 vol. Leiden, Brill, 1950; Georges Grosjean y Rudolf Kinauer: Kartenkust und Kartentnicht vom Altertum bis zum Barock. Bern y Stuttgart, Hallwag, 1970).

Se ha dicho que el viaje de ida y vuelta sería de unos 73.000 km. (39.416 millas), y resulta que calculando las distancias sobre un mapa moderno entre Suez y Panamá, pasando por Adén, Freemantle y Wellington, la distancia real es 15.765 millas en el viaje de ida, es decir, más de 31.000 millas náuticas incluyendo el regreso.
Paul Gallez llegó a la conclusión de que, los Fenicios llegaron a América, por lo menos en el primer milenio antes de nuestra era.

Se han encontrado una serie de elementos considerados como fenicios en varios lugares.
Dick Edgar Ibarra Grasso ha identificado dos naves fenicias en las estelas centrales del templo de Sechim, en el Valle de Casma, en la costa peruana (La representación de América en mapas romanos de tiempos de Cristo, Buenos Aires, 1970, pp. 175-177) se considera que estas ruinas datan de hace 3.000 años. Otros monolitos de la zona representan una gran nave oceánica y un sextante. (Julio C. Tello: Arqueología del valle de Casma. Lima, 1956).

Más extraordinarios son los descubrimientos de Bernardo Silva Ramos, presidente del Instituto Geográfico de Manaos, que ha recorrido la selva amazónica durante más de veinte años buscando, fotografiando y copiando 2.800 inscripciones rupestres, reconociendo la mayor parte de ellas como fenicias y otras como griegas.

Continuará...

25/2/17

Tesoros de Canaán (Navegación I)

Mapa de viaje planteado por Meggers y las corrientes marinas, los puntos corresponden a la ruta experimental que siguió el Yasei-go III

En todo el continente americano existen pruebas de que la colonización empezó hace miles de años, desde oriente y occidente, y que en este proceso llegaron navíos de todo tipo a todas las zonas costeras.

Los trabajos de la arqueóloga norteamericana Betty Meggers (1997) y del físico oceanográfico Nikolai Maximenko (2012) proponen las vías marítimas que debieron seguir las antiguas embarcaciones para recorrer el mundo, teniendo en cuenta el tipo de navío y el tipo de corrientes existentes en el globo.
La Dra. Meggers (1997) recoge la opinión de muchos investigadores que coinciden en que estos contactos existieron y además fueron repetidos e independientes entre sí. Con sus colaboradores afirman que la cultura ecuatoriana de Valdivia (4.000 a.C.) tiene el mismo origen que los japoneses de Jomon Medio y que emigrantes chinos de la civilización Chang o Shang llegaron a América 3.700 años antes de nuestra era. Es muy probable que estos contactos repetidos contribuyesen a formar las altas civilizaciones precolombinas ya que muchos de los pueblos asiáticos ya conocían el arte de la navegación y la astronomía, y también tuvieron un gran avance en la industria náutica.
El físico Nikolai Maximenko (2012) traza en base a datos por computador las rutas que nuestros antepasados pudieron seguir para llegar a América desde Occidente según algunas tradiciones nórdicas.

Tanto desde Oriente como Occidente fue factible la probabilidad de viajes oceánicos por navegantes que un día decidieron ver que había más allá del mar.
Se conoce la expedición Egipcia de Nekau hijo de Samético en el siglo VI a.C., monarca de Egipto (595-589 a.C.), de la XXVI Dinastía que hace 2.600 años pudo haber llegado a América siguiendo los alisios canarios hasta Venezuela y El Caribe.
De la misma forma, hubo una emigración de los cananeos, puestos en fuga por Josué, la ruta es mencionada por Rivet (2002): …debieron partir una vez llegados a Egipto, hacia el oeste, alcanzar el litoral del Atlántico por el norte de África, para trasladarse hacia América, cruzando el océano.

El francés Guines, después de estudiar y revisar los textos del escritor chino Ma-Twan-Lin, habló de una nueva tierra descubierta por un sacerdote budista chino llamado Hoei-Shin en el año 499, esta tierra maravillosa se llamaba Fu-Sang.
John Rankin (1999) apunta que los tártaros o mongoles también hicieron travesías por el Pacífico siendo Kublai-Khan en 1.380 el fundador del pueblo peruano.

En la Biblia tenemos la descripción de una tierra lejana donde las flotas Fenicias navegaron en nombre del rey Salomón de Israel y llevaban oro para la construcción de un gran Templo en Jerusalén, esta tierra recibe el nombre de Ofir. Su ubicación exacta no ha sido confirmada.
En 1 Reyes 9:26-28 leemos: ...Salomón mandó también construir una flota en Asiongaber, que está cerca de Elat, a orillas del Mar Rojo en la tierra de Edom. Hiram de Tiro envió a esa flota algunos de sus marineros, conocedores del mar, con la gente de Salomón. Llegaron a Ofir y trajeron de allí cuatrocientos talentos de oro, que llevaron al rey Salomón. Otro pasaje de la Biblia (2 Crónicas) sugiere que el viaje de ida y vuelta tardó tres años en completarse.

La tierra de Ofir se denomina de diversas formas como un lugar en el Este, un lugar de ríos y montañas, la tierra del Sol, un lugar habitado. El rey Salomón envió dos flotas a Ofir, una a través del Mar Rojo, la ruta conocida por los egipcios, y otra a través del Estrecho de Gibraltar. Pero los buques de Hiram hicieron el viaje en no menos de tres años, así que no se trataba de un lugar cercano.
Fuera del Nilo había dos rutas comerciales importantes, una de ellas era la del Mar Rojo hacia el país de Punt.

El historiador Paul Gallez sitúa una tierra de Punt en América, probablemente en la región de Puno en el lago Titicaca en territorio peruano, donde se obtiene plata, oro, antimonio, mercurio, zinc, estaño y cobalto. En la región hay viejas minas de cuya antigüedad los arqueólogos aún no están de acuerdo.
(Trois thèses de predecouverte de l’Amérique du Sud par le Pacifique. Gesnerus 33 -1976-, Aarau, Zurich).

Continuará...

21/2/17

Tesoros de Canaán (Alfabetos IV)

Inscripción de la Piedra de Paraiba (Brasil)

El orientalista Lienhardt Delekat (Phönicier in Amerika, Bonn, 1969) ha demostrado, el carácter cananeo de la Piedra de Paraíba (actualmente la ciudad se llama Joao Pessoa capital del estado de Paría, al sur del Cabo San Roque, en Brasil).
La piedra, que al encontrarla en una plantación se partió en cuatro pedazos, desapareció, pero antes se hicieron copias de la inscripción. Fue encontrada el 11 de Septiembre de 1872 y quizás sea una prueba de que navegantes fenicios llegaron a Brasil 2.000 años antes de su descubrimiento oficial.

El estudio más completo sobre el texto de Paraiba se debe a Delekat de la Universidad de Bonn. El autor analiza cada una de las formas gramaticales de este texto, comparándolo con el arameo, el hebreo antiguo, el sidonio y otros dialectos cananeos, particularmente con respecto a las formas del imperfecto consecutivo. Delekat concluye que el texto está escrito en Sidonio antiguo de finales del siglo VI a.C. La traducción de Delekat es la siguiente:
Somos hijos de Canaán, de la ciudad de Sidón. El reino se dedica al comercio. Estamos varados en esta costa montañosa lejana y queremos sacrificar ante los dioses y las diosas. En el año 19 del reinado de Irma, hemos zarpado de Ezlon Geber por el Mar Rojo, con diez barcos. Hemos navegado ya dos años y hemos circunnavegado esta tierra, tanto caliente como lejana de las manos de Baal (i.e. fría) y hemos llegado aquí doce hombres y tres mujeres, porque en otra costa diez de ellas han muerto, porque habían pecado. Que los dioses y las diosas nos sean favorables”.

Las traducciones de otros autores como Netto, Schlottmann y Cyrus H. Gordon, difieren en la interpretación de varias palabras. El rey aludido sería Hiram III, cuyo 19º año del reinado corresponde al 532 a.C.
El estudio del texto lleva a Delekat a una conclusión inesperada. Los navegantes fenicios habrían llegado a Brasil por el Pacífico, pasando por el sur del Estrecho de Bering y el sur del Cabo de Hornos (zonas frías), y entre estas dos regiones, por Mesoamérica (zona caliente).

En 1976, Barry Fell (América a.C. Los primeros colonizadores del Nuevo Mundo. México, Diana, 1983), dio su traducción de una inscripción trilingüe hallada en el túmulo funerario de Davenport, en Iowa, describiendo la celebración egipcia del Año Nuevo en el equinoccio de Marzo. Las tres lenguas son el egipcio, el íbero púnico y el libio.
Esa lápida ha sido fechada alrededor del año 800 a.C., durante la XXI dinastía (libia) de Egipto. Las expresiones referidas a la astronomía y a la religión en la escritura hierática egipcia no difieren más que en textos copiados por manos diferentes.

Un descubrimiento sensacional, también de Barry Fell, es el uso de signos jeroglíficos por los indios Micmac de Acadia, la parte de Canadá situada al norte del Maine y al sur del estuario del río San Lorenzo. Esta tribu, que pertenece al grupo algonquino, fue evangelizada en el siglo XVIII por el abate Maillard, quien escribió en jeroglíficos un catecismo para sus parroquianos, una historia religiosa, el rito de la misa, las oraciones principales y algunos salmos. Para sus compatriotas franceses, Maillard redactó en 1.738 su Manuel hieroglyphicus Micmac. Se ha creído durante dos siglos que Maillard había inventado estos signos jeroglíficos para escribir las oraciones de sus fieles, pero 61 años después de su muerte, en 1.823 Champolion empezó a descifrarlos.
Barry Fell ha demostrado que estos jeroglíficos egipcios son muy similares a los de los Micmac. ¿Cómo pudo Maillard aprender la escritura egipcia antes que Champolion revelara su lectura e interpretación?, es evidente que los Micmac conocían y usaban la escritura jeroglífica egipcia y la habían aprendido de los propios egipcios. Cómo y cuándo son problemas sin resolver, lo cierto es que los algonquinos (nombre genérico de los individuos pertenecientes a la familia lingüística india extendida en Norteamérica, las tribus algonquinas se hallaban dispersas desde el río Churchill hasta las Carolinas y desde Terranova a las Montañas Rocosas) celebran cada año la llegada de sus ancestros a América por mar, pero no saben ni de dónde ni cuándo vinieron.

En otro capítulo, Fell nos muestra una inscripción grabada en Texas en idioma libio escrito con alfabeto Ogam, donde se señala que allí llegó una tripulación del rey Shishong, nombre de varios reyes de Egipto entre 1000 y 800 a.C.

Fuente: Rick Sanders (“Ancient navigators could have measured the longitude”) Octubre 2001, publicado en 21st. Century Science & Technology Magazine.

17/2/17

Tesoros de Canaán (Alfabetos III)

Los fenicios utilizaban un alfabeto fonético que los griegos adaptaron a su propia lengua y con el tiempo, sirvió de modelo para los posteriores alfabetos occidentales. Se conoce la existencia de dialectos en su lengua (de Biblos, Chipriota, Púnico), y como tal dejó de hablarse en Palestina en el siglo II, aunque reminiscencias persisten entre los Bereberes y Tuaregs del norte de África.

Los hebreos adoptaron el alfabeto fenicio, aunque dada la similitud de sus lenguas y la mutua influencia por su cercanía geográfica hubo menor modificación que por los griegos. Los griegos tomaron algunas letras del alfabeto fenicio y les dieron valor de vocal; debido a las diferencias lingüísticas entre ambos idiomas (griego/indoeuropeo, fenicio/semita), también cambiaron la pronunciación de algunas letras, y agregaron algunos símbolos para representar sonidos inexistentes en fenicio.
El alfabeto latino proviene del alfabeto etrusco, que fue a su vez una adaptación del alfabeto griego.

La literatura fenicia y púnica está rodeada de un halo de misterio, dado los pocos vestigios que se han conservado. Se han perdido los archivos existentes en palacios y templos (Anales de Tiro), así como sus textos geográficos, jurídicos, filosóficos y religiosos de los que, con referencias indirectas, tenemos constancia. No queda más que una serie de inscripciones reiterativas y estereotipadas, pocas de las cuales tienen carácter netamente literario (casi todas meramente votivas o funerarias, y solo alguna narración histórica, poemas, etc.), otras sobre monedas, fragmentos de la Historia de Sanjuniatón y del Tratado de Magón, la traducción al griego de Los anales de los reyes tirios por Menandro (Josefo conservó fragmentos de esta obra), del Viaje de Hannón el Navegante, y el texto del Poenulus de Plauto, junto a otros textos en versiones muy alejadas de los originales.

En poco más de un centenar de rótulos, estelas o epígrafes se citan nombres, divinidades, cargos públicos, oficios o invocaciones religiosas que sugieren un pueblo lleno de creencias, mitología, técnica y cultura. Es un hecho probado que tanto en Fenicia como en Cartago hubo bibliotecas y tras su victoria sobre Cartago, el Senado Romano dictó su reparto entre sus aliados africanos (lo que demuestra su valía, aunque del soporte en papiro de Plinio (Hist. Nat. XVIII, 5, 22) indicaba que de este reparto solo se salvó la obra de agricultura de Magón, y conocemos que los fenicios tuvieron una rica producción literaria heredera de su pasado Cananeo, de la que obras como las de Filón de Biblos o Menandro de Éfeso, sin duda son parte muy poco representativa.
Los Anales de Tiro, que se siguen estudiando, los archivos que se desentierran en Ebla (Siria) o los muy antiguos Textos de Ugarit, están aportando nuevas visiones de sus creencias y su saber.

Aunque los fenicios fueron un pueblo mucho más comerciante-marinero que agrícola-ganadero, obviamente necesitaban alimentos, que obtenían de los pequeños territorios agrícolas de sus ciudades y colonias, y disponían de numerosas deidades relacionadas con la agricultura.
Adoraban la vida en el campo y los jardines y frutales de sus ciudades, el testimonio de Diodoro de Sicilia sobre las explotaciones agrícolas de Cabo Bon (XX, 8, 2), es suficientemente explícito, y los de Cartago eran famosos. Algunos nombres de plantas han pasado a través de los griegos a la nomenclatura botánica vinculados a ellos, sea la palmera (Phoenix) o el granado (Punica). Precisamente en esa ciudad, y volviendo a sus textos, se había escrito el citado Tratado de agricultura de Magón, de 28 libros (originales perdidos), donde hallamos varias referencias a sus abejas y a sus plagas. Este texto fue traducido al latín tras la destrucción de Cartago (146 a.C.) y posteriormente al griego, a partir de las cuales nos han llegado referencias y 66 fragmentos, y sabemos que fue ampliamente utilizado por los romanos (citado en la Res Rustica de Varrón, en el tratado de Columela, por Plinio, etc.) y por los árabes. De estos fragmentos, tres (uillatica pastio) se dedican a la apicultura, de lo cual se evidencia su práctica generalizada en Cartago. La Cera Púnica, una de las mejores por su calidad con la que comerciaban, y cuyas cualidades junto a las de España, Pontus, Candia, Creta o Córcega, alababan autores griegos y romanos como Aristóteles, Celsio, Dioscórides, Plinio, Columela o Paladio, quienes hablan de las propiedades de las ceras púnicas. Los griegos y los romanos la emplearán para sus revestimientos y técnicas encáusticas.

También tenemos indirectas referencias apícolas entre los fenicios a través de Egipto. Es conocido que en el Imperio Nuevo egipcio, la miel se usaba como elemento de pago de expediciones militares o comerciales y como tributo a mandatarios, tal como aparece en los Anales de Tutmosis III, en los que se citan 470 jarras de miel de Djahi (Fenicia) y 264 de Retenu (nombre egipcio de Canaán, la actual región de Palestina y Siria, que se extendía desde Tjaru a Mitani), o también como tributo a mandatarios aparece en la Tumba de Rekmire en Tebas (s. XV a.C.), documento que nos asevera la producción apícola entre los fenicios y su estima, y que corrobora Ezequiel en su profecía contra Tiro (27, 12-25).

Fuente: LAS CREENCIAS Y EL ARTE DE LOS FENICIOS - Víctor J. Monserrat. Boletín de la Sociedad Entomológica Aragonesa (S.E.A.), nº 52 

16/2/17

Tesoros de Canaán (Alfabetos II)


Entre los valores culturales que los hebreos adoptaron de Canaán, se encuentra la escritura (s. XII-XI a.C.) Aunque parezca extraño, las primeras características distintivas de la escritura hebrea se aprecian en las inscripciones moabitas del siglo IX a.C., especialmente en la inscripción de la Estela de Mesa y la famosa estela de Moab.

Aunque su lenguaje es moabita, un dialecto cananeo pariente del hebreo que no es idéntico, su escritura es hebrea. Esas inscripciones moabitas del siglo IX a.C., ilustran la primera etapa de la tradición escritural hebrea.
La estela de Mesa fue erigida por el monarca moabita de ese nombre y es un documento histórico referente al libro de la Biblia (2 Reyes cap. 3).
Se trata de una gran estela que Mesa plantó en su capital, Dibón (actual Dibán); inscrita en dialecto moabita-cananeo, similar al hebreo bíblico. Tiene una altura de 1,13 m. y una anchura de 70 cm., lleva una inscripción de 34 líneas, escrita en primera persona del singular; se inicia con una recitación bastante presuntuosa, hecha por Mesa, rey de Moab, acerca de sus triunfos sobre la casa de Omri, rey de Israel. La información que proporciona es de gran interés si se compara con la descripción de 2 Reyes en la Biblia.

"Yo soy Mesa, hijo de Kemos, rey de Moab, el dibonita. Mi padre reinó sobre Moab durante treinta años y yo reiné después de mi padre. Y yo hice el lugar alto para Kemos en Qerjá, un lugar alto de salvación, porque él me había salvado de todos mis enemigos y me proporcionó el placer de verme por encima de todos aquellos que me habían odiado. Omri, rey de Israel, humilló a Moab durante muchos días, pues Kemos estaba irritado contra su pueblo; y su hijo le sucedió y también él dijo: "Yo humillaré a Moab". En mis días habló de ese modo, pero yo he triunfado sobre él y sobre toda su casa, mientras que Israel ha perecido para siempre. Omri tomó posesión del país de Madaba, y moró allí en sus días y durante la mitad de los días de su hijo: cuarenta años; pero Kemos lo ha restaurado en mis días. Y yo edifiqué Baal Meón y construí en ella un estanque, y construí Queryaten. Por entonces los hombres de Gat habían morado en Atarot desde antiguo; y el rey de Israel edificó para sí Atarot. Y yo luché contra la ciudad y la conquisté y degollé a todas las gentes de la población e hice de ella lugar de pastoreo para Kemos y para Moab. Y capturé de allí el santuario de Dudá y lo arrastré ante Kemos, en Queriyot; e instalé allí a la gente de Sarón y de Mejrat. Y Kemos me dijo: "Ve y arrebata Nebo a Israel". Y fui de noche y luché contra ella desde el amanecer hasta el medio día y tomé y maté a todos en ella. 7.000 hombres, muchachos, mujeres, doncellas e incluso siervas, pues los había destinado a la destrucción para el rey Istar Kemos. Y tomé las vasijas de Jehová y las llevé ante Kemos. Ahora bien, el rey de Israel había construido Yahas y vivió en ella mientras luchó contra mí, pero Kemos le arrojó de delante de mí. Tomé 200 hombres de Moab y todos sus jefes, los llevé contra Yahas y la tomé y la añadí a Dibón. Y construí Querjá, la muralla del bosque y la muralla de la colina, y sus puertas y sus torres y el palacio real e hice dos estanques en el centro de la ciudad, así que dije a todo el pueblo: "Que todo el mundo se construya una cisterna en su casa." Y yo tallé el acueducto de Querjá con la ayuda de los prisioneros de Israel. Y reconstruí Aroer y construí la carretera a través del Arnón, y reconstruí Bet Bamot, pues había sido destruida, y Betser... pues todo Dibón estaba sometido. Y reiné... 100 ciudades que había añadido al país. Y reconstruí Madaba y Bet Deblatein y el templo de Baal Meón, y tomé allí al ganadero... los rebaños del país. Entonces moraba allí Jernán, hijo de Dedán, y Dedán dijo... Kemos me dijo: "Baja contra Jernán." Así que yo descendí y peleé... y Kemos moró en ella durante todos mis días..."
En las primeras 8 líneas de la inscripción se ha destacado la palabra Israel (aparece en la quinta y séptima línea).

La estela de la casa de David está escrita en hebreo y se trata del documento más antiguo en el que aparece una referencia a la casa de David, aparte de la Biblia. Fue descubierta en 1993 en Tell Dan, al norte de Galilea, cerca de la fuente principal del Jordán. Se trata de una piedra de basalto de 32 cm. de alto y 22 de ancho. Se calcula que su fecha es de la segunda mitad del siglo VIII a.C., época de la conquista del reino del norte por Tiglat Pileser III.

Fuente: Proel

10/2/17

Tesoros de Canaán (Alfabetos I)

Fuente: Proel

Las lenguas cananeas son una subfamilia de las lenguas semíticas que fueron habladas por los antiguos pueblos de la región de Canaán, incluyendo cananeos, hebreos, fenicios y filisteos. Todas ellas se extinguieron como lenguas nativas al principio del primer milenio de nuestra era, aunque el hebreo permaneció en el uso literario y religioso entre los judíos.

Los fenicios son considerados como los inventores del alfabeto (o al menos de difundirlo), del cual han derivado los asumidos por las lenguas occidentales (latino, griego, hebreo, cirílico, árabe, etc.). Originario en el Cananeo arcaico, el alfabeto fenicio comenzó como una serie de ideogramas, un conjunto de símbolos pictográficos que representaban animales y objetos (idiogramas como hoy usamos los números, los emoticonos o las señales de tráfico que todos entendemos).
Como ocurrió en Creta (lineal A), a estos ideogramas se les asignaba un valor fonético de acuerdo al nombre en idioma fenicio, del animal u objeto representado, este alfabeto solo contenía 22 consonantes en total. Era un sistema simple, lo que permitía ayudar en la difusión del conocimiento y la cultura.

El uso de este tipo de escritura pictográfica en esta zona acaeció casi simultáneamente con lo ocurrido en la consonántica escritura jeroglífica egipcia, y mucho antes de la invención del alfabeto por los fenicios (hacia el 1000 a.C.), este tipo de escritura pasó a ser silábica (Pseudojeroglífico de Biblos de la primera mitad del II milenio a.C. al s. XIII a.C., aún no descifrado) con un centenar de signos (también es silábico el japonés y con miles de ideogramas el chino), y posteriormente con base monoconsonántica egipcia y origen semítico (sistema gráfico-alfabético sirio-palestino) con 22 signos, mantuvo este número (todos consonantes, cuyo orden parece tener remotos orígenes celestes y astrales). Se simplificó eliminando progresivamente lo ideográfico, ejemplo tenemos en el paso desde la línea ondulada (nu) que en egipcio antiguo significaba agua, y tenía el valor fonético de “n”, y pasó a (mem, maym: agua) en semítico, a (mem: agua) fenicio con valor alfabético de “m”, a la etrusca, a la Mi (M μ) griegas, a las M M cirílicas (em) y a nuestras emes (M m), llegando a ser alfabético y meramente fonético (primera constancia en el Sarcófago de Ahiram, rey de Biblos) que quedará completado entre los s. XIII-XII a.C. Modelo que un par de siglos después adoptarían los griegos y los arameos-judaicos añadiendo las vocales (mejor dicho adaptando los signos de consonantes fenicias que ellos no utilizaban, ej.: Aleph (buey): a; Ayn (ojo): o, etc. carencia asumible en lenguas semíticas pero impensable su inexistencia en idiomas indoeuropeos), y rotando o modificando algunos caracteres.

Precisamente en este tipo de escritura silábica (Pseudojeroglífico de Biblos) se mantiene el símbolo de dos triángulos opuestos tantas veces relacionado con la mariposa/feminidad y que también aparece en la escritura Tartesa, y cuyo signo hallamos o nos sugiere similitudes con la letra Qof fenicia (especialmente en textos de Cartago), y que dará lugar a la Qŏp del arameo arcaico, a la Kōf hebrea (ק), a la obsoleta letra griega Qoppa (símbolo de Corintio), que acabaría siendo sustituida por la letra Kappa (Q).
Esta sencilla figura está representada en manifestaciones paleolíticas, y se mantiene durante el Neolítico, reaparece en Biblos a finales del V Milenio a.C., persiste en manifestaciones de sus primeras ciudades hacia el III milenio a.C. y permanece en representaciones funerarias púnicas asociadas con la diosa (Tanit/Astarté). 

Continuará...

7/2/17

Tesoros de Canaán (Fenicios VI)

     Melkart (Cádiz)

Melkart/Melqart (a veces otra forma fenicia del dios Baal), hijo de El, fue dios de Tiro, rey del inframundo y protector del universo. Simbolizaba el ciclo anual de la vegetación, por lo que era un dios agrícola, del campo, la fronda, la fecundidad y la primavera, y su ritual comprendía una serie de ritos cíclicos de muerte y resurrección anuales, coincidentes con las estaciones del año.
Aunque era un dios solar, se le terminó asociando con la protección en la guerra y la navegación con atributos de un dios marino. Su culto estaba centrado en el fuego sagrado de las ciudades, y se extendió por todas las colonias de Tiro (Chipre, Malta, Utica, Gadir, Lixus, Cartago) y acabó relacionado con Osiris egipcio y Heracles griego. Como patrono de la ciudad de Tiro, se transformó también en dios de la colonización y de la protección de la navegación.
Restos del templo de Melkart en Sancti Petri (Cádiz), en este lugar tanto en la superficie como bajo el mar se han hallado importantes piezas de época fenicia y posterior.

Una de las diosas fenicias más importantes es Astarté, la principal diosa de Tiro y Sidón, y con presencia en otras ciudades fenicias. Derivada de Istar (diosa del cielo sumeria), sin duda similar de la europea/ mediterránea Diosa Madre, fue muy venerada entre los semitas de Siria y Palestina. Era la diosa de la fecundidad y del amor, aunque también fue adorada como diosa guerrera, de las batallas, de la caza o incluso como patrona de los navegantes.

Suele representarse posada sobre un león y sosteniendo una flor de loto, con la luna, una estrella y una serpiente, y como diosa de la fecundidad en ocasiones aparece tocándose los senos o dando de mamar a dos niños. Pasó a ser la Isis egipcia o Afrodita, Hera, Cibeles, Venus y Juno Caelestis de los griegos y romanos.
Contaba con abundantes santuarios en Sidón y Tiro, en su papel de diosa materna y diosa de la fertilidad, donde aparece asociada a elementos astrales. Está documentado, entre otros, un santuario dedicado a ella en Tas Silg (Malta) y en El Carambolo (Sevilla) fechado en el siglo VIII a.C.
Asociada a ella tenemos otra diosa importante en la mitología, especialmente cartaginesa (en realidad la misma, con diferente ubicación local temporal) que fue conocida como Tanit, diosa consorte de Baal y patrona de Cartago (muy probablemente relacionada con la diosa Selket egipcia), era la equivalente púnica de la diosa Astarté, diosa de la fecundidad, cuyo culto incluía la prostitución sagrada llamada hierogamia, constatada en Babilonia y entre los fenicios en los templos de Tas Silg, Pafos Es Cuyram, Kition, Erice, Pyrgi, Sicca Veneria, Biblos, etc., al servicio de Astarté y que llegó a ser práctica extendida por todo el Mediterráneo, que consistía en prostituirse en un templo simulando la unión con la deidad con fines iniciáticos y religiosos destinados a la fertilidad (en realidad otra fuente de ingresos, ya que mayoritariamente estaba destinada a ser practicada por los pudientes extranjeros).

En la antigua región de Canaán, las lluvias comienzan en octubre y continúan durante todo el invierno hasta abril, gracias a lo cual crece una abundante vegetación. Se creía que los cambios de estación y los efectos subsiguientes eran ciclos producidos por los interminables conflictos entre los dioses.
El cese de las lluvias y marchitarse la vegetación se atribuía al triunfo del dios Mot (dios de la muerte y la aridez) sobre Baal (dios de la lluvia y la fertilidad), lo que obligaba a este último a retirarse a las profundidades de la tierra. Por otro lado, se pensaba que el comienzo de la estación lluviosa indicaba que Baal había despertado a la vida, lo que era posible gracias al triunfo de Anat, su hermana, sobre Mot, permitiendo que su hermano Baal volviese al trono. La unión de Baal con su esposa Astarté, se creía que garantizaba la fertilidad durante el año entrante.

Los agricultores y ganaderos cananeos posiblemente pensaban que el participar en rituales prescritos -una especie de magia imitativa- durante sus fiestas religiosas estimulaba a sus dioses a actuar según el modelo representado en esas fiestas, y esto era necesario para tener cosechas y rebaños productivos durante el nuevo año, así como para alejar sequías, plagas de langostas, etc. De modo que la vuelta a la vida de Baal para ser entronizado y unirse a su consorte se celebraría con ritos de fertilidad licenciosos, caracterizados por orgías sexuales desenfrenadas.

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