10/2/17

Tesoros de Canaán (Alfabetos I)

Fuente: Proel

Las lenguas cananeas son una subfamilia de las lenguas semíticas que fueron habladas por los antiguos pueblos de la región de Canaán, incluyendo cananeos, hebreos, fenicios y filisteos. Todas ellas se extinguieron como lenguas nativas al principio del primer milenio de nuestra era, aunque el hebreo permaneció en el uso literario y religioso entre los judíos.

Los fenicios son considerados como los inventores del alfabeto (o al menos de difundirlo), del cual han derivado los asumidos por las lenguas occidentales (latino, griego, hebreo, cirílico, árabe, etc.). Originario en el Cananeo arcaico, el alfabeto fenicio comenzó como una serie de ideogramas, un conjunto de símbolos pictográficos que representaban animales y objetos (idiogramas como hoy usamos los números, los emoticonos o las señales de tráfico que todos entendemos).
Como ocurrió en Creta (lineal A), a estos ideogramas se les asignaba un valor fonético de acuerdo al nombre en idioma fenicio, del animal u objeto representado, este alfabeto solo contenía 22 consonantes en total. Era un sistema simple, lo que permitía ayudar en la difusión del conocimiento y la cultura.

El uso de este tipo de escritura pictográfica en esta zona acaeció casi simultáneamente con lo ocurrido en la consonántica escritura jeroglífica egipcia, y mucho antes de la invención del alfabeto por los fenicios (hacia el 1000 a.C.), este tipo de escritura pasó a ser silábica (Pseudojeroglífico de Biblos de la primera mitad del II milenio a.C. al s. XIII a.C., aún no descifrado) con un centenar de signos (también es silábico el japonés y con miles de ideogramas el chino), y posteriormente con base monoconsonántica egipcia y origen semítico (sistema gráfico-alfabético sirio-palestino) con 22 signos, mantuvo este número (todos consonantes, cuyo orden parece tener remotos orígenes celestes y astrales). Se simplificó eliminando progresivamente lo ideográfico, ejemplo tenemos en el paso desde la línea ondulada (nu) que en egipcio antiguo significaba agua, y tenía el valor fonético de “n”, y pasó a (mem, maym: agua) en semítico, a (mem: agua) fenicio con valor alfabético de “m”, a la etrusca, a la Mi (M μ) griegas, a las M M cirílicas (em) y a nuestras emes (M m), llegando a ser alfabético y meramente fonético (primera constancia en el Sarcófago de Ahiram, rey de Biblos) que quedará completado entre los s. XIII-XII a.C. Modelo que un par de siglos después adoptarían los griegos y los arameos-judaicos añadiendo las vocales (mejor dicho adaptando los signos de consonantes fenicias que ellos no utilizaban, ej.: Aleph (buey): a; Ayn (ojo): o, etc. carencia asumible en lenguas semíticas pero impensable su inexistencia en idiomas indoeuropeos), y rotando o modificando algunos caracteres.

Precisamente en este tipo de escritura silábica (Pseudojeroglífico de Biblos) se mantiene el símbolo de dos triángulos opuestos tantas veces relacionado con la mariposa/feminidad y que también aparece en la escritura Tartesa, y cuyo signo hallamos o nos sugiere similitudes con la letra Qof fenicia (especialmente en textos de Cartago), y que dará lugar a la Qŏp del arameo arcaico, a la Kōf hebrea (ק), a la obsoleta letra griega Qoppa (símbolo de Corintio), que acabaría siendo sustituida por la letra Kappa (Q).
Esta sencilla figura está representada en manifestaciones paleolíticas, y se mantiene durante el Neolítico, reaparece en Biblos a finales del V Milenio a.C., persiste en manifestaciones de sus primeras ciudades hacia el III milenio a.C. y permanece en representaciones funerarias púnicas asociadas con la diosa (Tanit/Astarté). 

Continuará...

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