17/5/21

Las Serpientes de Uluru

                                Grafismos en las cuevas se Uluru

Uluru es uno de los iconos naturales más famosos de Australia. Es una formación rocosa que tiene 600 millones de años y se eleva 348 m. sobre el terreno circundante y 863 m. sobre el nivel del mar, aunque la mayor parte se encuentra bajo tierra. El contorno del monolito mide 9,4 kms.

También llamado “el ombligo del mundo”, Uluru y su vecina formación rocosa Kata Tjuta a 25 Kms. tienen un profundo significado histórico y cultural para los anangu, habitantes originarios de la zona, para quienes este gran bloque de piedra representa el punto crucial en la intrincada red de rutas del Tjukurpa o Tiempo del Sueño (el principio de todo, la creación).

Kata Tjuta quiere decir “muchas cabezas”, que es una de las impresiones que causa este conjunto de cimas, cuya máxima altura es de 546 m.
La leyenda dice que allí arriba vivía Wanambi, la gran serpiente arco iris, que sólo descendía en la estación seca. Y partes de la montaña se identifican con los liru (hombres serpiente), malu (el hombre canguro) o los pungalunga (los caníbales gigantes).

Los anangu creen que toda la vida tiene su origen en el período de creación Tjukurpa. En otros tiempos, los espíritus de los antepasados se reencarnaban en animales o personas que llegaban a su tierra. Algunos de estos espíritus salieron como gigantescas serpientes de las entrañas de la Tierra, trabajaron en su superficie y modelaron el paisaje.
Las leyes aún vigentes de los anangu fueron formuladas por los espíritus de sus antepasados, y esas historias todavía conforman las bases de su cultura. En estas tradiciones se encuentran todas las respuestas universales: el origen de la vida, el universo y las leyes de la naturaleza, las relaciones entre los hombres y las mujeres, la vida, la muerte y la existencia en el más allá.

Hace mucho tiempo, según cuenta la leyenda, la serpiente pitón Kuniya se fue al monte Uluru para poner sus huevos. Allí se enteró de que su sobrino había muerto envenado por la serpiente Liru. Para vengarse, decidió irse a Mutitjulu, donde encontró a uno de los hombres de Liru. Kuniya invocó su poder con una danza, pero el hombre de Liru se reía de él. En ese momento Kuniya cogió un puñado de arena con la mano y lo echó con furia contra el suelo. Allí donde cayó la arena, las plantas y los árboles se volvieron venenosos. El hombre se seguía riendo, y Kuniya le golpeó la cabeza por segunda vez y le provocó la muerte. Los profundos cortes que Kuniya le hizo todavía pueden verse en la roca.
Kuniya y su sobrino se transformaron en Serpientes, cuya piel muestra un colorido que recuerda el arco iris. En la actualidad, todavía viven en Mutitjulu y son las encargadas de vigilar a los anangu.

Otra leyenda cuenta que hace muchos siglos habitaban en La Tierra dos poderosas tribus de espíritus ancestrales, que se enfrentaron y protagonizaron una terrible guerra cuyo principal campo de batalla fue Uluru. En el norte habitaban los pitjantjatjara (hombres canguro) y en el sur, los yankuntjatjara (hombres serpiente). Entre ellos se libraron dos grandes batallas, que aún son rememoradas en cantos y ceremonias.
La diosa Madre de la Tierra (Bulari), enfurecida por esta arrogante e irrespetuosa violencia, envió a ambos bandos una nube de gas letal que terminó con los dos bandos, y enterró los muertos bajo Uluru, siendo el color sangre que adquiere todos los atardeceres, un recordatorio del castigo que conlleva la arrogancia, el orgullo y la vanidad. Hay varias versiones de esta historia, que señalan que sólo sobrevivieron representantes de uno de los dos pueblos.

Los hombres canguro que vivían en la zona norte también tuvieron que enfrentarse al ataque de otro enemigo, un terrorífico demonio Dingo, creado mediante cantos mágicos por una tribu enemiga, la cual había dotado al monstruo de maldad y salvajismo antes de dejarlo suelto. Los hombres canguro lograron escapar gracias a sus fantásticos saltos, y aún se pueden ver las huellas de su frenética huida en una serie de cavidades que rodean la base de Uluru. Finalmente, consiguieron ponerse a salvo cuando quitaron a la bestia el tótem que llevaba en la boca y que era su fuente de su poder.

Fuente: Uluru Australia