29/9/20

Ofitas de Perú (I)

                  Panel Central en la Guaca del Dragón, Trujillo (Perú)

La Guaca del Dragón, también llamada Guaca del Arco Iris, está ubicada en el norte, en las afueras de la ciudad de Trujillo, en el distrito de La Esperanza y cerca de Chan Chan, en Perú.
Se trata de un gran monumento religioso, centro ceremonial y administrativo construido en adobe, cuyos murales están decorados con frisos en relieve mostrando figuras antropomorfas y representando estilizadamente el arcoíris. Si bien algunos arqueólogos atribuyen este monumento a la Cultura Chimú (1.100-1.450), otros afirman que este adoratorio fue construido por la Cultura Moche (800-1.000)

Al ingresar a la Guaca del Dragón podemos apreciar una rampa que conduce a un primer nivel que presenta figuras talladas en las paredes en forma de dragón y sobre estas figuras se representa a un arcoíris. Otra rampa, más pequeña que la primera, nos conduce al segundo nivel, en este nivel hay catorce depósitos, lo que indica que no solo era un adoratorio, sino un centro de acopio de bienes para el abastecimiento de quienes vivían allí y sus alrededores,
Se trata de una pirámide formada por una doble plataforma protegida por una elevada muralla con un solo ingreso al conjunto arquitectónico. Las típicas rampas de la época dan acceso a la Guaca desde la parte superior.

Los muros de las plataformas están decorados con bellos altorrelieves. Una figura adopta la forma de un arcoíris en forma muy estilizada en pos de engullir a un personaje, con cada cabeza. Al centro figuras antropomórficas en forma de Dragón con las fauces abiertas comparten el bocado. Una figura bicéfala posada sobre una pequeña plataforma o altar comparte entre sus fauces un Tumi.

Guaca, huaca o waca, del quechua wak'a designaba todas las sacralidades fundamentales incaicas: santuarios, ídolos, templos, tumbas, momias, lugares sagrados, animales, aquellos astros de los que los aillus o clanes, creían descender, los propios antecesores, incluyendo a las deidades principales, el Sol y la luna, los cuales eran venerados a través de diferentes ceremonias.
Este concepto se origina en la cultura que el Imperio incaico impuso a todos sus dominios en América del Sur. Los incas creían que el inca Túpac Yupanqui podía hablar con las guacas, y por medio de estas conocía los hechos pasados y futuros.

Según la tradición prehispánica, las guacas poseen personalidad propia y forman parte de los panteones locales de las culturas incaicas y preincas junto con las demás deidades andinas mayores como Wiracocha, Pachacamac o Pariacaca.

Continuará...

22/9/20

Ofiolatría Inca


El nombre de América viene de “Amaruka” que significa Tierra de la Serpiente de sabiduría. La tierra de la serpiente emplumada no tiene nada que ver con Américo Vespucio. Amaruka proviene de un antiguo Dios Inca asociado con la serpiente.

Amaru (Serpiente) de gran importancia en la cosmología andina, ha estado presente desde muy antiguo en su iconografía. Su simbolismo es amplio: agua, rayo, fuerza, continuidad, vía láctea, totalidad.
La mascaypacha o corona real de los incas no es otra cosa que la representación de amaru. Símbolo de la realeza cuzqueña, el Inca Garcilaso lo incluyó en el escudo que diseñara para sí mismo, colocando a la izquierda los símbolos de su ascendencia española, y a la derecha los de su familia materna: inti, quilla, la mascaypacha y amaru.
Amaru (en quechua) es la serpiente o culebra de gran tamaño. En aimara, con igual significado, Katari es el nombre de una deidad representada como una Serpiente alada, con ojos cristalinos, hocico rojizo, cabeza de llama, y una cola de pez.

En la época incaica era tótem de la sabiduría, motivo por el cual en las Casas del Saber (Yachay Wasikuna) se colocaba la imagen de dicho ser.
Amaru simboliza el agua que corre por los canales de irrigación, ríos y vertientes y que hacen posible que las semillas del cultivo se transformen en hortalizas. Además se dice que todo aquello que compone la vida está escrito en las escamas del Amaru.
Es una deidad que se relaciona con la vitalidad del fuego que permite la existencia del pueblo aimara. Su fiesta, se realiza en el mes de agosto cuando se produce la limpieza de los canales de irrigación, siendo el cabeza de familia quien oficia de celebrante. Los cultos de Amaru, Mallku y Pachamama son las formas más antiguas de celebración que los aimaras aún realizan en la actualidad.

La noción de Amaru o de Katari asociado a las aguas ha tenido mutaciones y en cuanto a "serpiente voladora" (es similar a las deidades mesoamericanas Kukulkan o Quetzalcoatl) también simboliza a las exhalaciones o rayos que caen del cielo (considerados muchas veces como fertilizadores de la tierra), de hecho el nombre quechua Túpac Amaru significa "encuentro de serpientes" o "lucha de serpientes".

Los Amarus de Junín o Amaru Aranway son dos seres hermanos mitológicos que forman parte de un relato dentro del folclore del Departamento de Junín en Perú.
En Tiwanaku (principal centro de culto y cultural aimara), en un qalawawa o monolito de piedra también se puede observar la figura de Amaru además de la de Mallku.

En Cusco, dentro de la cosmovisión andina, el Amaru representa el comunicador del cielo y la tierra, primero como "Illapa" Rayo que va a la tierra, luego como serpiente, agua, etc., del Hanan Pacha (Mundo Celestial) pasa por el Kay Pacha (Mundo actual) al Ukhu Pacha (Mundo Interno o madre Tierra). Siendo una deidad como lo tenían los Chinos, Mayas-Aztecas, su representación es como la serpiente alada, pasando de un mundo a otro como gran comunicadora de los dioses incas.



20/9/20

Ofiolatría Mapuche

Trentren-Vilu y Caicai-Vilu (en mapudungun: Trengtreng Filu, Kaykay Filu), son Serpientes de la mitología mapuche que en las últimas décadas del siglo XX fueron reintroducidos en la mitología chilota.

La apariencia de Caicai sería la de un ser mitad culebra y mitad pez; y la apariencia de Trentren, la de una culebra gigante.
Ambos son seres poderosos, Caicai-Vilu es la "serpiente marina" que tiene el poder para dominar el mar y todo lo relacionado a él y Trentren-Vilu es la "serpiente terrestre" que tiene poder para dominar la tierra, y sus volcanes.

Según los mapuches, estas dos serpientes serían originalmente los hijos de los Pillanes más poderosos, que como castigo habrían sido convertidos en estos seres. Así que el hijo de Peripillán fue convertido en una inmensa serpiente que sería Caicai y el hijo de Antu convertido en una serpiente que sería Trentren. Ambas serpientes serían adversarias, como lo fueron Antu y Peripillán.
Caicai habría sido mandada a vivir en el mar para ayudar a cuidarlo junto a los Ngen-ko, y Trentren habría sido mandada a vivir en la tierra para ayudar a cuidar junto a los demás Ngen a la tierra, y para ayudar al ser humano. Siendo así como estas dos culebras son un instrumento a través del cual también se cumple la voluntad de los antiguos espíritus mapuche.

Se dice que cuando Caicai despertó de su gran sueño de varios años, a causa del desagradecimiento que tuvieron los hombres por todo lo dado por el mar; Caicai se enfureció y usó su cola en forma de pez para golpear el agua. Con ello inició un gran cataclismo que empezó a inundar y crear un diluvio en todo el territorio; ya que tenía el deseo de castigar al ser humano y de incorporar toda la vida terrestre a sus dominios. Caicai ordenó a las aguas que inundaran los valles y cerros, y que llevasen a todos los habitantes al fondo del mar.
Al ver Trentren, que los habitantes y animales estaban desesperados y que los hombres la invocaron, y como por órdenes de su padre, ella era quien debía proveerles de sabiduría y protección; decidió ayudar a los seres humanos. Así ayudó a escapar a los habitantes y a los animales subiéndolos en su lomo y llevándolos a los cerros; y a los que quedaban atrapados por las aguas, los transformó en aves para que escaparan volando; a los que se ahogaban en peces y mamíferos marinos (siendo uno de ellos el origen del cahuelche), y a los ahogados en sumpall. Los seres humanos que quedaron inmóviles por el terror que sentían, se habrían transformado en mankial.

Pero como el mar seguía subiendo de nivel, Trentren tuvo que ordenarles a los cerros que aumentaran de altura para contrarrestar el poder de Caicai. Entonces Cai-cai empezó a luchar contra Trentren en una titánica batalla que duró mucho tiempo, hasta que ambas serpientes se cansaron, con lo cual Trentren venció parcialmente al no haberse inundado toda la tierra, sin embargo, las aguas no volvieron totalmente a su nivel antiguo; con lo que Chile obtuvo su actual geografía.
Posteriormente, según la tradición chilota, Caicai se conformó con la porción de tierra obtenida que logró inundar, y delegó sus funciones referente al mar, al gran Millalobo.

Según la tradición mapuche, después del cataclismo, todos siguieron su vida tranquila; hasta que un día Trentren se encolerizó por la actitud que tenían los hombres, e hizo que todos los volcanes entraran en erupción, la población tuvo que mudarse a otros lugares más seguros. Desde ese momento, Trentren continúa manifestándose mediante temblores, terremotos y erupciones volcánicas, mientras que Caicai causa los maremotos e inundaciones cuando se revuelve en medio de su sueño.
En los alrededores de cada comunidad mapuche hay un cerro considerado Trentren, es decir, el lugar en que vivía la serpiente de la tierra y en el que se refugió la vida terrestre durante el cataclismo.

Versiones posteriores del mito suelen también describir a las serpientes Trentren Vilu y Caicai Vilu como espíritus femeninos.
En Argentina existen otras versiones posteriores, las cuales cambian a los padres originales de ambas serpientes míticas, indicando que serían hermanos o hijos de los dioses Nguenechèn (Ngenechén) y Kushe (Kuyén Kushe).

En el ámbito literario, Miguel Serrano reinterpreta el mito de las serpientes en su obra «Ni por mar ni por tierra» (1950), asociándolas a un cataclismo primordial de la especie humana, donde el archipiélago de Chiloé (Chile) subsistiría como un elemento residual del continente perdido de Lemuria.


17/9/20

Ofiolatría Anasazi


La zona conocida como Four Corners (las Cuatro Esquinas), donde convergen Arizona, Colorado, Utah y Nuevo México, fue el lugar donde habitaron los Anasazi durante más de cien años.

Toda la meseta está repleta de escarpados cañones inhóspitos, bien disimulados entre las rocas. Los dos ríos más importantes que recorren estas tierras son el río Grande y el Colorado. Hoy en día, la mayor parte de esta región está cubierta de bosques de pinos piñoneros y enebros. Pero hace novecientos años estaba lleno de campos de maíz, calabazas y judías. Los arqueólogos creían que con los cultivos de esta zona, los anasazi abastecían a cuarenta mil o cincuenta mil personas.
Los historiadores reagrupan con la designación anasazi (los antiguos) a distintas culturas similares que residieron en la misma zona: los hohokam, los mogollón y los patayan, desaparecidos todos antes del siglo XVI.

Los anasazi no dejaron ningún documento escrito. Sin embargo, los indios navajos, que hoy en día habitan en las Cuatro Esquinas, siempre han estado alejados del Cañón Chaco. Si se les pregunta por qué, afirman: “Allí sucedió algo malo”.

Nadie sabe a ciencia cierta cuál era la religión de los chacos, pero muchos arqueólogos creen que tenían un lado oscuro y misterioso y que esto podría explicar los actos de canibalismo y también el hecho de que la gente anduviese más de ochenta kilómetros sólo para ir al poderoso centro ceremonial.
El arte rupestre es un legado que no deja lugar a dudas sobre la Ofiolatría de “los antiguos”, las serpientes abundan en los petroglifos que dejaron los anasazi.

Los indios norteamericanos se niegan rotundamente a que se identifique a sus antepasados como caníbales. Pero muchos arqueólogos han encontrado pruebas concluyentes en los asentamientos anasazi. Citan como tales las pequeñas zonas de brillo que se forman cuando un hueso es cocinado en una olla de barro y marcas de cortes y abrasiones en los restos humanos que son idénticas a las que tienen los animales que han sido consumidos. Y el asentamiento de Archie Hansen está lleno de estos indicios.

Los toltecas o los aztecas practicaban rituales sangrientos en los que se sacrificaba a humanos, tal vez esto podría explicar por que el canibalismo apareció en la historia de los anasazi. Pero no es más que una de las teorías que se siguen barajando.

Los anasazi dejaron huesos sospechosos de canibalismo en unos cincuenta asentamientos arqueológicos. Pero lo realmente curioso es que casi todas las fechas de las pruebas son de ese mismo período, que comprende desde 900 d.C. hasta alrededor del año 1150. Estas fechas corresponden exactamente al período en el que la civilización anasazi estaba encabezada por un lugar llamado Cañón Chaco, una ciudad tan misteriosa como grandiosa en medio de la nada; la ciudad más extraña que los anasazi construyeron, ahora convertida en unas desoladas ruinas en el desierto de Nuevo México.

El Wendigo es parte del sistema tradicional de creencias de varias de las tribus algonquinas del noreste de Estados Unidos y Canadá, sobre todo los ojibwa y los saulteaux, los cree, los naskapi y los innu. Aunque las descripciones de esta criatura varían, es común que todas estas culturas describan a los wendigos como seres sobrenaturales malévolos, caníbales y poseedores de un gran poder espiritual (manitu).

Están fuertemente asociados con el invierno, el norte, el frío, la hambruna y la inanición. Se le relaciona con el canibalismo, tema considerado tabú entre los pueblos amerindios de esta parte de América del Norte.

13/9/20

Ofiolatría Mexica (V)

                                  El Monte Tláloc

En la versión de Cristóbal del Castillo, escrita al final del siglo XVI, se menciona que las aguas que rodeaban Aztlán tenían como nombre Metztliapan (lago de la Luna), concordando con lo referido por Domingo Francisco Chimalpáhín en sus Memoriales, ambos coinciden en situar este sitio en las últimas tierras de Xalisco, actual Nayarit, en la isla llamada Mexcaltitlan (Mexi "mexitin", calli "casa", tlan "locativo" "tierra hogar de los mexitin" ).
Cabe recordar que esta isla estaba sujeta al señorío de Aztatlan, las tiranías de uno de estos tlahtoques aztecas es lo que obliga a los mexitin a salir de su territorio, dirigidos por Chalchiuhtlatonac, quien moriría en Huey Colhuacan, uniéndose a Tetzauhteotl yaotequihua en la figura de Huitzilopochtli.

En la isla de Mexcaltitlan también se han encontrado petrograbados con garzas, y uno exhibido en el Museo del Origen, situado en la isla, muestra una garza montada sobre una Serpiente.
La palabra aztecatl, deriva de la palabra aztateca, que significa procedente de Aztatlán. El significado de la palabra es "lugar de la blancura" o "lugar de las garzas" (del náhuatl aztlatl (garza) y tlan (lugar).

Tláloc, en el Códice Borgia, representando el diluvio según la Cosmogonía previo al Quinto Sol.

Tláloc (en náhuatl clásico: Tlālōc;ˈtlaːloːk) es una deidad mesoamericana del agua celeste. El nombre Tláloc deriva de tlālli (tierra) y octli (néctar), el néctar de la tierra. Los mexicas lo tenían como el responsable de la estación lluviosa y hacían ceremonias para honrarlo en el primer mes del año (ātl cāhualo).
Tláloc fue una de las divinidades más antiguas y veneradas de toda Mesoamérica. Su culto se extendió por gran parte del territorio centroamericano. Fue tomado por los nómadas aztecas (así se llamaban los mexicas cuando apenas acababan de salir de Aztlán) que se instalaron en el lago Texcoco, asimilándolo como divinidad agrícola. Siguió siendo uno de los dioses fundamentales de las distintas comunidades agrícolas autóctonas; originario de la cultura de Teotihuacan, dada la caída de la ciudad pasó a Tula, y de ahí su culto se esparció entre los pueblos nahuas (Nagas). Los teotihuacanos tuvieron contacto con los mayas, de ahí que ellos lo adoptaran o lo identificaran en la forma del Dios Chaac. En la cosmología tlaxcalteca, Tláloc se casó primero con Xochiquétzal, Diosa de la belleza, pero Tezcatlipoca la secuestró. Tláloc se casó otra vez con Matlalcueye, y tiene una hija o hermana mayor que es llamada Huixtocíhuatl

Como las divinidades mesoamericanas en general, Tláloc posee una ambigüedad, en cuanto a que es una Fuerza Suprema en y de la naturaleza (la naturaleza y el cosmos no representan en los términos humanos bondad o maldad, sino más bien un entramado de fuerzas, a veces en equilibrio, a veces en pugna; en ocasiones benéficas para los humanos, otras tantas desastrosas); lo cual implica que, si bien es Dador de Vida, Providencia y Benefactor, también muestra su faceta destructiva y aniquiladora. Así desciende desde el cielo para fecundar la Tierra y poder cultivar la milpa, para germinar las semillas.
También envía los relámpagos y rayos, las tempestades del agua y los peligros de los ríos y del mar; dicho en palabras del fraile de Sahagún. Dominaba también las fuerzas destructoras y si así era su voluntad podía enviar granizos, inundaciones, sequías, heladas y rayos fulgurantes o fulminantes.
Estaba encargado de enviar el agua a la comunidad a través de sus ayudantes, los tlaloques; Tláloc mismo multiplicado y diversificado, manifestado a los humanos como "seres enanos y antropomórficos", como refiere Juan Carlos Pérez Guerrero, que desde el interior de los cerros enviaban las cuatro clases de lluvias. Ellos también recibían súplicas y en su honor se realizaban ceremonias y rituales.
Alain Musset asevera que, en vez de enanos, son la representación de las montañas que rodean el Valle de México y sobre las cuales parecen formarse las nubes que anuncian la lluvia. Su papel consistía en favorecer la venida de las aguas celestes pero también protegían a los pescadores y los navegantes.

Tláloc fue uno de los más importantes en el altiplano de México, uno de los más representados y quizás también uno de los de mayor antigüedad del panteón de Mesoamérica. Aparece representado desde la época teotihuacana. Se le manifestaba siempre con unos atributos característicos:
    -Anteojeras formadas por unas serpientes que se entrelazaban y cuyos colmillos acababan siendo las fauces del dios.
    -Una especie de bigotera que no era otra cosa que su labio superior. Se cree que este gran labio era el símbolo de la entrada en la cueva que comunica con el inframundo y que deriva de la boca de las figuras olmecas.
    -La cara estaba casi siempre pintada de color negro o azul verde, para imitar los visos que hace el agua.
    -Llevaba en la mano una especie de estandarte de oro, largo y con forma de culebra, terminado en punta aguda; era para representar los relámpagos y los truenos que acompañan a veces al agua de lluvia.
    -En los dibujos de los códices puede verse que sus vestidos tienen pintados unas manchas que son el símbolo de las gotas de agua.
Tláloc está compuesto en sus representaciones por los tlaloques o dioses de los 4 rumbos. Cada uno de ellos manejaba y era el responsable de una vasija colocada en un rumbo. Cada vasija proporcionaba una lluvia diferente.
La residencia de Tláloc era múltiple debido a la posibilidad de división de la sustancia que lo conformaba. Su morada se encontraba tanto en el Templo Mayor de Tenochtitlan, como en el Tlálocan, en el interior del cerro que lleva su nombre, el cual pertenece a la cadena montañosa Tlálocan, que separa el Valle de México del de Huexotzinco.

La libertad y poder absoluto que posee la Divinidad le permite tomar cualquier forma, así como estar presente en cualquier parte, viendo la "Morada divina" como una extensión de la misma divinidad.

Una representación temprana del dios de la lluvia se encuentra en Estados Unidos, en los murales que pintó José Clemente Orozco entre 1932 y 1934, se ve al hombre-dios entre las deidades principales Xipe-Tótec, Tezcatlipoca, Tláloc, con cuerpo humano y dos serpientes que forman su máscara.
Continuará...