19/5/16

Lenguas Indoeuropeas

Todas las naciones comparten tradiciones del Edén, de la Caída, del Diluvio, de la construcción de la Torre de Babel y de la Confusión de las Lenguas. Pero después de esto parece haberse establecido una separación y haberse dejado de compartir. Está claro que la Escritura registra aquí algo que afectó profundamente a la historia humana.

Se suscitan ciertas cuestiones que se pueden resumir como sigue:
1.¿Hay alguna evidencia de que la humanidad compartiese una misma lengua dentro de los últimos pocos miles de años, como se deduce claramente de la redacción de Génesis 11:1 ?
2. Si durante varios miles de años desde Adán a Noé, la humanidad estuvo hablando una lengua, ¿tenemos alguna forma de determinar, bien mediante las Escrituras o por otros datos de qué lengua se trataba?
3. ¿Existe alguna indicación de que la confusión a la que se refiere Génesis tuviese lugar de forma repentina, en contraste a lo que parece ser más o menos la tendencia normal de las lenguas a divergir entre sí con el paso del tiempo?
4. Si existe esta evidencia, ¿arroja la misma alguna luz acerca de la naturaleza de la confusión que tuvo lugar?

Porque la confusión hubiera podido surgir de dos formas claramente diferentes:
Un grupo humano podría estar todavía hablando la misma lengua y usando las mismas formas léxicas, pero podría haber comenzado repentinamente a atribuir diferentes significados a las palabras que usaban, por ejemplo, cuando el químico analista moderno habla de una celda en espectrometría, se refiere a algo muy diferente a lo que contempla un carcelero cuando usa esta misma palabra. En tal caso, la palabra misma persiste para ambos, pero cada uno le atribuye un sentido diferente; en este sentido, la “confusión” aparece en la mente, no en la lengua.
La otra alternativa es que individualmente las personas siguiesen pensando en las mismas cosas, por ejemplo, en la abertura en una pared, pero que uno comenzase a llamarla una finestra y otro a window. Excepto que cada uno conociera la lengua del otro, su conversación quedaría interrumpida y con ello llegaría a su fin el esfuerzo cooperativo. En este caso no se trata de una confusión de la mente, sino de la lengua.
En resumen, ¿qué es lo que sucedió, o es que sucedieron ambas cosas?, ¿Y quedó involucrada toda la raza humana, o solo un segmento de la misma?.
Hace muchos años que Hervas, un jesuita español, escribió un famoso Catálogo de Lenguajes, que se publicó en seis volúmenes en el año 1800. Demuestra en el mismo con una lista comparativa de desinencias y conjugaciones que el hebreo, caldeo, siríaco, árabe, etiópico y amárico son solo dialectos de una lengua original, y que forman una familia lingüística, el semítico. También percibió claras trazas de afinidades entre el húngaro, el lapón y el finés, tres dialectos que parecen ahora pertenecer al grupo camita. Pero uno de sus más brillantes descubrimientos fue establecer la familia de habla malaya y polinesia que se extendía desde la isla de Madagascar al este de África, a lo largo de 208 grados de longitud, hasta la Isla de Pascua. Muchos años después Humboldt llegó exactamente a la misma conclusión.

En el antiguo Egipto parece haber un caso de vinculación entre el grupo camita y la familia semita. Tal como lo expresa Vere Gordon Childe:
«Muchos filólogos consideran la lengua egipcia como un habla compuesta o híbrida en la que una línea semítica emparentada con el asirio o hebreo ha sido injertada en un tronco camita africano como el que queda representado en una forma más pura, por ejemplo, en el berebere... En cambio, Junker explicaría las analogías semíticas en el egipcio por la suposición de que el semítico y el camítico tuvieron un origen común.
Childe va más allá y sugiere una relación entre los lenguajes de Egipto y Sumer:
«La misma escritura jeroglífica, aunque sus elementos se componen de plantas y animales puramente nilóticos, concuerda de una forma tan notable con la babilónica en su curiosa combinación de signos fonéticos con ideogramas y determinantes, que ambos sistemas deben tener alguna interrelación.»
Una relación todavía más notable fue la observada por A. H. Sayce, que dice:
«Se han realizado intentos para mostrar la relación del sumerio con el lenguaje de China, y que entre los primeros emigrantes chinos a la “Tierra de las Flores” y los habitantes pre-semitas de Caldea había una relación lingüística además de racial.»
Hay incluso evidencia para apoyar la postura de que se revelan vínculos entre los lenguajes semíticos y jaféticos mediante un cuidadoso estudio del hebreo, aunque por razones que no vienen al caso, la idea de derivar lenguas jaféticas de algo parecido al hebreo ha quedado descartada.

En 1890 Benjamin Davies publicó un conocido léxico hebreo y caldeo basado fundamentalmente en el trabajo de Gesenius, en el que presenta mucho que de cierto indica una relación así. En su léxico quizá cada cuarta o quinta palabra raíz hebrea se traduce al inglés y luego va acompañada de una lista de palabras de otros lenguajes indoeuropeos que parecen tan claramente emparentadas que uno se pregunta por qué otros eruditos no han seguido las indicaciones que proporciona.
La mayor parte de los modernos lingüistas, cristianos o no, tienden a rechazar toda idea así. Pero el estudio de la obra de Davies parece demandar que expliquen cómo pueden existir estos paralelismos, no meramente para algunas pocas palabras posiblemente tomadas de prestado, sino para una inmensa cantidad de palabras que son fundamentales para cualquier vocabulario: numerales, relaciones personales, objetos domésticos, cosas de importancia primordial e inmediata para la supervivencia o el bienestar personales, etc.

Parece evidente que si el Lenguaje A está relacionado con el Lenguaje B, y que a su vez se puede demostrar que el Lenguaje B está relacionado con el Lenguaje C, entonces el Lenguaje A tiene que considerarse necesariamente relacionado con el Lenguaje C. Esto parece tan evidente que apenas es necesario enunciarlo. Como ya se ha visto, se reconocen las relaciones entre lenguas camíticas y semíticas, y entre semíticas y jaféticas, y sin embargo se da una tácita negación de cualquier posibilidad de que el camítico pudiera estar relacionado con el jafético, o en otras palabras, que todas las lenguas estén relacionadas; A, B y C.
Así, J. H. Greenberg afirmó, en un artículo presentado ante un simposio:
«La relación genética entre los lenguajes es, en terminología lógica, transitiva. Por relación “transitiva” se significa una relación tal que, si es válida entre A y B, y entre B y C, tiene que ser válida también entre A y C.»
J. B. S. Haldane, escribiendo en The Rationalist Annual (y difícilmente podría nadie acusar ni al autor ni al editor de una postura favorable al cristianismo) hizo esta declaración:
«Los lenguajes actuales son muy diferentes entre sí, pero diversos recientes investigadores han encontrado semejanzas entre lenguajes de familias completamente diferentes. Rae y Paget en Inglaterra y Johannesson en Islandia... y Marr en la Unión Soviética han afirmado haber seguido los linajes de muchos lenguajes diferentes a una fuente común…Los investigadores han descubierto vinculaciones entre lenguajes totalmente de semejantes, como el grupo ario, el grupo semítico, el chino y el polinesio.»
Entre los miembros de la familia semita es relativamente fácil establecer una unidad esencial para su forma original de habla. Aunque la familia indoeuropea de lenguajes ha divergido algo más extensamente a partir de su supuesto original que la semítica, sin embargo constituyen con toda claridad una sola familia.
J. L. Myers observó:
«Aunque los lenguajes indoeuropeos difieren mucho más entre sí que incluso los más separados del grupo semítico, todos ellos poseen un tipo reconocible de estructura gramatical y un pequeño fondo de palabras común a todas ellas, para los numerales, las relaciones familiares, las partes del cuerpo, ciertos animales y plantas, etc., en base a lo cual se sigue creyendo en general, a pesar de mucha experiencia desalentadora en el detalle, que es posible descubrir algo de las condiciones de vida donde se habló un antecesor común de todos estos lenguajes.»

Fuente: “La confusión de las lenguas” Arthur C. Custance. Traducción: Santiago Escuain.

2 comentarios:

  1. ¡¡¡Muchas gracias!!! Siempre compartes cosas muy interesantes.

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