La manzana roja que me dieron a comer ayer
tenía un gusano; la manzana blanca que se comieron mis padres tenía dos
gusanos; y la manzana verde que se comió la pareja original, ya en la puerta
falsa del Paraíso, tenía tantos gusanos que todos pudimos heredar nuestra
parte. Si hay una manzana sin gusanos en el mundo no está detrás de mí, sino
delante.
Ahora bien. El hombre puede retractarse.
Todo hombre honrado puede retractarse y decir: yo no quiero la manzana roja.
Ayer canté sus excelencias porque creí que era la manzana del hombre. Ahora he
visto que tiene un gusano. No la quiero. Iré a buscar otra manzana.
Lo que no puede decir un hombre honrado es
esto: La manzana roja tiene un gusano, no la quiero. Tomaré otra vez la manzana
blanca de mis padres, que aunque tenía dos gusanos, tenía también una historia,
y de su pulpa podrida vivió todo mi clan. Esto es cobardía, astucia y ganas de
seguir fumando sin levantarse de la mecedora. Desde la mecedora siguen hablando todavía ciertos sabios, de la libertad...
Y dicen que la libertad es la voluntad de
mecerse de izquierda a derecha, de ir en sordos y rítmicos vaivenes, de una
manzana podrida a otra manzana podrida, porque más allá de este balanceo no hay
más que el muro negro y espeso y si un hombre o un pueblo se levanta de pronto
y va a estrellarse los sesos contra el muro negro y espeso, le gritan que es un
loco o un violento.
Pero no es ni loco ni violento. Es un
personaje que dice:
Si no hay una manzana sin gusanos en el mundo... ¿para qué quiero yo los sesos?
Si no hay una manzana sin gusanos en el mundo... ¿para qué quiero yo los sesos?
Creo que la última prueba, la Gran Prueba , se
encuentra en el cerebro roto del hombre. Porque también está escrito:....Y el que
pierda su cerebro lo encontrará.
León Felipe (extracto de "El payaso de las bofetadas")
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