29/9/20

Ofitas de Perú (I)

                  Panel Central en la Guaca del Dragón, Trujillo (Perú)

La Guaca del Dragón, también llamada Guaca del Arco Iris, está ubicada en el norte, en las afueras de la ciudad de Trujillo, en el distrito de La Esperanza y cerca de Chan Chan, en Perú.
Se trata de un gran monumento religioso, centro ceremonial y administrativo construido en adobe, cuyos murales están decorados con frisos en relieve mostrando figuras antropomorfas y representando estilizadamente el arcoíris. Si bien algunos arqueólogos atribuyen este monumento a la Cultura Chimú (1.100-1.450), otros afirman que este adoratorio fue construido por la Cultura Moche (800-1.000)

Al ingresar a la Guaca del Dragón podemos apreciar una rampa que conduce a un primer nivel que presenta figuras talladas en las paredes en forma de dragón y sobre estas figuras se representa a un arcoíris. Otra rampa, más pequeña que la primera, nos conduce al segundo nivel, en este nivel hay catorce depósitos, lo que indica que no solo era un adoratorio, sino un centro de acopio de bienes para el abastecimiento de quienes vivían allí y sus alrededores,
Se trata de una pirámide formada por una doble plataforma protegida por una elevada muralla con un solo ingreso al conjunto arquitectónico. Las típicas rampas de la época dan acceso a la Guaca desde la parte superior.

Los muros de las plataformas están decorados con bellos altorrelieves. Una figura adopta la forma de un arcoíris en forma muy estilizada en pos de engullir a un personaje, con cada cabeza. Al centro figuras antropomórficas en forma de Dragón con las fauces abiertas comparten el bocado. Una figura bicéfala posada sobre una pequeña plataforma o altar comparte entre sus fauces un Tumi.

Guaca, huaca o waca, del quechua wak'a designaba todas las sacralidades fundamentales incaicas: santuarios, ídolos, templos, tumbas, momias, lugares sagrados, animales, aquellos astros de los que los aillus o clanes, creían descender, los propios antecesores, incluyendo a las deidades principales, el Sol y la luna, los cuales eran venerados a través de diferentes ceremonias.
Este concepto se origina en la cultura que el Imperio incaico impuso a todos sus dominios en América del Sur. Los incas creían que el inca Túpac Yupanqui podía hablar con las guacas, y por medio de estas conocía los hechos pasados y futuros.

Según la tradición prehispánica, las guacas poseen personalidad propia y forman parte de los panteones locales de las culturas incaicas y preincas junto con las demás deidades andinas mayores como Wiracocha, Pachacamac o Pariacaca.

Continuará...

22/9/20

Ofiolatría Inca


El nombre de América viene de “Amaruka” que significa Tierra de la Serpiente de sabiduría. La tierra de la serpiente emplumada no tiene nada que ver con Américo Vespucio. Amaruka proviene de un antiguo Dios Inca asociado con la serpiente.

Amaru (Serpiente) de gran importancia en la cosmología andina, ha estado presente desde muy antiguo en su iconografía. Su simbolismo es amplio: agua, rayo, fuerza, continuidad, vía láctea, totalidad.
La mascaypacha o corona real de los incas no es otra cosa que la representación de amaru. Símbolo de la realeza cuzqueña, el Inca Garcilaso lo incluyó en el escudo que diseñara para sí mismo, colocando a la izquierda los símbolos de su ascendencia española, y a la derecha los de su familia materna: inti, quilla, la mascaypacha y amaru.
Amaru (en quechua) es la serpiente o culebra de gran tamaño. En aimara, con igual significado, Katari es el nombre de una deidad representada como una Serpiente alada, con ojos cristalinos, hocico rojizo, cabeza de llama, y una cola de pez.

En la época incaica era tótem de la sabiduría, motivo por el cual en las Casas del Saber (Yachay Wasikuna) se colocaba la imagen de dicho ser.
Amaru simboliza el agua que corre por los canales de irrigación, ríos y vertientes y que hacen posible que las semillas del cultivo se transformen en hortalizas. Además se dice que todo aquello que compone la vida está escrito en las escamas del Amaru.
Es una deidad que se relaciona con la vitalidad del fuego que permite la existencia del pueblo aimara. Su fiesta, se realiza en el mes de agosto cuando se produce la limpieza de los canales de irrigación, siendo el cabeza de familia quien oficia de celebrante. Los cultos de Amaru, Mallku y Pachamama son las formas más antiguas de celebración que los aimaras aún realizan en la actualidad.

La noción de Amaru o de Katari asociado a las aguas ha tenido mutaciones y en cuanto a "serpiente voladora" (es similar a las deidades mesoamericanas Kukulkan o Quetzalcoatl) también simboliza a las exhalaciones o rayos que caen del cielo (considerados muchas veces como fertilizadores de la tierra), de hecho el nombre quechua Túpac Amaru significa "encuentro de serpientes" o "lucha de serpientes".

Los Amarus de Junín o Amaru Aranway son dos seres hermanos mitológicos que forman parte de un relato dentro del folclore del Departamento de Junín en Perú.
En Tiwanaku (principal centro de culto y cultural aimara), en un qalawawa o monolito de piedra también se puede observar la figura de Amaru además de la de Mallku.

En Cusco, dentro de la cosmovisión andina, el Amaru representa el comunicador del cielo y la tierra, primero como "Illapa" Rayo que va a la tierra, luego como serpiente, agua, etc., del Hanan Pacha (Mundo Celestial) pasa por el Kay Pacha (Mundo actual) al Ukhu Pacha (Mundo Interno o madre Tierra). Siendo una deidad como lo tenían los Chinos, Mayas-Aztecas, su representación es como la serpiente alada, pasando de un mundo a otro como gran comunicadora de los dioses incas.



20/9/20

Ofiolatría Mapuche

Trentren-Vilu y Caicai-Vilu (en mapudungun: Trengtreng Filu, Kaykay Filu), son Serpientes de la mitología mapuche que en las últimas décadas del siglo XX fueron reintroducidos en la mitología chilota.

La apariencia de Caicai sería la de un ser mitad culebra y mitad pez; y la apariencia de Trentren, la de una culebra gigante.
Ambos son seres poderosos, Caicai-Vilu es la "serpiente marina" que tiene el poder para dominar el mar y todo lo relacionado a él y Trentren-Vilu es la "serpiente terrestre" que tiene poder para dominar la tierra, y sus volcanes.

Según los mapuches, estas dos serpientes serían originalmente los hijos de los Pillanes más poderosos, que como castigo habrían sido convertidos en estos seres. Así que el hijo de Peripillán fue convertido en una inmensa serpiente que sería Caicai y el hijo de Antu convertido en una serpiente que sería Trentren. Ambas serpientes serían adversarias, como lo fueron Antu y Peripillán.
Caicai habría sido mandada a vivir en el mar para ayudar a cuidarlo junto a los Ngen-ko, y Trentren habría sido mandada a vivir en la tierra para ayudar a cuidar junto a los demás Ngen a la tierra, y para ayudar al ser humano. Siendo así como estas dos culebras son un instrumento a través del cual también se cumple la voluntad de los antiguos espíritus mapuche.

Se dice que cuando Caicai despertó de su gran sueño de varios años, a causa del desagradecimiento que tuvieron los hombres por todo lo dado por el mar; Caicai se enfureció y usó su cola en forma de pez para golpear el agua. Con ello inició un gran cataclismo que empezó a inundar y crear un diluvio en todo el territorio; ya que tenía el deseo de castigar al ser humano y de incorporar toda la vida terrestre a sus dominios. Caicai ordenó a las aguas que inundaran los valles y cerros, y que llevasen a todos los habitantes al fondo del mar.
Al ver Trentren, que los habitantes y animales estaban desesperados y que los hombres la invocaron, y como por órdenes de su padre, ella era quien debía proveerles de sabiduría y protección; decidió ayudar a los seres humanos. Así ayudó a escapar a los habitantes y a los animales subiéndolos en su lomo y llevándolos a los cerros; y a los que quedaban atrapados por las aguas, los transformó en aves para que escaparan volando; a los que se ahogaban en peces y mamíferos marinos (siendo uno de ellos el origen del cahuelche), y a los ahogados en sumpall. Los seres humanos que quedaron inmóviles por el terror que sentían, se habrían transformado en mankial.

Pero como el mar seguía subiendo de nivel, Trentren tuvo que ordenarles a los cerros que aumentaran de altura para contrarrestar el poder de Caicai. Entonces Cai-cai empezó a luchar contra Trentren en una titánica batalla que duró mucho tiempo, hasta que ambas serpientes se cansaron, con lo cual Trentren venció parcialmente al no haberse inundado toda la tierra, sin embargo, las aguas no volvieron totalmente a su nivel antiguo; con lo que Chile obtuvo su actual geografía.
Posteriormente, según la tradición chilota, Caicai se conformó con la porción de tierra obtenida que logró inundar, y delegó sus funciones referente al mar, al gran Millalobo.

Según la tradición mapuche, después del cataclismo, todos siguieron su vida tranquila; hasta que un día Trentren se encolerizó por la actitud que tenían los hombres, e hizo que todos los volcanes entraran en erupción, la población tuvo que mudarse a otros lugares más seguros. Desde ese momento, Trentren continúa manifestándose mediante temblores, terremotos y erupciones volcánicas, mientras que Caicai causa los maremotos e inundaciones cuando se revuelve en medio de su sueño.
En los alrededores de cada comunidad mapuche hay un cerro considerado Trentren, es decir, el lugar en que vivía la serpiente de la tierra y en el que se refugió la vida terrestre durante el cataclismo.

Versiones posteriores del mito suelen también describir a las serpientes Trentren Vilu y Caicai Vilu como espíritus femeninos.
En Argentina existen otras versiones posteriores, las cuales cambian a los padres originales de ambas serpientes míticas, indicando que serían hermanos o hijos de los dioses Nguenechèn (Ngenechén) y Kushe (Kuyén Kushe).

En el ámbito literario, Miguel Serrano reinterpreta el mito de las serpientes en su obra «Ni por mar ni por tierra» (1950), asociándolas a un cataclismo primordial de la especie humana, donde el archipiélago de Chiloé (Chile) subsistiría como un elemento residual del continente perdido de Lemuria.


17/9/20

Ofiolatría Anasazi


La zona conocida como Four Corners (las Cuatro Esquinas), donde convergen Arizona, Colorado, Utah y Nuevo México, fue el lugar donde habitaron los Anasazi durante más de cien años.

Toda la meseta está repleta de escarpados cañones inhóspitos, bien disimulados entre las rocas. Los dos ríos más importantes que recorren estas tierras son el río Grande y el Colorado. Hoy en día, la mayor parte de esta región está cubierta de bosques de pinos piñoneros y enebros. Pero hace novecientos años estaba lleno de campos de maíz, calabazas y judías. Los arqueólogos creían que con los cultivos de esta zona, los anasazi abastecían a cuarenta mil o cincuenta mil personas.
Los historiadores reagrupan con la designación anasazi (los antiguos) a distintas culturas similares que residieron en la misma zona: los hohokam, los mogollón y los patayan, desaparecidos todos antes del siglo XVI.

Los anasazi no dejaron ningún documento escrito. Sin embargo, los indios navajos, que hoy en día habitan en las Cuatro Esquinas, siempre han estado alejados del Cañón Chaco. Si se les pregunta por qué, afirman: “Allí sucedió algo malo”.

Nadie sabe a ciencia cierta cuál era la religión de los chacos, pero muchos arqueólogos creen que tenían un lado oscuro y misterioso y que esto podría explicar los actos de canibalismo y también el hecho de que la gente anduviese más de ochenta kilómetros sólo para ir al poderoso centro ceremonial.
El arte rupestre es un legado que no deja lugar a dudas sobre la Ofiolatría de “los antiguos”, las serpientes abundan en los petroglifos que dejaron los anasazi.

Los indios norteamericanos se niegan rotundamente a que se identifique a sus antepasados como caníbales. Pero muchos arqueólogos han encontrado pruebas concluyentes en los asentamientos anasazi. Citan como tales las pequeñas zonas de brillo que se forman cuando un hueso es cocinado en una olla de barro y marcas de cortes y abrasiones en los restos humanos que son idénticas a las que tienen los animales que han sido consumidos. Y el asentamiento de Archie Hansen está lleno de estos indicios.

Los toltecas o los aztecas practicaban rituales sangrientos en los que se sacrificaba a humanos, tal vez esto podría explicar por que el canibalismo apareció en la historia de los anasazi. Pero no es más que una de las teorías que se siguen barajando.

Los anasazi dejaron huesos sospechosos de canibalismo en unos cincuenta asentamientos arqueológicos. Pero lo realmente curioso es que casi todas las fechas de las pruebas son de ese mismo período, que comprende desde 900 d.C. hasta alrededor del año 1150. Estas fechas corresponden exactamente al período en el que la civilización anasazi estaba encabezada por un lugar llamado Cañón Chaco, una ciudad tan misteriosa como grandiosa en medio de la nada; la ciudad más extraña que los anasazi construyeron, ahora convertida en unas desoladas ruinas en el desierto de Nuevo México.

El Wendigo es parte del sistema tradicional de creencias de varias de las tribus algonquinas del noreste de Estados Unidos y Canadá, sobre todo los ojibwa y los saulteaux, los cree, los naskapi y los innu. Aunque las descripciones de esta criatura varían, es común que todas estas culturas describan a los wendigos como seres sobrenaturales malévolos, caníbales y poseedores de un gran poder espiritual (manitu).

Están fuertemente asociados con el invierno, el norte, el frío, la hambruna y la inanición. Se le relaciona con el canibalismo, tema considerado tabú entre los pueblos amerindios de esta parte de América del Norte.

13/9/20

Ofiolatría Mexica (V)

                                  El Monte Tláloc

En la versión de Cristóbal del Castillo, escrita al final del siglo XVI, se menciona que las aguas que rodeaban Aztlán tenían como nombre Metztliapan (lago de la Luna), concordando con lo referido por Domingo Francisco Chimalpáhín en sus Memoriales, ambos coinciden en situar este sitio en las últimas tierras de Xalisco, actual Nayarit, en la isla llamada Mexcaltitlan (Mexi "mexitin", calli "casa", tlan "locativo" "tierra hogar de los mexitin" ).
Cabe recordar que esta isla estaba sujeta al señorío de Aztatlan, las tiranías de uno de estos tlahtoques aztecas es lo que obliga a los mexitin a salir de su territorio, dirigidos por Chalchiuhtlatonac, quien moriría en Huey Colhuacan, uniéndose a Tetzauhteotl yaotequihua en la figura de Huitzilopochtli.

En la isla de Mexcaltitlan también se han encontrado petrograbados con garzas, y uno exhibido en el Museo del Origen, situado en la isla, muestra una garza montada sobre una Serpiente.
La palabra aztecatl, deriva de la palabra aztateca, que significa procedente de Aztatlán. El significado de la palabra es "lugar de la blancura" o "lugar de las garzas" (del náhuatl aztlatl (garza) y tlan (lugar).

Tláloc, en el Códice Borgia, representando el diluvio según la Cosmogonía previo al Quinto Sol.

Tláloc (en náhuatl clásico: Tlālōc;ˈtlaːloːk) es una deidad mesoamericana del agua celeste. El nombre Tláloc deriva de tlālli (tierra) y octli (néctar), el néctar de la tierra. Los mexicas lo tenían como el responsable de la estación lluviosa y hacían ceremonias para honrarlo en el primer mes del año (ātl cāhualo).
Tláloc fue una de las divinidades más antiguas y veneradas de toda Mesoamérica. Su culto se extendió por gran parte del territorio centroamericano. Fue tomado por los nómadas aztecas (así se llamaban los mexicas cuando apenas acababan de salir de Aztlán) que se instalaron en el lago Texcoco, asimilándolo como divinidad agrícola. Siguió siendo uno de los dioses fundamentales de las distintas comunidades agrícolas autóctonas; originario de la cultura de Teotihuacan, dada la caída de la ciudad pasó a Tula, y de ahí su culto se esparció entre los pueblos nahuas (Nagas). Los teotihuacanos tuvieron contacto con los mayas, de ahí que ellos lo adoptaran o lo identificaran en la forma del Dios Chaac. En la cosmología tlaxcalteca, Tláloc se casó primero con Xochiquétzal, Diosa de la belleza, pero Tezcatlipoca la secuestró. Tláloc se casó otra vez con Matlalcueye, y tiene una hija o hermana mayor que es llamada Huixtocíhuatl

Como las divinidades mesoamericanas en general, Tláloc posee una ambigüedad, en cuanto a que es una Fuerza Suprema en y de la naturaleza (la naturaleza y el cosmos no representan en los términos humanos bondad o maldad, sino más bien un entramado de fuerzas, a veces en equilibrio, a veces en pugna; en ocasiones benéficas para los humanos, otras tantas desastrosas); lo cual implica que, si bien es Dador de Vida, Providencia y Benefactor, también muestra su faceta destructiva y aniquiladora. Así desciende desde el cielo para fecundar la Tierra y poder cultivar la milpa, para germinar las semillas.
También envía los relámpagos y rayos, las tempestades del agua y los peligros de los ríos y del mar; dicho en palabras del fraile de Sahagún. Dominaba también las fuerzas destructoras y si así era su voluntad podía enviar granizos, inundaciones, sequías, heladas y rayos fulgurantes o fulminantes.
Estaba encargado de enviar el agua a la comunidad a través de sus ayudantes, los tlaloques; Tláloc mismo multiplicado y diversificado, manifestado a los humanos como "seres enanos y antropomórficos", como refiere Juan Carlos Pérez Guerrero, que desde el interior de los cerros enviaban las cuatro clases de lluvias. Ellos también recibían súplicas y en su honor se realizaban ceremonias y rituales.
Alain Musset asevera que, en vez de enanos, son la representación de las montañas que rodean el Valle de México y sobre las cuales parecen formarse las nubes que anuncian la lluvia. Su papel consistía en favorecer la venida de las aguas celestes pero también protegían a los pescadores y los navegantes.

Tláloc fue uno de los más importantes en el altiplano de México, uno de los más representados y quizás también uno de los de mayor antigüedad del panteón de Mesoamérica. Aparece representado desde la época teotihuacana. Se le manifestaba siempre con unos atributos característicos:
    -Anteojeras formadas por unas serpientes que se entrelazaban y cuyos colmillos acababan siendo las fauces del dios.
    -Una especie de bigotera que no era otra cosa que su labio superior. Se cree que este gran labio era el símbolo de la entrada en la cueva que comunica con el inframundo y que deriva de la boca de las figuras olmecas.
    -La cara estaba casi siempre pintada de color negro o azul verde, para imitar los visos que hace el agua.
    -Llevaba en la mano una especie de estandarte de oro, largo y con forma de culebra, terminado en punta aguda; era para representar los relámpagos y los truenos que acompañan a veces al agua de lluvia.
    -En los dibujos de los códices puede verse que sus vestidos tienen pintados unas manchas que son el símbolo de las gotas de agua.
Tláloc está compuesto en sus representaciones por los tlaloques o dioses de los 4 rumbos. Cada uno de ellos manejaba y era el responsable de una vasija colocada en un rumbo. Cada vasija proporcionaba una lluvia diferente.
La residencia de Tláloc era múltiple debido a la posibilidad de división de la sustancia que lo conformaba. Su morada se encontraba tanto en el Templo Mayor de Tenochtitlan, como en el Tlálocan, en el interior del cerro que lleva su nombre, el cual pertenece a la cadena montañosa Tlálocan, que separa el Valle de México del de Huexotzinco.

La libertad y poder absoluto que posee la Divinidad le permite tomar cualquier forma, así como estar presente en cualquier parte, viendo la "Morada divina" como una extensión de la misma divinidad.

Una representación temprana del dios de la lluvia se encuentra en Estados Unidos, en los murales que pintó José Clemente Orozco entre 1932 y 1934, se ve al hombre-dios entre las deidades principales Xipe-Tótec, Tezcatlipoca, Tláloc, con cuerpo humano y dos serpientes que forman su máscara.
Continuará...

31/8/20

Ofiolatría Mexica (IV)

La mujer serpiente Cihuacóatl

Lejos de los razonamientos científicos que las personas de hoy exigimos ante cualquier planteamiento, las leyendas son ventanas que nos explican hechos o sucesos de forma fantástica.

Las leyendas prehispánicas se conservaron gracias a la tradición oral, luego se plasmaron en códices y más tarde en libros con la llegada de los españoles. La más famosa es aquella que se refiere a la mujer serpiente Cihuacóatl o La Llorona.

Cihuacóatl fue una mujer que perdió a su esposo en una batalla, aunque existen algunas otras versiones. Pero en general se dice que la Llorona enloqueció y de dolor mató a sus hijos en el lago. Aunque pensaba suicidarse, los pobladores la detuvieron para juzgarla, torturarla y sacrificarla por su crimen.

Cuando llegó al Mictlan, el infierno, los dioses la condenaron para que permaneciera como un ente, entre la vida y la muerte, su castigo fue estar penando y lamentándose indefinidamente por haber matado a sus hijos.
Siempre se aparece en el mismo sitio donde había realizado su crimen. En este lugar aterrorizaba a los pobladores, los hacía naufragar y después los mataba. Otras versiones dicen que cada noche salía para lamentarse, llorando y dando gritos: “¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos!” o “Hijitos míos ¿A dónde os llevaré?”.

El cronista Sahagún dice que este ser llevaba una cuna y la dejaba en el mercado, la cuna estaba vacía salvo por un cuchillo de pedernal, como los que se usaban para los sacrificios. Irónicamente las madres cuyos hijos eran sacrificados para calmar a la Cihuacóatl iban gritando por las calles “¡Ay mis hijos! ¡Dónde están mis hijos!”. Cuando el lago se secó la mujer vestida de blanco siguió apareciéndose con su espeluznante lamento.

Fray Bernardidno de Sahagún, en el primer sueño de la noche junto a los mexicas, escuchó un ruido de alguien cortando madera que lo llamaban Youaltepuztli. Al dirigirse al lugar de donde provenían los sonidos se daban cuenta que no había nadie talando así que los pobladores le presentaban ofrendas al ente, con tal de superar su miedo inicial y perseguir a esta forma de bulto hasta alcanzarla y agarrarla. Después debían esperar a otro ente que tenía forma de hombre sin cabeza, que tenía el pescuezo cortado como un tronco y el pecho abierto, en ambos lados había puertas que se abrían y se cerraban en el centro donde reposaba el corazón. Y si todavía el captor tenía ánimos para contemplar esta visión debía arrancarle el corazón y negociar con el fantasma algún favor, petición o riqueza.

En el Escudo Mexicano la serpiente es devorada por el Águila.

26/8/20

Ofiolatría Mexica (III)



El sacrificio humano fue popular entre muchas culturas sudamericanas. Creyeron que los dioses se sacrificaban para que la humanidad pudiera vivir.

Pero no todas las culturas sacrificaron humanos, el sacrificio de animales fue común. Por ejemplo, el culto de Quetzalcoatl requirió el sacrificio de mariposas y colibríes. El auto-sacrificio fue también común; las personas ofrecerían espinas de maguey, manchadas con su propia sangre, y los reyes mayas ofrecerían su propia sangre. Sin embargo, los sacrificios humanos fueron el tipo más extremo de ofrenda a los Dioses. Fueron los aztecas quienes lo practicaron a una escala mayor y más frecuentemente.

El propósito del sacrificio humano para los aztecas fue el de complacer a los Dioses, era una parte mayor en el ritual de su religión para las dieciocho fiestas que tuvieron durante el año. Los sacrificios se hacían en cada una de estas fiestas y ocurría una vez por mes.
Estas fiestas eran dedicadas a los cuatro Dioses relacionados a su religión.
-Huitzilopochtli, el Dios central fue considerado como el Dios más sabio y representó al genio de los aztecas, asociado con la guerra y el sol.
-Tezcatlipoca, se consideró generalmente como el Dios más poderoso, fue el Dios de la noche, de la brujería y del destino. Los aztecas creyeron que él creaba la guerra con el propósito de proporcionar alimento y bebida para los Dioses. Para los aztecas, representó el poder místico y completo.
-Huehueteotl fue la deidad mayor y también el Dios del fuego. Los aztecas creyeron que si ellos no acallaban a Huehueteotl, un fuego destruiría su aldea.
-Tlaloc fue el Dios de la lluvia. Los aztecas creían que si los sacrificios no se hacían a Tlaloc, la lluvia no vendría y sus cosechas no crecerían.

La ceremonia del sacrificio humano era compleja y era la última parte en el proceso de la ofrenda. El humano escogido era generalmente un guerrero raptado. Dependiendo de lo que el Dios azteca ofrecía, el número de sacrificios variaba y los sacrificios serían diferentes, pero la práctica era generalmente la misma.
La víctima sería colocada en un trozo de piedra en el templo de Tenochtitlán. Entonces el sacerdote cortaría ceremoniosamente por el abdomen con un puñal de obsidiana. El corazón se quitaría y sería ofrecido al cielo, en honor al Dios.
Después, el cuerpo se llevaría o incineraría o sería dado al guerrero responsable de la captura de las víctimas, él cortaría el cuerpo en pedazos muy pequeños y los mandaría a las personas importantes como una ofrenda, o utilizaría los pedazos para el canibalismo ritual.

Una parte importante en el sacrificio humano era el papel del Sol. Los aztecas sabían que el sol era muy necesario y le dieron un papel mayor en la práctica del sacrificio humano. Durante el sacrificio, tan pronto como el corazón era sacado de la víctima, éste sería levantado al sol, en honor a la mayoría de los dioses respetados.
Las creencias religiosas estuvieron basadas en el gran temor de que el universo dejaría de funcionar después de un ciclo de cincuenta y dos años si los Dioses no eran suficientemente fuertes.
Cada cincuenta y dos años, una nueva ceremonia especial de fuego era realizada. Todos los fuegos eran extinguidos, y en mitad de la noche, un sacrificio era hecho. Ellos entonces esperaban el alba. Si el sol aparecía, significaba que los sacrificios para este ciclo habían sido suficientes para complacer a los Dioses.

También, algunos relatos dicen que las aztecas tuvieron que realizar un sacrificio diario solo para que el sol apareciera al día siguiente. Con esto, los aztecas a menudo creyeron que ellos eran "las personas del sol". Es evidente que el sol era muy importante en la cultura azteca. Representó el poder y la fuerza de los Dioses. Creyeron que el orden en la tierra podía continuar si ellos honoraban a sus Dioses.


En la América precolombina se desarrollaron cientos de culturas y decenas de civilizaciones originales a lo largo de todo el continente. Las consideradas altas culturas precolombinas surgieron en Mesoamérica y los Andes. De norte a sur podemos nombrar las culturas Anasazi, Misisipiana, Mexica, Tolteca, Teotihuacana, Zapoteca, Olmeca, Maya, Muisca, Cañaris, Moche, Nazca, Chimú, Inca y Tiahuanaco entre otras.


La región andina cuenta hoy en día con un riquísimo legado material patentado en las culturas de ámbito regional, como Moche o Nazca, y algunas de mayor alcance como Tiahuanaco o Huari. Todas ellas elaboraron complejos sistemas de organización política y social y son notables por sus tradiciones artísticas y sus religiones.

25/8/20

Ofiolatría Mexica (II)


Después de las devastaciones de los Cuatro Soles, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca son reconocidos por la recreación de la tierra y el cielo como aliados.

De acuerdo con el mito azteca de la creación, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca crean el cielo y la tierra al desmembrar al monstruo Tlaltecuhtli, el señor de la Tierra. Se dice que Tlaltecuhtli se combinó con otro monstruo, el gran cocodrilo que con su espalda de cocodrilo dio forma a las montañas del mundo.

Una de las versiones de este mito nos dice que Quetzalcóatl y Tezcatlipoca descendieron del cielo para observar a Tlaltecuhtli. Al hacerlo, vieron cómo el deseo de Tlaltecuhtli por la carne fresca era tan grande que Tlaltecuhtli no solo tenía una mandíbula llena de dientes afilados, sino que también tenía dentaduras rechonchas en los hombros y las rodillas.
Después de ver esto, los dioses estuvieron de acuerdo en que la creación no podría completarse mientras el monstruo estaba vivo. Decidieron destruir a Tlaltecuhtli.

Para crear la Tierra, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca se convirtieron en serpientes gigantes. Uno de ellos tomó la mano izquierda y el pie derecho de Tlaltecuhtli, mientras que el otro tiró a Tlaltecuhtli por la mano derecha y el pie izquierdo, y entre los dos descuartizaron al monstruo. La parte superior del monstruo creó la tierra, mientras que la parte inferior fue el cielo.

Sin embargo, la destrucción de Tlaltecuhtli enfadaba a los otros dioses, por lo que decidieron que para consolar a la tierra crecerían todas las plantas que el hombre necesitaría para vivir. De su cabello crecían árboles, flores y hierbas, y de su piel pasto y pequeñas flores; sus ojos serían la fuente de las corrientes, lagunas y pequeñas cuevas; su boca los grandes ríos y cavernas mientras que su nariz sería la cresta de las montañas y valles.
La leyenda dice que se podía escuchar el llanto del monstruo por la noche, sediento de sangre y de los corazones de las personas. Se dice que sus necesidades se calmaron con sacrificios y ofrendas de carne y sangre, y lo hicieron benévolo con la gente, dando los frutos necesarios para que la vida humana continúe.

Continuará...

23/8/20

Ofiolatría Mexica (I)


El templo de Vitziliputzli fue construido por grandes piedras y se llamó “el circuito de serpientes” porque las paredes del recinto estaban cubiertas con las figuras de serpientes.

El dios Vitziliputzli, también llamado Huitzilopochtli, dios de la guerra, sostenía en su mano derecha una vara cortada en forma de serpiente; y las cuatro esquinas del arca, en la que estaba sentado, terminaron cada una con la representación tallada de la cabeza de una serpiente.
Los indígenas trataron a los prisioneros de guerra españoles siguiendo sus costumbres. Los españoles cautivos durante las batallas desempafiaron un papel importante para los mexicas, por eso fueron sacrificados a los dioses. En las luchas por la conquista definitiva de la capital mexica, la magnífica ciudad Tenochtitlan, los conquistadores fueron testigos a distancia de tales ceremonias, en las que algunos de sus combatientes dejaron la vida sobre la piedra de los sacrificios.

Para los cronistas, los que relataron y escribieron acerca del modo de vivir y la cultura de los antiguos mexicanos, el dios Huitzilopochtli se transformó en el prototipo de la violencia terrible que solicitaba víctimas humanas. Esta caracterización diabólica del dios guerrero provocó que utilizaran su nombre aisladamente de los contextos sociales para denominar lo inexplicablemente cruel. Este nombre, "Huitzilopochtli", se convirtió en el diablo que pierde a los hombres, solamente por el papel especial del numen dentro del panteón mexica, ignorando la semántica de los componentes del nombre indígena: colibrí (huitzilin) del lado izquierdo (opochtli), es decir, del sur.

Otras civilizaciones, como los Mayas, también realizaban el sacrificio humano, pero fueron los aztecas quienes lo practicaron a una escala mayor y más frecuente. El propósito del sacrificio humano para los aztecas fue el de complacer a los Dioses.
El sacrificio humano fue una parte mayor en el ritual de su religión, para las dieciocho fiestas que tuvieron durante el año. Los sacrificios se hacían en cada una de estas fiestas y ocurría cerca de una vez por mes. Estas fiestas eran dedicadas a los cuatro Dioses. Huitzilopochtli, el Dios central en la cultura azteca, fue considerado como el Dios más sabio y representó al genio de los aztecas, asociado con la guerra y el sol.

El siglo mexicano estuvo representado por un círculo, con el sol en el centro, rodeado por los símbolos de los años. La circunferencia era una serpiente torcida en cuatro nudos en los puntos cardinales.
El mes mexicano se dividió en veinte días, la serpiente y el dragón simbolizaron dos de ellos. En México también había un templo dedicado a el dios del aire, y la puerta se formó para parecerse a la boca de una serpiente.
La serpiente de cascabel era un objeto de veneración y adoración, las representaciones de este reptil y otras de sus especies, se encuentran muy a menudo entre los restos de su antigua idolatría .

Bullock llevó a Inglaterra este elenco de este ídolo, que corrobora plenamente las afirmaciones reiteradas de los españoles que primero llegaron a México, de que la gente de ese país adoraba un ídolo en forma de serpiente.

Bernal Diaz del Castillo, quien acompañó a Cortés, fue presentado por Moctezuma en el interior del templo principal, cuya descripción se da de la siguiente manera: "Cuando habíamos ascendido a la cima del templo, observamos en la plataforma, a medida que pasábamos, las grandes piedras sobre las que se colocaban las víctimas que debían ser sacrificadas. Aquí había una gran figura que representaba un Dragón y mucha sangre derramada ... Cortés se dirigió a Moctezuma y le pidió que le hiciera el favor de mostrarnos sus dioses. Los sacerdotes nos condujeron a una torre donde había una especie de salón. Aquí había dos altares, muy adornados con vigas ricas en el techo, y sobre los altares, figuras gigantescas, que representan hombres gordos. Huitzilopochtli, su dios de la guerra, con una gran cara y ojos terribles. Esta figura estaba completamente cubierta de oro y joyas, y su cuerpo atado con serpientes de oro. Antes del ídolo había una cacerola de incienso, con tres corazones de víctimas humanas, que ardían y se mezclaban con el copal. A la izquierda estaba la otra gran figura, con una cara como un oso. Él era el dios de las regiones infernales, su cuerpo estaba cubierto de figuras que representaban demonios con colas de serpientes. En este lugar tenían un tambor del tamaño más enorme, cuya cabeza estaba hecha de las pieles de grandes serpientes. A poca distancia de este templo se alzaba una torre, en la puerta había ídolos espantosos como serpientes y demonios, y ante ellos había mesas y cuchillos para el sacrificio".

Bullock nos dice, que de la gran serpiente antes mencionada, las más pequeñas fueron modeladas en piedra, y probablemente guardadas por los mexicanos como Penates. Tales copias en miniatura de sus dioses fueron tomadas con frecuencia en Egipto, y la costumbre prevalece en otros lugares, los birmanos lo siguen universalmente.

El Sr. Bullock también trajo de México un molde de un ídolo, al que llama "la diosa de la guerra", y así lo describe:
"Este ídolo monstruoso es, con su pedestal, de doce pies de alto y cuatro pies de ancho... Su forma es en parte humana, y el resto está compuesto de serpientes de cascabel y el tigre. La cabeza, enormemente, de par en par, parece que de dos serpientes de cascabel unidas; los colmillos que colgaban de la boca, en los que los corazones todavía palpitantes de las desafortunadas víctimas se frotaban como un acto de la oblación más aceptable. El cuerpo es el de un cuerpo humano deformado, y el lugar de los brazos suministrados por las cabezas de serpientes de cascabel, colocados en plintos cuadrados y unidos por adornos con flecos. Alrededor de la cintura hay una faja, que originalmente estaba cubierta de oro; y debajo de esto, llegando casi hasta el suelo, y cubriendo en parte sus pies deformes, una cortina completamente compuesta de serpientes de cascabel enrolladas , que los nativos llaman “una vestimenta de serpientes”. Entre los pies, descendiendo del cuerpo, otra corona. La serpiente descansa su cabeza en el suelo".

Los mexicanos sacrificaron víctimas humanas al dios Virachoca; y que la cabeza de la infeliz criatura a punto de ser sacrificada fue retenida en un collar de madera forjado en forma de serpiente, de todas las obras que pueden consultarse sobre este tema, la de M. Aglio, sobre "Antigüedades mexicanas", merece la pena ser notada. Contiene facsímiles de casi todas las pinturas de Aztecas conocidas en Europa, junto con representaciones litográficas de esculturas y otros monumentos de estas gentes. Estas pinturas y esculturas abundan en evidencias de la Ofiolatría mexicana, y demuestran que apenas existía una deidad mexicana que no estuviera simbolizada por una serpiente o un dragón.

Muchas deidades aparecen sosteniendo serpientes en sus manos; y pequeñas figuras de sacerdotes están representadas con una serpiente sobre cada cabeza. Esto nos recuerda a los sacerdotes de la Isis egipcia, que se describen en la escultura, con el sagrado Asp en la cabeza y un cono en la mano izquierda. Y para confirmar la conexión mutua original de todos los adoradores de serpientes en todo el mundo, las pinturas mexicanas, así como los jeroglíficos egipcios y persas, describen el hierograma Ofita de los entrelazados.

Los dioses de México son fotografiados peleando con serpientes y dragones; y los dioses, y algunas veces los hombres, están representados en una conversación con las mismas criaturas. percibimos que en México, la serpiente era sagrada y emblemática de más dioses que uno, una observación que puede extenderse a casi todas las demás naciones que adoraban a la serpiente simbólica. Este es un hecho notable y valioso; y descubre en la Ofiolatría otro rasgo de su carácter aborigen. Porque demuestra que la serpiente ha sido un símbolo de la divinidad intrínseca, y no un mero representante de propiedades peculiares que pertenecen a algunos dioses, y no a otros.

La serpiente también entró en la religión de los mexicanos como un encanto. Cada vez que una persona estaba enferma, se enviaba un sacerdote inmediatamente, quien después de haber perfumado al paciente, se había afeitado el cabello y colgaba los huesos de serpiente del cuello.

Continuará...