30/6/18

Los Ophitas (II)


Al encontrarse el sarcófago de Set, la Iglesia Católica escondió el Libro de los Muertos egipcio en el Vaticano. Los griegos dieron a conocer los Misterios; los hebreos, las Escrituras y la Kábala; y los Romanos comenzaron una nueva época de transformación.

El Puente que da acceso del Antiguo al Nuevo Testamento lo forma el Evangelio de San Mateo, que fue el único escrito en hebreo, todos los demás lo fueron en griego. El griego y el hebreo son dos idiomas completamente distintos, esto explica los numerosos errores en las traducciones bíblicas.
Los Gnósticos escribieron sus enseñanzas y las explicaron en griego. Luego San Agustín, San Ambrosio y San Jerónimo, las escribieron en latín, dando un tinte romano a la religión. La Sabiduría, entonces, fue reemplazada por el dogma judío. Por ello nos encontramos con dos interpretaciones distintas, la que mantuvieron los griegos y la de los latinos. La que sostuvo la verdad es la que proviene del griego, que es la que ha sido conservada hasta nuestros días en algunas Sociedades Ocultas.
San Jerónimo, que vivió cuarenta años en Belén, fue el verdadero autor de la Vulgata Latina. Al encomendarle el Papa Dámaso que hiciera su traducción, le encargo previamente que la encauzara hacia el terreno que era del interés Católico. Luego, todas las demás traducciones de la Biblia, incluida la Luterana, se han basado en los trabajos de San Jerónimo.

Los Antiguos iniciados, anteriores a los griegos, tenían tres clases de escritura. La tercera sólo era utilizada por los Iniciados. Orígenes nos habla también de las Palabras Mágicas que contiene la Biblia y a él se deben los exorcismos que hoy emplea la Iglesia. Orígenes también dice que la magia bíblica es un arte santo, y que las Sagradas Escrituras y los Evangelios son letra muerta si no se tiene la clave para leerlos.

Los Naasenos y los Setianos tenían enseñanzas similares a la Teosofía. En el Apocalipsis de Baruc se explica un cuento de Heródoto, en cuyo simbolismo afirma que está el Misterio de la Creación.
Hércules se hallaba de viaje, y una noche, atravesando el desierto y rendido de cansancio, se durmió. Estando en el sueño, se escapó el caballo que había montado durante el viaje. Pero, al despertar, halló a una hermosa mujer que decía conocer el paradero del caballo. Interesado Hércules porque le dijera el lugar donde se encontraba, ésta le respondió que sus labios no pronunciarían palabra en tanto no consintiera que ella fuera su amante y se realizara el coito. Trató Hércules de repudiarla porque sólo su parte superior era de mujer hermosa, los miembros inferiores pertenecían a una serpiente, pero con tal de que le fuera devuelto su caballo, accedió.
Esta Mujer Serpiente concibió de Hércules, y de ese connubio salieron tres personas en una. Una figura de mujer dividida en tres partes: mitad de cuerpo humano, mitad de serpiente, y en el centro, la parte sexual de ambos.

Los Nagas, los misteriosos dioses serpiente que moraron en la India en épocas remotas, fueron llamados “sarpa” o serpientes. En sus estudios sobre la religión hindú, la teósofa Helena Petrovna Blavatsky, afirma que los Nagas o los sarpa de la India son los seraphim judíos, que derivan de Serapi o sarpa, que significa “serpiente”.
En el Antiguo Testamento, las referencias explícitas a los antepasados dioses serpiente han sido eliminadas a través de un largo proceso de filtraje. Cuando se encuentran alusiones en las Escrituras, se interpretan simplemente como alegorías.

Y Jehová Dios dijo a la Serpiente:
Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida”. (Génesis 3:14)

Continuará...

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