28/6/17

Hispania Visigoda (I)


El pueblo godo tiene su origen histórico en las tierras del Sur de lo que hoy es Suecia, eran un pueblo indoeuropeo de tronco nórdico. Su lengua, hasta donde se sabe de ella, entronca con el germano antiguo y posiblemente tuviera la misma raíz. No se sabe con certeza en que época se diferenciaron de otros pueblos nórdicos vecinos de ellos, tales como gépidos, jutos, etc. Los godos entran en la historia cuando autores romanos los mencionan como habitantes de las costas bálticas de lo que hoy es Alemania y Polonia en el siglo I d.C.
Su migración desde Escandinavia no puede ser datada con precisión aunque se suele aceptar la primera mitad de ese siglo como fecha aproximada. A lo largo de casi dos siglos los godos van emigrando hacia el Sureste hasta establecerse, en la primera mitad del siglo III d.C. en las orillas del Mar Negro, al Este del río Dniester, en lo que hoy son Moldavia y Ucrania.

La mayor parte de la historia de los godos en Hispania, se da por cerrada en el momento en que el reino visigodo es vencido por los musulmanes, de tal modo que parece que desde ese momento los visigodos pasan a ser parte de la historia. Pero los visigodos no desaparecieron en masa después de la derrota musulmana. También es ridículo pensar que varios cientos de miles de visigodos cambiaran de la noche a la mañana de cultura, lengua y costumbres, y que la cultura hispanovisigoda, que había alcanzado la cumbre no muchos años antes con San Isidoro, fue suplantada de golpe por la cultura de los recién llagados invasores.

La cultura hispanovisigoda se mantuvo viva durante un cierto tiempo, manteniendo la cohesión cultural y social en la Hispania que acababa de sufrir un cambio revolucionario en lo político.
En el año 711, grupos provenientes de Oriente y del Norte de África (árabes, sirios y bereberes), de religión musulmana, al mando de Tarik, derrotaron al rey visigodo Don Rodrigo en la batalla de Guadalete. Empezó así la dominación árabe de la Península Ibérica que se prolongaría durante ocho siglos hasta 1.492, en que el último rey nazarí rindió Granada a los Reyes Católicos.

Los asentamientos visigodos en el Norte de la Meseta habían sido atacados por Tarik para evitar que la región en que vivían la mayor parte de los godos étnicos se convirtiera en un foco de revuelta. Y lo debió hacer bien, porque en ningún momento esta región fue origen de alzamientos o conspiraciones. El pueblo llano godo, carecía de sus líderes naturales, nobles u obispos, que estaban muertos o huidos. Con toda su debilidad, los godos siguieron más o menos subsistiendo hasta los tiempos de Alfonso I. Este rey de Asturias vivió en los años de la sublevación berebere (740-741). Los bereberes, al alzarse, dejaron desguarnecida toda la Gallaecia y buena parte de la Meseta Norte. Alfonso se aprovechó de ello para conquistar ciudades como Lugo, Tuy, Braga, Coimbra... sus expediciones llegaron hasta Segovia. Pero Alfonso sabía que los musulmanes volverían, salvo que él pudiera defender todos esos territorios. Para defenderlos inició un programa de repoblación, que fue especialmente intenso en Galicia, en las comarcas de Mondoñedo hacia el Atlántico, y al Norte del Miño. De este modo Alfonso pudo incorporar Galicia al reino de Asturias. ¿Y de donde sacó Alfonso la masa humana que necesitaba para repoblar? Pues de los asentamientos de los Campos Góticos, que quedaron casi desiertos. Así, los godos, desarraigados de la que era su “patria” desde hacía dos siglos, medio destruída por los musulmanes, fueron a parar a una nueva tierra en la que olvidaron sus leyes, su lengua y su nación para fusionarse con la población autóctona. Hay constancia de la aparición de topónimos en lengua germánica hasta principios del siglo IX en estas comarcas gallegas.

Continuará...

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