17/5/18

Los Nagas (I)


Aratta se menciona a menudo en la literatura sumeria como tierra lejana controlada por la diosa Inanna desde Uruk en Sumeria. Según el poema Enmerkar y el Señor de Aratta, situado más allá de Anshan (ahora Irán), el viaje a Aratta requirió atravesar las siete montañas y el río Kur.

Aratta puede ser la Harappa de la civilización perdida en el valle del Indo. Harappa, junto con Mohenjo-daro, era una de las ciudades de los antiguos Dravidianos, los legendarios seres serpiente que precedieron la ocupación aria de la India.
En la década de 1.920 los arqueólogos hicieron algunos descubrimientos asombrosos en el valle del río Indo. Las ruinas de dos grandes ciudades antiguas fueron excavadas, una llamada Mohenjo-Daro estaba junto al río; la otra Harappa estaba en Ravi, en el valle del Indo, en el Panjab o la tierra de los cinco ríos. Los historiadores creen que estas ciudades fueron el centro de la cultura Dravidiana y fueron habitadas por los Nagas, la raza de los hombres serpiente.
Los restos encontrados en estas ciudades del valle del Indo se relacionan con Mesopotamia. Los sellos hallados son muy similares al estilo de los sellos cilíndricos de Sumer. Hay uno que muestra a un hombre salvaje luchando con dos bestias, similar al de Gilgamesh de pie en medio de dos leones. Estas dos ciudades eran probablemente colonias sumerias que fueron establecidas después del diluvio, cuando el mundo fue habitable otra vez.

Los Nagas son divinidades de la mitología Hindú. Son espíritus acuáticos, aunque también aparecen en tierra. Son divinidades con cuerpo de serpiente, y torso o cabeza humanos. Se les suele representar en parejas, con las colas entrelazadas. Las serpientes y las cobras en general, tienen un papel muy importante en la mitología India. En algunos mitos, se dice que el mundo se apoya sobre las cabezas de serpientes, y que cuando estas se mueven ocurren los terremotos.
En la mitología India, uno de los reyes serpiente aparece en el Mahabharata, una epopeya escrita en sánscrito. En esta epopeya, el Rey de los Nagas, ayuda a Nala, un Rey Indio, en sus aventuras.

El Libro de Dzyan, probablemente el más antiguo de los escritos sánscritos conocidos, habla de una raza serpiente que descendió de los cielos y enseñó a la humanidad. La teósofa Helena Petrovna Blavatsky pasó tres años en el Tíbet, Bhután, y Sikkim, acumulando millares de escritos sánscritos que fueron compilados en el Libro de Dzyan. Estas fuentes se refieren a los antiguos habitantes llamados Nagas o Sarpa, que eran seres semi-divinos con rostro humano y cola de dragón.
Blavatsky creyó que estos Sarpa son indudablemente los Seraphim del Antiguo Testamento. Los Seraphim, que tendrían las mismas raíces etimológicas que los Sarpa de la antigua India.

La mitología y la literatura hindú están también repletas de relaciones sexuales de dioses con la humanidad y de la procreación de numerosos seres extraños llamados Dravidianos y Dasyus. Según se informa, esta raza vivió en grandes ciudades amuralladas. Eran un pueblo bárbaro, caníbal, de piel oscura y nariz chata. Los Arios, que vinieron más tarde, se establecieron sobre los restos de las ciudades de esta gente serpiente.

Los Nagas también son descritos en el Ramayana: “Cerca de Bhogavata está ubicado el lugar donde moraba la raza serpiente, una ciudad amplia, amurallada y con barras, donde legiones de vigías mantenían la guardia. El más feroz de los jóvenes serpiente posee dientes envenenados y se sienta en su trono en su salón imperial. Es Vasuki quien los gobierna a todos.”

Los Dravidianos antediluvianos fueron exterminados por el diluvio. Luego, cuando la tierra estaba repoblándose, Harappa y Mohenjo-Daro se convirtieron en el nuevo centro de la nueva cultura Dravidiana. Hay claras evidencias de que los Dravidianos, Dasyus, y los Nagas eran diversos nombres para referenciar a los mismos seres. Se puede encontrar información en poemas y epopeyas de la India, como el Mahabharata y el Ramayana. Ambos se refieren a los primeros contactos arios con estos seres serpiente, que en algunos casos eran amistosos y en otros hostiles. Debido a la interrelación entre los arios y los dravinianos se generó un tipo de relación de amor y odio entre ambos.

En otra Leyenda India, aparece Batara Guru, después conocido como Shiva, quien creo una isla en el océano sobre el lomo de la gran serpiente marina Naga Padora. Las luchas y peleas que siguieron, y los movimientos de la gran serpiente formaron las montañas y los valles. Los Nagas forman la comitiva de la serpiente mítica Sesha y viven en palacios subacuáticos. Sesha, que posee mil cabezas, forma el sofá de Vishnú, en el que este Dios reposa durante los intervalos de la creación.
También tienen relación con la serpiente Muchalinda, que protegió a Buda de una tempestad, que duró una semana, mientras estaba meditando.

En el sudeste asiático, también dicen que las princesas serpiente locales contraían matrimonio con guerreros o sacerdotes a fin de formar sus respectivas dinastías.
Los Nagas se interrelacionaron con los Arios, produciendo reyes y héroes. Por ejemplo, en el Rig Veda hay nombres como Divodasa que indican que había cierta clase de cruce entre Dasyus y los Arios después del 1.500 a.C.
Muchos de los antiguos dioses Hindúes se aparearon con los humanos y como en Sumer, produjeron un híbrido mamífero-reptil, que fueron los reyes semi-divinos que resonaron a lo largo de la historia Sumeria e India.
La literatura hindú afirma que la gente divina había descendido y realizado experimentos biológicos con los monos. De hecho Hanuman, el dios mono, que junto con Rama es el héroe del poema del Ramayana, fue concebido cuando el dios Shiva dio un pastel sagrado a Anjan, el mono. Esto es una obvia referencia a un experimento genético producido por Hanuman, el super mono, muy parecido al Enkidu del poema de Gilgamesh. Según las investigaciones lingüísticas y mitológicas, se considera que el dios hindú Shiva sería el equivalente del dios sumerio Enki, creador del Homo Sapiens.

Continuará...

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