23/12/12

El Árbol de Navidad

El árbol de navidad moderno puede ser entendido como una representación del Árbol de la Vida. 
En la tradición pagana se conocían como árboles Yule, datan de siglos antes de Cristo y por lo general eran pinos en arboledas que se veneraban, como a la Gran Madre Tierra, al ser decorados con velas colgantes. Los paganos llevaban los árboles y hojas a sus hogares con la llegada del solsticio de invierno que se produce en el hemisferio norte entre el 21 y 22 de diciembre. Los árboles simbolizaban el renacimiento y la inmortalidad que se manifestaban en invierno, las luces del árbol y adornos originalmente simbolizaban el sol, la luna y las estrellas. Las decoraciones de los paganos en Grecia y Siria del árbol de Yule también representaban las almas de los difuntos que se recordaban al final del año y realizaban una entrega de regalos sagrados como ofrendas a las deidades Attis y Dionisio. Los romanos actualizaron ésta tradición en invierno con la fiesta de Saturnalia, la cual fue adoptada por el cristianismo y luego llamada Navidad. 
Los escandinavos creían en Yggdrasil, un Árbol de la Vida que conectaba a la “tierra media” con el “bajo mundo” y el cielo. Los árboles que conectaban mundos también se observaron en Mesoamérica incluyendo sociedades de Izapa, los Olmecas y Aztecas. Los Mayas adoraban el árbol de Ceiba, que funcionaba como un símbolo de los diferentes niveles en el eje central de la Madre Tierra, al igual que la banda luminosa de nuestra Vía Láctea. 
El Árbol de la Vida apareció en muchas sociedades alrededor del mundo. Los egipcios valoraban especialmente a los árboles como símbolo de la victoria de la vida sobre la muerte, y al igual que los paganos, llevaban los árboles a sus casas durante el  solsticio de invierno. Los asirios veneraban a un árbol formado por líneas cruzando una serie de nodos que imitaban el sistema eléctrico del cuerpo humano. Los armenios tallaban el árbol en las armaduras de sus guerreros, dividiendo las ramas de igual forma en el lado derecho como en el izquierdo para representar el balance. 
El Árbol de la Vida del Kabbalah tiene un orden de diez (a veces once)  esferas psíquicas llamadas Sephirot, que cuando se observa dentro de un cuerpo humano, es similar al modelo yogui del Árbol de la Vida que se representa por una compleja red de ramificaciones llamadas “meridianos” (nadis en sánscrito) que canalizan pulsos de prana hacia los chakras y éstos procesan la energía del cuerpo humano. 
En la alquimia se plasmaba El Árbol de la Vida con siete esferas, estrellas, soles, flores y otros íconos místicos que asemejan los chakras a lo largo de la espina dorsal. Y fue debajo del árbol Bodhi donde Buda despertó a su propia naturaleza iluminada. 
Entender al árbol de Navidad como el Árbol de la Vida nos ayuda a comprender cómo nuestro cuerpo, nuestra energía, nuestra conciencia, nuestros sistemas nerviosos y neuronales son un modelo de las ramificaciones y los patrones fractales que existen en las venas de las hojas, los troncos de los árboles, los ríos del planeta y la relación cósmica que existe en el universo. No somos diferentes al resto del mundo o al resto del cosmos, vivimos en las ramas de una red energética que abarca el continuo de tiempo-espacio. Nosotros los humanos tenemos acceso al poder divino del Árbol de la Vida y éste hecho merece ser celebrado como vida,  renacimiento y conexión con nuestro árbol universal.

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