25/11/13

Cataluña Hispana



En Cataluña, el nacionalismo juega un discurso horizontal: enfrentamiento entre nación española y nación catalana. Pero esto no es así, Cataluña nunca hubiera surgido si previamente no hubiera habido un sustrato común peninsular, cultural y religioso, que es la Hispanidad.

Se da ya en el Reino visigodo. Los historiadores catalanistas le quitan importancia a la época visigoda porque ellos buscan el fundamento histórico en un sustrato exclusivamente catalán. Por ejemplo, el historiador nacionalista Soldevila, en su Història de Catalunya -reeditada en catalán durante el franquismo- evita dar importancia al periodo visigodo y el capitulo dedicado a ellos lo titula “El ensayo visigodo”, dando a entender que nunca se logró una verdadera unidad peninsular. Así puede justificar que no existió un componente identitario común entre la España de la Reconquista y la España visigoda. Deja así una laguna espacio-temporal en la que puede encajar la aparición de la “nación catalana” de la nada.

Había realmente un sustrato común en toda la península, iniciado desde la romanización, cristianización y reino visigodo: lengua común -el latín-, catolicismo, derecho… Y sólo desde ese sustrato previo y común llamado Hispania, se puede explicar el posterior surgimiento de Cataluña durante la Edad Media. Ese sustrato común permite que tras la invasión musulmana florezcan diferentes formas de Hispanidad, entre ellas la Catalanidad.

En la Edad Media surge un nuevo concepto: el de “Las Españas”. Pasamos de la Hispania romana y visigoda a Las Españas, coincidiendo con la aparición de diferentes reinos peninsulares durante la Reconquista (Reino Astur, Aragón, Navarra, etc.) y en todas la crónicas aparece la denominación de Las Españas, la cual significa que hay una pluralidad, una riqueza, que tiene algo común: la Hispanidad.

El nacimiento del nacionalismo coincide también con la pérdida de las colonias de ultramar en 1898. Es una crisis de Estado, política de alto nivel, pero también es la crisis de un concepto liberal de España. Ante ello, el catalanismo originalmente fue una reacción hispánica: un deseo de regenerar España desde Cataluña. Pero cometieron un gran error: actuar desde los principios del liberalismo. Hablaban del Estado-Nación en un sentido liberal. En definitiva, el nacionalismo no tiene fuerza por sí mismo, sino por la debilidad del contrario.

El nacionalismo es un fraude en la medida en que no quiere entrar en una discusión histórica profunda, construyendo en su lugar un imaginario que cobra vida gracias a un impulso sentimental. El origen de ese impulso lo encontramos en el Romanticismo del siglo XIX, originario de Alemania y Reino Unido, que tergiversa la historia, inventa un origen mitológico de los pueblos, etc. y en ese sentido es un fraude. El nacionalismo no se corresponde con la realidad histórica pero tampoco quiere corresponderse con ella.

Las alucinaciones colectivas se producen en la historia cuando se mueven determinadas piezas o elementos sociales: Se dieron durante el nazismo (cuando la inmensa mayoría de alemanes pensaban que eran una raza superior), o en los estados soviéticos, o durante la unificación italiana (los lombardos del norte se creían que representaban a toda Italia), o durante la Revolución Francesa (cuando enloquecieron, creyendo que lo más normal del mundo era guillotinar a miles y miles de personas).

En Cataluña, el nacionalismo juega con los imaginarios colectivos y los sentimientos, gracias al control ejercido sobre los medios de comunicación de masas (ya sea control directo en los públicos o control vía subvenciones en los privados) y sobre el sistema educativo. Todo ello provoca esta alucinación colectiva, pérdida del sentido de la realidad. Muchos quieren la independencia, pero no saben sus consecuencias reales, ni siquiera se lo plantean.

Extracto de la entrevista con Javier Barraycoa que ha publicado un  libro sobre el nacionalismo catalán titulado “Cataluña Hispana”.

Seguir la entrevista completa en: http://mitesimentides.wordpress.com/2013/11/17/1387/

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